“El asunto es que los niños toman tiempo”. Claudia Goldin, premio Nobel de Economía 2023, es la tercera mujer en ganar el premio Nobel y la primera en ganarlo sin tener que compartirlo con nadie. Su trabajo, extenso, riguroso y con llamados concretos a la acción, incluye una investigación sobre casi 200 años de historia sobre las causas de un problema sin nombre: la brecha de género en la carrera profesional de las mujeres.
En sus palabras, la inequidad tiene dos caras de una misma moneda: una es la carrera profesional de las mujeres y otra es la familia. La nobel Goldin, resumiendo un trabajo brillante, argumenta que el mundo se ha centrado en buscar igualdad de ingresos en hombres y mujeres. La búsqueda de igualdad de ingresos durará más de 100 años y los esfuerzos por una equidad miope parecen insuficientes. Goldin nos regala una mirada amplia, con mejores posibilidades: buscar la equidad de género en la familia.
La equidad de género en la familia tiene muchas variables. Una de ellas son las labores domésticas no remuneradas. En Colombia, un hombre dedica a diario, en promedio, tres horas y 10 minutos de trabajo no remunerado. Una mujer destina, en promedio, siete horas y 55 minutos a labores de trabajo no remunerado (Dane-Enut). Es más del doble de tiempo dedicado a labores domésticas. Si tenemos en cuenta que Colombia es una cultura que aún premia con salario la mayor cantidad de horas trabajadas, ¿qué posibilidades tienen las mujeres de competir si tienen menos tiempo extra que ofrecer? Es lo que Goldin llama ‘greedy work’ o trabajo codicioso, para describir la práctica de las empresas de remunerar mejor a quienes trabajan más horas. Si hemos acordado en los años recientes que la eficiencia en el trabajo no está en la cantidad de horas trabajadas, sino en la calidad y en la innovación, sin duda podemos comprometernos a la coherencia.
Otra variable es el sistema de cuidado. En 2020, el Dane, junto con ONU Mujeres, publicó un estudio sobre el cuidado y la desigualdad en el que clasifica los cuidados en cuidado directo, cuidado indirecto, cuidado pasivo y cuidado personal. En todos los tipos de cuidado, las mujeres, como mínimo, doblamos a los hombres en tiempo invertido. Llama la atención el cuidado pasivo, aquel que se realiza “estando pendiente” mientras se realizan actividades paralelas. Hay 10,2 millones de personas que proporcionan cuidados pasivos, que en promedio destinan seis horas y 45 minutos al día: el 70 por ciento son mujeres.
En un país con unos índices de desigualdad como los que tiene Colombia, con 4 de cada 10 mujeres que son madres cabeza de familia, con un a la educación limitado, es indispensable regular, redistribuir y reconocer la economía del cuidado, no solo para eventualmente remunerarla, sino también para liberar de horas a las mujeres que quieren perseguir una carrera profesional.
Y así como Goldin celebra la profesionalización de las mujeres en las últimas décadas, nosotros en Colombia también celebramos cada vez más colombianas profesionales. El Dane, en un análisis del año 2021, publicó que “las mujeres registraron tener un promedio de 10 años de educación, mientras que los hombres contaban con nueve años. Sin embargo, ellas reciben desde 17,5 por ciento hasta 28,8 por ciento menos de ingresos, sin importar su nivel educativo”. Colombia tiene una ventaja, reconocida a nivel mundial, y es la disponibilidad de información para diagnóstico y medición en equidad de género. Esto nos muestra que somos el claro ejemplo del trabajo de Claudia Goldin: a pesar de tener mujeres más y mejor preparadas, la inequidad en las carreras profesionales persistirá mientras no redistribuyamos las labores de cuidado y el trabajo doméstico no remunerado.
Las opciones para una mujer que decide perseguir una carrera no pueden ser la mediocridad y el heroísmo. Su liderazgo y su remuneración deben estar determinados por sus competencias y no por la obligación histórica de encargarse de su familia. El Gobierno y el Congreso por supuesto podrían ser unos grandes habilitadores del cambio a través de regulación, pero no son los únicos responsables. De hecho, Goldin nos muestra cómo las grandes transformaciones se han dado por voluntad del sector privado y los avances de la tecnología.
Betty Friedan lo llamó en 1963 el problema sin nombre. Claudia Goldin, premio Nobel de Economía en 2023, lo convierte en un problema con nombre. A ella, no solo el reconocimiento a su obra, sino también la gratitud por poner al mundo a hablar de la inequidad de la familia.
1 ‘Tiempo de cuidados: las cifras de la desigualdad’ (Dane, ONU Mujeres, 2020).
JULIANA VELÁSQUEZ
Women In Connection