En el mundo de la literatura hay dos clases de escritores: aquellos que optan por vivir en una habitación y los que prefieren quemar las naves y viajar.
Quienes vivieron en una habitación —José Lezama Lima y León de Greiff—, el viaje más largo que hicieron fue alrededor de la cama. Quienes eligieron el viaje, como es el caso de la escritora colombiana Consuelo Triviño, se convirtieron en nómadas intelectuales.
A este último caso pertenecen las poetas colombianas Andrea Cote, Adriana Hoyos y Lauren Mendinueta, residenciadas en Estados Unidos, España y Portugal.
A Andrea Cote la conocí en las páginas del Magazín Dominical de El Espectador, que dirigía el poeta Juan Manuel Roca. Luego supe que se había marchado a Texas (Estados Unidos), donde realizó estudios de doctorado.
A Andrea siempre le gustaron los climas cálidos y ardientes para vivir. Su infancia la pasó en el puerto de Barrancabermeja, sobre el río Magdalena, donde nació. Después de un periplo por Bogotá, ancló en el desierto de Texas, donde se dedicó a descubrir la rosa púrpura de la poesía.
Vivir y hacer poesía en Texas es un asunto muy teso.
Desde sus primeros poemas, aparecidos en el poemario Puerto calcinado, la poeta comienza a dibujar una metáfora maravillosa donde una niña —que no es ella, sino la del poema— vive en un entorno extremo, áspero, donde el tiempo es inclemente, y el espacio social está abigarrado por la violencia que producen los humanos.
“También acuérdate María / de las cuatro de la tarde / en nuestro puerto calcinado. Nuestro puerto / que era más bien una hoguera encallada / o un yermo / o un relámpago”. (Del poema La merienda).
Adriana Hoyos es la artista polifacética. Con su pelo color mandarina (estilo Vincent van Gogh), aparte de su poesía, es violinista, cineasta y gestora cultural. En su libro Esa que canta hacia adentro (Sílaba Editores), dice:
“En este baile de sombras / Tan solo en el poema / logro sosegar mi alma.
(…) Ya está bien hablar de Muerte / También podemos convocar a Amor”.
La poeta Adriana Hoyos vivió por muchos años en Barcelona, y en la actualidad habita la ciudad de Madrid.
Lauren Mendinueta es una barranquillera que desde joven abandonó el país para irse a vivir a Lisboa, la tierra natal de Fernando Pessoa.
El escritor Juan Pablo Roa afirma: “Lauren Mendinueta nos invita a presenciar cómo se depura la experiencia propia de la vida, a partir de un ejercicio de observación despegada de la vida mientras es vivida por uno mismo”.
“Atrás quedaron el jardín y la casa /, ese territorio irremplazable /, ese país que ya no es mío /, mi única patria”. (Del poema Tierra de nadie).
Andrea, Adriana y Lauren hoy viven y hacen poesía en el tiempo de las nómadas, de las transterradas, que, contrariando al patriarca Ulises, no desean regresar a casa.