Las continuas fallas en la prestación del servicio de energía están desesperando a las empresas asentadas en varios municipios de Cundinamarca. En un informe presentado recientemente, la asociación que agrupa a varias de ellas, Aesabana, se mostró preocupada por los constantes cortes que están afectando no solo su productividad sino que tocan a sectores vulnerables como clínicas y hospitales.
En seis municipios de Sabana Centro, por ejemplo, casi el 85 % de los dirigentes señalaron que han tenido complicaciones con el servicio, entre ellos, continuos cortes o bajas de voltaje. El mismo estudio revela que el 47 % del sector de la construcción, muy dinámico en la región, sufre retrasos de más de seis meses en la conexión eléctrica; el 60 % de las empresas usan plantas eléctricas para mitigar el problema y el 41,7 % ha sufrido daños en sus equipos.
Madrid, Mosquera, Funza, Tenjo y Cota hacen parte de los municipios que reclaman un mejor servicio de energía. Pero también ha habido reclamos de Chía, Cajicá, Tabio, entre otros. Y no se trata solo de empresas, las viviendas y el comercio también son objeto de cortes de luz frecuentemente, sobre todo en épocas de invierno como la actual.
El tema es más serio de lo que parece, pues, además de las afectaciones en términos de productividad, se está ahuyentando a los inversionistas que quieren instalarse en la zona. Si a lo anterior se suma el viejo debate de la ampliación de redes que se requiere para la región en aras de satisfacer una demanda cada vez mayor, pues el panorama no resulta nada alentador.
La solución más oportuna, entre otras, sería atender el plan de expansión previsto para esta zona del país que contempla nuevas subestaciones y líneas de alta tensión. Pero la falta de licencias ambientales y la oposición de varios sectores han hecho más engorroso el tema, lo que aumenta el riesgo de un desabastecimiento generalizado.