Cerca de 56 líderes mundiales se han encontrado en la Costa Azul sa, en Niza, en la tercera edición de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre los Océanos, para conversar a fondo acerca de la crisis que está viviendo la región marina de la Tierra por efecto del cambio climático, de la contaminación, de la acumulación de basuras plásticas, de la minería en aguas profundas y del exceso de pesca. Se trata de llegar a una política mundial al respecto. Se busca recaudar los fondos que requieren tanto la superación de la emergencia como la conservación de los mares.
No solo hay presidentes reunidos en esas costas, sino científicos expertos en la materia, activistas medioambientales que han vivido a la espera de una oportunidad como esta y empresarios que tienen claro que lo práctico es cuidar entre todos el planeta que nos tocó en suerte. Se destaca con preocupación, una vez más, la ausencia de China y Estados Unidos, hoy de nuevo del infame lado de los negacionistas. Pero todas las esperanzas están puestas en la unión de los dirigentes del Pacífico y en el liderazgo francés. De salir todo como se lo imaginan los participantes, no solo se logrará un tratado de protección oceánica firmado por sesenta países, sino que se conseguirán compromisos políticos y financieros: la idea es que en el 2030 esté a salvo el 30 por ciento de los océanos.
La Conferencia, que empezó ayer entre diálogos y negociaciones, y que las dos veces anteriores fue realizada en Nueva York y en Lisboa, terminará el próximo viernes 13. Desde el principio, el presidente francés, Emmanuel Macron, ha sido claro en que hay que recuperar el multilateralismo para luchar contra el cambio climático y llegar a una declaración que formule una solución que se ha postergado de modo irresponsable. El Ministerio de Ambiente de Colombia espera presentar sus compromisos voluntarios de restauración y protección de su territorio marino. Es un momento ideal para traer las buenas noticias en el planeta.