Este mes se cumplen 3 años del estallido social en Chile, donde el país con el mayor número de población de clase media y con uno de los crecimientos económicos más envidiables de la región, sufrió un estallido social que lo paralizó. Luego de semanas de marchas y movilizaciones violentas, los líderes de los movimientos sociales lograron sus 2 objetivos centrales: el inicio de un proceso constituyente y ganar la presidencia con un político de izquierda radical. El éxito de la estrategia hizo que el modelo fuera calcado en varios países latinoamericanos, como Colombia.
El horizonte planteado en Chile era muy esperanzador, no solamente para la izquierda chilena sino para toda la latinoamericana. Era un resurgir luego del fracaso absoluto del modelo venezolano que desembocó en una de las crisis humanitarias más graves de la historia, con más de 10 millones de personas huyendo del régimen que solamente les ha traído hambre, represión y miseria. Sin embargo, hoy solo pasan nubarrones sobre Santiago de Chile, con un manejo económico, político y social desastroso por parte del presidente Boric, que tiene la imagen de aprobación en un 27 %.
Hoy los chilenos al conmemorar el tercer aniversario de sus protestas caminan sobre las ruinas de pésimos resultados y piensan que el país está peor, Así, 93 % piensa que la delincuencia aumentó, 77 % señala que el orden público está mal, 75 % cree que la situación económica empeoró y 71%, que la situación de pobreza y equidad no mejora. No existe un solo indicador que mejore la calidad de vida del ciudadano chileno.
Primero, la arrogancia de quienes lideraron su redacción que no escucharon propuestas de los sectores de centro y de derecha; segundo, el sesgo anti-empresa que le daba mensajes nefastos a la economía
En materia económica el fracaso ha sido total. El FMI ha señalado que Chile, otrora líder en estadísticas favorables, tendrá el peor desempeño de la región, con una contracción del 1 % el próximo año. La inflación ha llegado a sus niveles más altos en los últimos 30 años, con un 14,1 % y se espera que escale hasta el 16 %.
En el campo político se generó una implosión por la falta de legitimidad social. La soberbia de la izquierda chilena no le permitió ver que muchos ciudadanos querían un cambio, pero concertado y no extremo. En el 2019, meses después del estallido, el 78 % de los chilenos aprobaron un plebiscito para un cambio constitucional, por lo cual es insólito que 3 años después solo el 38 % haya estado de acuerdo con el borrador final.
¿Por qué se presentó semejante diferencia de un 40 %? Sencillo, primero por la arrogancia de quienes lideraron su redacción que no escucharon propuestas de los sectores de centro y de derecha; segundo, el sesgo anti-empresa que le daba mensajes nefastos a la economía y nadie quería volver a hacer largas filas para obtener una ración de comida, y tercero, por el mal manejo que se le dio al tema indígena. El Pueblo Mapuche ha sufrido durante décadas del maltrato y la discriminación, pero las reformas para darle autonomía estuvieron tan mal planteadas que asustaron al resto de la población.
El espejo de estas políticas se puede ver en Colombia: en materia económica los mensajes erráticos han hecho que el dólar haya superado la barrera de los 5.000 pesos; en lo político, si bien el Pacto Histórico no ha planteado todavía una nueva constituyente, por debajo de cuerda y sin mucha bulla han presentado 52 proyectos que la modifican y, al igual que el pueblo chileno, estamos peor que hace dos meses. El pésimo manejo económico nos tiene más pobres y las encuestas ya le están llamando la atención al Gobierno, que su mayor impronta en tan poco tiempo es la improvisación e incertidumbre en el manejo del país.
LUIS FELIPE HENAO