Llegó diciembre con su alegría, mes de parrandas y de trancón. Ya escuché "faltan cinco pa’ las doce", y "Arbolito de Navidad que siempre florece en los 24", júpaleee. Y el año pasado dijo... En fin, las promesas de campaña sobre campaña. "Y todo ha sido mentira y por eso llora la vida mía". Y entonces uno piensa también en Sandro, "y al final la vida sigue igual". O peor.
Claro que hay que tener espíritu navideño. Eso cambia el ánimo en medio de tanto desastre e incertidumbre. Hay que compartir todos, como familia, más aún hoy cuando vemos tanta violencia e inseguridad. Es bonito instalar las luces, armar pesebres –ojalá no con muchos ríos porque con este invierno, se pueden llevar las casitas– colgar coronas, vestir muebles.
El espíritu navideño revive la esperanza. Hay hogares donde las servilletas son navideñas, las toallas, la vajilla, los cojines, los tapetes, el papel del baño, los cubrelechos, las ensaladas son en rojo y verde y el postre es natilla desde noviembre. Arbolito lindo de Navidad.
El árbol es gran protagonista. Los de este año no deberían llevar bolitas pensado, por ejemplo, en la Selección Colombia. No por las de los jugadores, sino por las que no entraron al arco contrario, a veces por ansiedad, a veces por esa afección tan nuestra del yoyo, el personalismo, que sufren hasta los presidentes, de querer cobrar el tiro de esquina y cabecear al mismo tiempo.
Me sonó risible eso de que Colombia no sabe hacer goles. ¿Y el golazo de la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres, por ejemplo? ¿Y el golazo que le pueden hacer a la justicia con los preacuerdos? Arbolito lindo de Navidad... Júpaleee.
Es urgente que armemos todos, Gobierno, oposición, defensa, derecha, izquierda, medio campo, el pesebre de la reconciliación.
Y no pudimos con un gran Ecuador, que nos dio un puntapié en el cuy. Pero confiemos en que la Virgen y san José nos bendigan con cariño, pues en medio de esta polarización la Selección es lo único que nos une y convoca. A replantear, Néstor Lorenzo. Si se necesitan nuevos jugadores, zagalillos del monte, venid.
¿Tendrá bolitas el árbol de la Casa de Nariño? No creo. Han faltado decisiones contundentes contra los violentos, pues la búsqueda de noches de paz, noches de amor, ha sido aprovechada por estos para fortalecerse. A veces sorprenden a nuestras Fuerzas Armadas, mientras nuestro director técnico del regio Palacio "desajusta" el equipo. Este jueves murieron cinco soldados en Antioquia, valientes compatriotas que visten el uniforme nacional para defendernos y en cuyos hogares será una amarga Navidad.
Se le agua a uno el alma. ¿Piensan ustedes, jefes de los grupos violentos, en las familias de sus víctimas cuando suena "Faltan cinco pa’ las 12, / el año va a terminar, / me voy corriendo a mi casa / a abrazar a mi mamá"?
En medio de luces y muchas sombras, es imperativo pensar en esta violencia de todo orden, o desorden, que nos golpea. Los niños, los divinos niños, para quienes estas fechas deberían ser especiales, ya están siendo lanzados por las ventanas desde altos pisos. Unicef dice que la situación de ellos es crítica en Colombia. Aquí, 100 niños, niñas y adolescentes sufren algún tipo de violencia cada día. Según Medicina Legal, durante 2023 fueron atendidos 35.339 menores, hubo 607 homicidios y 19.102 casos de violencia sexual. Y ahora viene la pólvora.
Todo en medio de odios e intereses políticos donde la tal unidad nacional está más esquiva que los goles de la Selección. Es urgente que armemos todos, Gobierno, oposición, defensa, derecha, izquierda, medio campo, el pesebre de la reconciliación. Se necesita trabajo en equipo. Así como nos unimos en torno de la Tricolor, debemos hacerlo en torno de nuestras Fuerzas Armas y de la niñez. Hay que detener la matanza de los inocentes, que está peor que en tiempos bíblicos, pues aquí los Herodes abundan. Pongámosle pelotas al árbol nacional.