En una Colombia donde las expectativas sociales aún presionan a las mujeres a priorizar la vida familiar sobre la profesional, un grupo de mujeres valientes se abre paso desafiando las normas. Estas mujeres, que no renunciamos a ningún sueño y que creemos en el poder del cambio, somos un ejemplo de determinación, talento y capacidad para combinar roles tradicionalmente separados. Hoy las necesitamos a todas para lograr esta misión.
Es verdad que el éxito profesional no sólo beneficia nuestro desarrollo individual. Impacta también positivamente en la sociedad e inspira a otras mujeres a romper las barreras y construir su propio camino. Nos hace madres resilientes, independientes, y nos permite formar hijos con el ejemplo de las grandes capacidades que podemos desarrollar para el mundo. Nos convierte en adultas aportantes, empoderadas e independientes. ¿Por qué entonces seguimos teniendo tantas amigas, familiares, conocidas y mujeres cercanas que “quieren quedarse sin hacer nada”, cultivando esos estereotipos culturalmente machistas, que además las afectan emocionalmente?
Hoy quiero hablar de la “Dama de sociedad”. Aquella que no tiene que laborar para el sostenimiento del hogar y que debería sentirse y ser la más afortunada porque tiene la oportunidad de ocuparse en lo que quiera. Es la que tiene la patente de corso para soñar y trabajar sin limitaciones. Es la que puede aportar en entidades sin ánimo de lucro, la que puede construir desde el emprendimiento y arriesgarse, y la que puede engrandecerse profesional y personalmente enfocada en sus pasiones. Sin embargo, la mal llamada “dama” es tal vez la más torturada en su incapacidad psicológica, porque su status esta fortalecido con creencias de que el trabajo es para otros “menos afortunados”.
Trabajar es una fortuna. Es el construir día a día que da sentido a la vida y que permite sentirse útil, productivo y capaz de alcanzar metas. El trabajo es una fuente de satisfacción personal cuando nos hace desarrollar habilidades, aprender cosas nuevas y contribuir a tejer una mejor sociedad. Sentirse útil y productivo aumenta la autoestima y da un sentido de propósito en la vida que nos mantiene vivas. Invito a que, desde el privilegio, seamos más las mujeres influyentes, independientes y empoderadas. Que aprovechemos el privilegio para construir proyectos e ideas impactantes que nos hagan fuertes y que en el tiempo inspiren a otras y les enseñen a nuestros hijos e hijas sobre el poder de la transformación hacia una sociedad equitativa y desprovista de estereotipos de género.
Todos sabemos que la falta de desafíos y objetivos construye personas infelices que experimentan un sentimiento permanente de vacío existencial. Creer que el trabajo es para las “menos afortunadas” es incapacitante en la medida en que significa renunciar a ocuparse y a verse productiva y valiosa. Es autoimponernos una limitación que impide atraer las oportunidades que tenemos al frente, y, en consecuencia, alargar el sufrimiento que nuestras costumbres machistas nos han delegado.
Damas Poderosas, Las invito a mirarse al espejo con la convicción de que lo harán. A cualquier edad y en cualquier lugar. En cualquier familia. Seamos abanderadas de la transformación y demos ejemplo trabajando, porque el trabajo es una fortuna.
#AccelerateEquality
MARÍA CAMILA MUÑOZ
Miembro de Women In Connection