Tránsito nacional de la vida a la muerte

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‘Memento mori’ (acuérdate que morirás): poema naturalista y expresionista en imágenes, entre luminosas y penumbrosas. En Puerto Berrío (Antioquia), eje convulsionado del Magdalena Medio a comienzos del siglo XXI, un médium redime a los N.N. ahogados y desciende a los infiernos para recuperar la cabeza de un descabezado.

‘Manos que hablan’: el documentalista social santandereano Camilo Gómez Durán, residente en Canadá, acierta con un extenso reportaje humano sobre minería y orfebrería en suelos del sur chocoano para revelar una riqueza natural devastada por la explotación ilegal mecanizada.

‘Yo vi tres luces negras’ (Santiago Lozano Álvarez, 2024). Coproducción colombiana con México, Francia y Alemania —presentada en la sección Panorama de la Berlinale—. Alegorías mortuorias de nuestro Pacífico, con los alabaos o cantos fúnebres de Lidia Góngora que acompañan la redención de todas aquellas criaturas presentes que transitan del mundo de los vivos al de los muertos. Gracias a las tradiciones culturales de una narrativa oral, ofrendada por nativos descendientes de antiguos esclavos, brotan creencias o mitos propios de comunidades raizales afrocolombianas.

Su comprensión parte de la siguiente sinopsis intervenida: “Un hombre mayor se adentra en la selva buscando el lugar tranquilo en donde morir, pero los paramilitares que controlan la zona amenazan su viaje hacia la muerte”. Las formas de representación cinematográfica del conflicto armado y ambiental rastrean el imaginario colectivo mediante una sencilla, aunque sublime trama anecdótica: José de los Santos, un sabedor cuyo hijo ha desaparecido, se interna en la húmeda y verdosa jungla a través de mensajes del más allá y en busca de un lugar para morir.

Producida en Cali por Contravía Films y Óscar Ruiz Navia, auspiciada por la Universidad Autónoma de Occidente y filmada en territorios del húmedo Pacífico vallecaucano, cerca de Buenaventura. ‘¡Esta tierra no se toca más!’, “de lo sensorial a lo hipnótico, en una atmósfera de extrañamiento de lo espectral, pero sin llegar al terror propiamente dicho”, en palabras de Lozano Álvarez.

Drama espiritualista que requiere la compenetración del espectador en esa búsqueda luminosa de bordear el universo misterioso y enigmático de la muerte misma, y más cuando se representan los dramas contenidos de la desaparición funesta de cuerpos a manos de organizaciones delictivas, quienes atentan en igual medida contra el ecosistema, que sufre atentados en su deforestación y aguda contaminación para acrecentar los sentimientos de indignación de vidas profanadas por el ídem depredador humano.

‘Memento mori’ (Fernando López Cardona, Colombia-Alemania, 2023). Relato fantástico y personificación del macabro conflicto armado colombiano que desbordó las crueldades del paramilitarismo en el Magdalena Medio durante el 2002 y 2003. Nos sumergimos en la misión espiritualista del insólito personaje principal: un animero redentor, que habla con las ánimas del purgatorio y víctimas inocentes hasta compartir el limbo en el barro de las profundidades infernales. Cadáveres anónimos mutilados, con signos de tortura, arrastrados por las aguas y pantanales del río madre, y adoptados en el cementerio por deudores o feligreses de Puerto Berrío (Antioquia); sus humildes tumbas rezadas y adornadas con flores en el viacrucis hacia el más allá.

Mediante deslumbrantes imágenes o planos generales recorremos aquellas travesías imaginarias de quien se obsesiona en encontrarle la cabeza al cuerpo escogido. Sin saberlo, el animero —excelente César Badillo—, es… “una especie de médium, un mensajero entre el mundo de los vivos y los muertos”. A partir de contextos ambientales y políticos se desatan temas de violencia inmisericorde, guerra sin tregua y conflicto inacabado. Se trata del duelo personal y colectivo en el profanado Magdalena del antes llamado ‘río de las tumbas’ visto por Julio Luzardo hace medio siglo.

‘Manos que hablan’ (Camilo Gómez Durán, Colombia-Canadá, 2024). Leitmotiv de oro chocoano, después del título, un reportaje antropológico dedicado a la maestra en palenques Nina Sánchez de Friedemann. Trabajo audiovisual investigativo y minucioso sobre la dualidad entre explotación aurífera y orfebrería típica chocoana. En contexto, el ambiente selvático y húmedo territorio sumido en la miseria y despojado de sus riquezas naturales —oro y platino por supuesto—, población afrodescendiente mayoritaria e índices vulnerables de abandono.

Dos mares: la franja extensa del Pacífico y una pequeña en el Caribe; dos ríos —el Atrato, que corre de sur a norte para desembocar en el Urabá, y el San Juan, de norte a sur, cuyas aguas delimitan la frontera vallecaucana—. Se detalla el choque de una minería artesanal de batea y mazamorreo en quebradas, con la minería ilegal mecanizada de dragas, retroexcavadoras y motobombas.

Se denuncian territorios intervenidos y destrucción masiva del ecosistema que afecta florestas y cultivos agrícolas, aguas contaminadas de mercurio u otras sustancias químicas. Hablan joyeros y orfebres locales, comerciantes y restauradores, consejeros comunitarios, líderes sociales y docentes de Quibdó, Tadó (Atrato) y Condoto e Istmina (cuenca del San Juan). Una cámara parlante, captadora de preciosas filigranas en manos expertas y curtidas, intercala postales aéreas de caseríos, drones verdes y pinturas de hojas en pantalla dividida como telón de fondo.