El arte es oportuno siempre. Lo que los buenos artistas logran es expresar de manera original un estado de cosas en el mundo y permitirnos vivir como espectadores esa realidad de una forma singular.
Ese es el caso de Luis Fernando Ramírez Celis, un artista bogotano con una larga tradición creativa que nos ha sorprendido con sus propuestas, podríamos decir, integrales en el uso de los espacios. Tal vez lo mejor sea decir “abarcadoras”: sus creaciones parten del principio de que la obra no ocupa un espacio, sino que es el espacio mismo.
Eso proviene de su formación como arquitecto, que ha complementado con una maestría en Artes Plásticas en The State University of New York en Stony Brook, gracias a una beca Fulbright.
Pero su formación y su carrera también han pasado por los terrenos de la museología, pues ha sido curador y museógrafo del Banco de la República. Allí también puede haber una explicación a toda su propuesta creativa: los museos son máquinas maravillosas que nos permiten no solo mantener la memoria viva, sino viajar con la imaginación a los ámbitos que recrean.
Esta historia de vida y creativa de Ramírez ha derivado en un proyecto muy innovador que tenemos ahora mismo en NC arte, bajo el nombre de 'Lucio Celis: noche, no te vayas'. Se trata de una exposición extraordinaria que nos ofrece un viaje en el tiempo para criticar las razones por las que no pudimos construir el futuro que imaginábamos hace más de 70 años, por allá en la década de los 50.
No voy a anticipar muchos detalles sobre la obra, porque la propuesta claramente busca que los visitantes disfruten in situ del sentido total de la puesta en escena. Así que los invito a que vayan.
Nos merecemos mejores lugares para vivir y esta exposición nos muestra que si usamos la imaginación podremos recuperar ese futuro soñado.
No obstante, vale la pena decir que la apuesta creativa de Lucio Celis es por que los espacios se conviertan en artefactos maravillos que nos permitan viajes en el tiempo, utilizando como recursos, además de materiales o formas, la memoria y la imaginación.
En esta instalación, de bellas celosías y cerámicas modulares, los asistentes podrán constatar cómo es posible tener una experiencia recreadora de tiempos pasados, pero actualizados a través de una denuncia sobre, como dice Sylvia Suárez, la curadora de la exposición, "la inminente destrucción del patrimonio artístico, arquitectónico y urbanístico de Bogotá".
Ustedes saben, porque lo he dicho reiteradamente en estas columnas, cómo me preocupa que nos quedemos sin memoria, por la destrucción de nuestro patrimonio cultural: unos destruyen vandálicamente estatuas, fachadas y monumentos; otros destruyen con su negligencia, permitiendo un desarrollo sin gusto, sin continuidad y sin propósito de la ciudad. Por eso es tan oportuno este acto, que nos devuelve a los años 50, cuando un grupo de arquitectos destacados nos hacía una propuesta futurista sobre lo que debían ser los espacios para que la gente los habitara y viviera su vida.
Ahí queda en evidencia el juego circular que plantea el autor: alguna vez tuvimos una noción de futuro para nuestras ciudades, pero nada de ello se concretó en mejores formas de habitación para las personas.
La propuesta de Ramírez también acude a la música, pues, si bien él considera que "la arquitectura es el arte de esculpir la luz", reconoce que la incorporación del sonido es clave en el ejercicio recreador. De ahí el nombre de la exposición: 'Noche, no te vayas', que es un bolero hermosísimo que forma parte del inventario cultural de aquellas remotas épocas en las que pensamos un futuro muy distinto al que ahora mismo estamos viviendo.
No se pierdan esta exposición, que es toda una experiencia que, además de ayudarnos a visitar nuestro futuro soñado, nos invita a reflexionar sobre la manera como estamos habitando nuestros espacios hoy. Creo que nos merecemos mejores lugares para vivir y esta exposición nos muestra que si usamos la imaginación podremos recuperar ese futuro soñado y el que nunca perdemos las esperanzas.