El espectáculo empezó cuando el presidente Biden y su esposa, Jill, se asilaron en la salchicha blindada, también llamada limusina, y se dirigieron al Congreso, donde el varón domado presentó su informe anual sobre el estado de la Unión.
Si uno nace con los polvos y los aplausos contados, ese día los congresistas alineados con el César de turno, se los gastaron todos. Cada tanda de aplausos incluía levantada de cuartos traseros.
Fue muy divertido ver a la vicepresidenta Kamala Harris y a la primera dama aplaudir cada vocal o consonante que salía de los labios de Biden. Los demócratas complementaban el aplausómetro.
Kevin McCarthy, el polémico republicano presidente de la Cámara de Representantes, soportó estoicamente durante hora y media los ruidosos aplausos de su vecina de silla, doña Kamala. Celebro que, en represalia, McCarthy se haya abstenido de estrenar su martillo sobre la cabeza del presidente.
Solo de regreso a casa, la vice Kamala se enteró de que su marido se saludó de beso en la boca con la primera dama cuando llegó al recinto. Lo mismo le pasó a Biden. Pese al morbo generado en las redes por el beso, ambas parejas se mantienen.
El abuelo Biden hizo lo que hacen los de su oficio: centrarse en los asuntos internos, pullazos a Rusia y China, pocón de América Latina, ni un ‘palabro’ sobre los papeles oficiales encontrados en sus residencias. No se menciona la soga en casa del ahorcado, menos si el ahorcado es uno.
Me alegró que haya hecho énfasis en que seguirá mejorando las condiciones de mis colegas de corrientazo, clase media o galopante que llaman.
En ocasiones como estas tienen trabajo extra los lectores de labios. Vendería mi alma al espantapájaros que me acompaña por conocer las intrigas que le hacen al mandatario los que logran evadir el cerco de los gorilas de la seguridad.
Toca imaginar lagartadas de este corte: Joe, compartimos pupitre en la escuela: ¿qué tienes para mis bisnietos? Otra petición, al estilo de lo que sucede en la película ‘El apartamento’, de Billy Wilder: ¿Me puedes prestar tu residencia oficial, Blair House, que tengo un arrocito en bajo que deseo impresionar?
Solo por ahorrarme la lagartería y la orgía de aplausos que solemos padecer en estos eventos, me abstendría de aspirar a la presidencia de Estados Unidos... Democracia, cuántos malos chistes se escriben en tu nombre.
ÓSCAR DOMÍNGUEZ GIRALDO