Un día como hoy, hace 34 años, se promulgó la Convención de los Derechos del Niño, que establece la responsabilidad de los Estados para garantizar que los niños, niñas y adolescentes puedan crecer sanos, protegidos y desarrollar todo su potencial. Aunque estos derechos son ya ampliamente reconocidos, todavía nos queda un largo camino por recorrer para materializar su cumplimiento: un número demasiado elevado de niños, niñas y adolescentes en Colombia y el mundo siguen sufriendo las consecuencias de las guerras, los conflictos y el cambio climático.
Todos los niños, niñas y adolescentes tienen derecho a la salud, la educación y la protección; a crecer en paz, en ambientes sanos y protectores en los que tengan igualdad de oportunidades para alcanzar todo su potencial. Aunque ellos y ellas no son los causantes de las situaciones que los afectan, son siempre los que más sufren por los conflictos, la discriminación, la pobreza y la desigualdad.
En Colombia, por ejemplo, el Informe Final de la Comisión de la Verdad estableció que 16.000 niños, niñas y adolescentes fueron reclutados por grupos armados entre 1990 y 2017, situación que se sigue viviendo a diario en el país durante este 2023. Ser víctimas de reclutamiento implica que sus vidas estén en riesgo permanente y todos sus derechos sean vulnerados. El reclutamiento, uso, utilización contra niños, niñas y adolescentes deben cesar para que puedan volver a sus hogares y para que sus derechos sean restablecidos.
Cifras del Instituto de Medicina Legal, de enero a septiembre de 2023, muestran cómo la violencia sigue afectando de manera indiscriminada a la infancia: 1.386 niñas, niños y adolescentes han muerto de forma violenta; 4.612 han sufrido de violencia intrafamiliar, y se han realizado 14.770 exámenes médico-legales por presunto delito sexual, siendo las niñas de entre 10 y 14 años las más afectadas. Estas cifras son solo un indicador del problema: sabemos que hay un gran subregistro, consecuencia del estigma social alrededor de algunos de estos delitos.
La violencia se suma a otras privaciones de derechos, generadas por la pobreza y la desigualdad: el Instituto Nacional de Salud, por ejemplo, indicó que en 2022 se registraron en el país un total de 21.195 casos de desnutrición aguda; casi dos millones de niños y niñas no acceden a agua segura y saneamiento en diversos territorios, y se estima que más de 2.640.000 niños y niñas de entre 5 y 16 años estaban por fuera del sistema educativo en 2022.
Aunque hemos avanzado desde que entró en vigor la Convención de Derechos del Niño, no es suficiente, nos falta hacer más esfuerzos, sumar voluntades
Detrás de los datos subyace una verdad innegable: aunque hemos avanzado desde que entró en vigor la Convención de Derechos del Niño, no es suficiente, nos falta hacer más esfuerzos, sumar voluntades. Además de su presencia permanente en los territorios, trabajando en la garantía de los derechos de la niñez, este 20 de noviembre, desde Unicef Colombia estamos presentando una campaña en la que los niños, niñas y adolescentes cuentan qué es la paz y vivir bajo un cielo ‘En tono azul’ donde sus derechos están garantizados. A través de una canción original realizada con la participación de niños y niñas de los territorios de Colombia, y con el apoyo de diferentes artistas, la infancia eleva su voz pidiendo un cielo despejado de violencias que les permita alcanzar sus sueños.
De la mano de aliados y socios, estaremos en diferentes espacios para recordar que todavía es mucho lo que necesitamos hacer para garantizar los derechos de la infancia. Estamos llamados como sociedad a trabajar para que los hogares, las comunidades y las escuelas sean espacios seguros en los que la niñez pueda disfrutar de entornos saludables, pacíficos, en los que su voz sea escuchada y valorada, donde puedan jugar, estudiar y vivir a plenitud. Espacios donde los cielos azules no sean solo metáforas.
Es hora de mirar a la infancia a los ojos, de ponernos a su altura ante el reto que representa garantizar que crezcan en un mundo en paz. Los derechos de la infancia, no se nos olvide, también son derechos humanos.
TANYA CHAPUISAT
Representante de Unicef en Colombia