Es común que cuando te describen una persona como alguien que siempre quiere ser protagonista, lo primero que viene a la mente es ese rasgo de personalidad y comportamiento que refleja el deseo de destacarse y ser el centro de atención. En general, los comportamientos tienen su lado positivo, pero también pueden causar efectos contrarios y llegar a generar juicios e incomodidad, o, al menos, eso solía pasarme a mí con este tipo de actitudes.
Un día, leyendo, encontré una nueva forma de ver el rol protagonista y decidí apropiarlo y resignificarlo. Se trata del concepto de la víctima y el protagonista que elabora Fred Kofman en su libro ‘La empresa consciente’. Otros autores también han elaborado ideas en la misma línea.
Para iniciar voy a describir al otro de la dicotomía, la víctima. Lo describe como alguien que sufre las consecuencias de circunstancias externas y que se enfoca en aquellos factores sobre los que no puede influir. La persona que se entiende como víctima cuando las cosas no salen bien siempre encuentra un responsable que le permite mantenerse lejos de la situación y de hacerse cargo. Tiende a encontrar culpables en los otros, en el tiempo, en las circunstancias, algo fuera de sí y de su control.
Con frecuencia nos hemos sorprendido habitando ese rol y, la verdad, estar allí a veces te permite sentirte inocente, incluso te permite explicar situaciones que no te gustan, pero no ayuda a avanzar y, sobre todo, no te permite ser dueño de tu vida.
La persona que se entiende como víctima cuando las cosas no salen bien siempre encuentra un responsable que le permite mantenerse lejos de la situación y de hacerse cargo.
Entonces, aparece el rol de protagonista con esta nueva posibilidad de definición que te he mencionado antes: “El protagonista, en cambio, presta atención a los factores sobre los cuales puede influir. Se ve a sí mismo como alguien que puede responder a las circunstancias externas… comprende que existen factores externos que están más allá de su control y no los considera una bendición ni una maldición, sino simplemente desafíos” (Kofman).
Hace unos días me hicieron esta pregunta: cuando tu rutina te parece pesada, ¿cómo te mantienes motivada? Y, de repente, al considerar la respuesta, me encontré pensando en la dicotomía que he mencionado.
Nos puede pasar ante situaciones demandantes del trabajo o de la vida que reaccionemos en primera instancia de forma crítica, con juicios inadecuados e irritación y, en un momento dado, saturarnos. Entonces levantas la mirada y todo de repente puede ser una oportunidad. Logras ver que esto es solo un bache en el camino, que es una circunstancia por la que estás pasando en la que hay acciones o decisiones para tomar, que existe un objetivo superior para alcanzar, y recuerdas que has gestionado otras situaciones complejas en las que te has hecho cargo y ¡así puedes pasar de víctima a protagonista!
Sería ideal permanecer siempre donde nuestras virtudes se expresen mejor, donde el camino se ve despejado, donde eres protagonista, ya no para llamar la atención o para que otros te vean, sino para ser dueño de ti y de tu vida. No siempre sucede así, es la naturaleza humana, sin duda, pero también es una oportunidad de entrenarnos de manera consciente en transitar más rápidamente desde esas experiencias que no son confortables y llegar a un lugar dónde avanzar y, por qué no, habitar nuevamente el rol de protagonistas.
Tal vez no siempre lograremos el resultado deseado, pero con esfuerzo, en consonancia con nuestros valores y asumiendo la libertad de ser dueños de nosotros mismos, podríamos enfrentar los retos con mayor serenidad y coherencia.
Te invito a ser cada día más el protagonista de tu vida. No hay mayor tesoro que asumir la vida con la fuerza que viene del interior y reconociéndote capaz de responder a sus desafíos en todos tus roles, como persona y como líder.
LUCCI AMAYA
Miembro de Women In Connection