Chile, conmocionado por la tragedia nacional originada en los recientes incendios que se han cobrado la vida de más de 130 personas, acaba de recibir otro golpe: la muerte en un accidente de helicóptero del dos veces presidente del país Sebastián Piñera.
Más allá de sectarismos políticos o ideológicos, Piñera será recordado como un estadista que supo leer los tiempos de su país. En su primer gobierno, que rompió la hegemonía de la izquierda tras la dictadura, en lugar de dar un giro a la derecha –como se le reclamaba– decidió seguir por la senda marcada por los cuatro gobiernos de centroizquierda que lo antecedieron y que sostuvieron a Chile como uno de los milagros económicos de la región.
El exitoso rescate de los 33 mineros atrapados a más de 700 metros de profundidad en Atacama y su tarea de reconstrucción tras el terremoto del 2010 terminaron convertidos en los sellos de su gobierno, al que intentó aplicar algunas de las fórmulas gerenciales y de gestión que lo ubicaron como una de las grandes fortunas del país.
En su segundo mandato, y también escuchando la voz ciudadana que protagonizaba un durísimo estallido social en 2019, aceptó abrir la vía hacia un cambio de Constitución para dejar atrás la inspirada por la dictadura de Pinochet, lo que dejaba claro su talante conciliador. Al final ese impulso acabó naufragando ya en el gobierno de Gabriel Boric porque los chilenos en las urnas no aceptaron ninguna de las dos propuestas de cambio constitucional.
Colombia lo recordará como un buen amigo del país, que acompañó las iniciativas de paz con la guerrilla, en especial el proceso con las Farc.
Pilotar helicópteros, una de sus grandes pasiones, terminó costándole la vida cerca de su casa de verano en el lago Ranco, pero los relatos de los sobrevivientes del accidente lo ubican como un héroe al pedirles que saltaran antes del impacto de la nave contra el agua. Paz en su tumba y nuestras condolencias para su familia y el hermano pueblo de Chile.
EDITORIAL