Atrincherado en Venezuela

Petro se atrinchera en Venezuela porque representa su zona de confort. Ese lugar donde una persona opera en una ansiedad neutral, donde atacar la justicia y doblegarla es normal, donde los medios de comunicación son un estorbo y los empresarios ya no existen porque los destruyeron y, sobre todo, donde la Corte Penal Internacional ya inició una indagación por crímenes de guerra y de lesa humanidad, que el Fiscal Karim Kahn se ha negado a archivar porque cada vez se recaudan más pruebas sobre desplazamientos, asesinatos y desapariciones forzadas contra ciudadanos de ese país. Por eso en este semestre ha viajado más a Venezuela que al departamento del Chocó o la Guajira.

Esta semana, en esa realidad paralela en que vive el Presidente, atacó a la Constitución y la Corte Constitucional, atreviéndose a señalar que “la industria extractiva presionó a la Corte”, olvidando que la Justicia es un poder autónomo e independiente, como se lo recordó hace ocho días la Corporación Excelencia en la Justicia, que hizo un categórico llamado para que se respeten los fallos judiciales.

Curioso, además, que lo haga desde un país como Venezuela que destruyó su justicia para remplazarla por un tribunal de amigos del régimen. Para la muestra, hace unas semanas el máximo tribunal de Venezuela suspendió sin ninguna vergüenza las elecciones primarias de la oposición, ganadas por María Corina Machado, por petición de Maduro. Ese es, sin duda, el ejemplo que quiere seguir Petro, postulando a sus amigos más estrechos para que defiendan su régimen desde las cortes.

Desde la capital del régimen de Maduro, Petro manifestó que la Constitución es una ficción, al hablar de la crisis migratoria del Darién en donde miles de venezolanos están intentando cruzar a Panamá, diciendo básicamente que la Constitución no se cumple porque en ese lugar la dictadura mató a 3.000 obreros. En su extraña analogía literaria, el presidente Petro cometió tres grandes errores: 1) la masacre de Las Bananeras ocurrió mucho antes de que existiera la Constitución de 1991; 2) las actuales masacres en la zona no se deben a situaciones del pasado, sino a que le entregó el Urabá al Clan del Golfo por el proceso de la ‘paz total’, y 3) ignora que la principal causa de la crisis migratoria es el propio régimen de Maduro, a quien le quiere entregar la soberanía energética del país.

Los ataques de Petro contra la Constitución y la justicia no paran. Luego de que la Corte Constitucional tumbó la norma que limitaba la deducibilidad del pago de las regalías, el Presidente amenazó con recortar ese gasto de las ramas del poder público, mostrando sus dientes para dar un mensaje vengativo. Hay varios ejemplos en la historia reciente de líderes populistas que han atacado a la justicia y han buscado debilitar o, incluso, destruir la constitución con el fin de consolidar su poder: Viktor Orbán (Hungría), Recep Tayyip Erdogan (Turquía) y Nicolás Maduro (Venezuela). Maduro ha sido criticado por su continua interferencia en el poder judicial venezolano para controlar y socavar la independencia de los tribunales, lo cual es claramente el camino que quiere seguir el Presidente.

Luego como para intentar mostrar los avances de estos viajes que solo calman sus “100 lunas de soledad”, el “presidente en su laberinto” lanza otra idea macondiana: Ecopetrol y PDVSA van a ser socios para la extracción de petróleo en ese país, idea no solo traída de los cabellos, sino que además nos haría depender de una narcodictadura como la del cartel de los Soles del régimen venezolano. Esta extraña idea es imposible técnicamente en este momento y es solo la muestra de un gobierno dedicado a cazar mariposas.

Resulta muy irónico que el Estado colombiano en plena crisis económica frene la inversión en Colombia y la realice en Venezuela, porque genera hambre y desempleo en el país: No solo quieren violar la regla fiscal, están cansados de violar cualquier regla ética, imponiendo los intereses de socios por encima de los ciudadanos colombianos.

LUIS FELIPE HENAO

(Lea todas las columnas de Luis Felipe Henao en EL TIEMPO, aquí)