Esta semana Cuba sufrió cuatro días de apagón total que se desataron por una avería en una central termoeléctrica y generaron la "desconexión total del Sistema Energético Nacional" y cortes en los servicios de agua, gas y telecomunicaciones. Si bien ayer las autoridades de la isla caribeña anunciaron que el 70,89 por ciento de los s cuentan ya con el servicio eléctrico, esta difícil situación pone sobre la mesa la grave crisis energética que atraviesan hoy varias naciones en América Latina.
Por distintas razones que van desde la falta de divisas para adquirir combustible para las termoeléctricas, en el caso cubano, hasta el impacto climático de las fuertes sequías, en Colombia y Ecuador, pasando por el deterioro de redes envejecidas, como en Venezuela y Argentina, buena parte del subcontinente enfrenta un creciente grado de inseguridad energética, que preocupa.
Cuba es un caso particular, pero otros países, entre ellos Ecuador, pasan por un creciente grado de inseguridad energética que preocupa.
En otras palabras, países grandes, pequeños y medianos en la región no cuentan con los suministros de energía eléctrica con la estabilidad, la accesibilidad en costo y la infraestructura necesarias para absorber los aumentos de las demandas. Los ecuatorianos vienen viviendo cortes de luz por unas diez horas, agravados por la suspensión de las importaciones desde Colombia.
Los efectos de los drásticos vaivenes climáticos golpean con severidad aquellas economías con matrices energéticas altamente dependientes de la generación hidroeléctrica. Este es el caso de Colombia, cuyos gremios del sector energético dispararon las alertas hace unas semanas sobre las medidas que el Gobierno Nacional debe adoptar para garantizar el suministro confiable de gas natural y electricidad para las empresas y los hogares. Las sequías han venido debilitando la seguridad de los sistemas eléctricos de Brasil, cuyas grandes hidroeléctricas están en una bajísima capacidad operativa, y las térmicas se han activado.
Argentina y Venezuela enfrentan dificultades derivadas de la falta de inversiones y de mantenimiento de las redes por varias décadas. El país austral ha anunciado un plan Verano para el fin de año y así evitar interrupciones del servicio en la temporada estival. Los venezolanos también vienen experimentando apagones producidos por problemas de gestión y recursos para actualizar el sistema eléctrico. Nicaragua, Perú, Honduras, Puerto Rico y hasta México sufren restricciones del suministro a distintas regiones de sus territorios.
En conclusión, las consecuencias climáticas sobre las hidroeléctricas, el rezago en los planes de inversiones e infraestructura, la falta de recursos para el combustible y los mantenimientos y, en unos casos puntuales, el descenso de reservas estratégicas de gas han debilitado la seguridad energética de América Latina. Este es un llamado a la acción para Colombia. El país es visto hoy como un referente porque la institucionalidad de su modelo energético, construida a lo largo de más de 30 años, ha evitado que aquí se repitan las escenas dramáticas de los vecinos. Pero no será infalible si las decisiones necesarias para fortalecerlo se siguen demorando. El apagón de la región viene a ser el más contundente llamado al Gobierno para que agilice las inversiones, acelere la construcción de los proyectos, fortalezca la Creg, reconsidere una nueva exploración de hidrocarburos y brinde confianza inversionista.