Son cuatrocientos catorce poemas dedicados a más de cuatrocientos hombres y mujeres que fueron abatidos por manos oscuras. Eran líderes y lideresas que desde el campo defendían pacíficamente los derechos de sus comunidades.
Esta es la cifra necrológica de las muertes violentas de los líderes y las lideresas sociales que se han sucedido desde noviembre de 2016, fecha de la firma del tratado de paz con las Farc-EP, hasta la fecha.
Así se informa en el libro Morir es un país que amabas, que acaba de ser publicado y cuya edición y curaduría realizaron Stefhany Rojas Wagner y Eduardo Bechara Navratilova. El libro se abre con un poema dedicado a los NN, escrito por Felipe Agudelo. Es un bello y conmovedor poema destinado a los que no están, a los que no sobrevivieron, ni siquiera a su propio nombre, y hoy reposan en las fosas comunes.
¿Hasta cuándo la muerte se enseñorea contra los pobres, los desvalidos y los nadies?
“Jamás veré tu sonrisa. / Nunca pronunciaré tu nombre. / No sabré que hacías con tu vida. / Ninguno explicará qué hicieron contigo. / No sé si el azul o el negro teñían los cielos el día que te mataron”.
A partir de ahí, el libro es una cuenta regresiva que va desde el número cuatrocientos trece hasta el número uno.
¿Cuándo comenzó esta sangría contra los defensores de los derechos humanos? ¿Cuándo se inició este viaje macabro en la barca de Caronte? ¿Quién es su capitán? ¿Quién cobra el denario?
“Nadie vino a despedirme / esta mañana, salvo la muerte, / puso un ramo de recuerdos en mis manos. / Le entregué mis oídos a cambio”, escribe la poeta tumaqueña María Eugenia Martínez a Gertrudis Hernández, asesinada en Cúcuta, el 9 de julio de 2021.
“En mi rostro está el dolor de los rostros olvidados”, afirma Orietta Lozano desde el brocal del pozo.
Son cuatrocientos catorce poemas dedicados a cuatrocientos catorce muertos por la mano del hombre.
“Ataúdes tallados en carnicerías, / molidos por la dentadura del pasado, / mascados por la boca de los tornos, / cortados y enganchados a los brazos”, afirma el escritor Saúl Antonio Munévar a Cristian Torres, abatido en Leiva, Nariño, el 14 de mayo de 2021.
¿Hasta cuándo la muerte se enseñorea contra los pobres, los desvalidos y los nadies?
Morir es un país que amabas fue publicado por Abisinia Editores de Argentina y Escarabajo de Colombia, bajo la corrección literaria de Fredy ‘Che’ Yezzed.
“La sal / del mar / detuvo / el reloj / de la / estación todo / está / quieto / hasta / la infamia”, canta el poeta Gustavo Adolfo Garcés a Ėder Mangones, muerto en Norosí, Bolívar, el 12 de diciembre de 2016.