Las transiciones políticas en Venezuela han sido cruentas y difíciles. El paso del Pacto de Punto Fijo (que da origen al bipartidismo que gobierna a ese país desde 1958) al régimen chavista de la revolución bolivariana en 1999, estuvo precedida por una década de tensiones y conflictos que, bajo la forma de conspiraciones militares, golpes y contragolpes, llegó a escenificarse en las mismas calles de Caracas y tuvo a las Fuerzas Armadas como el actor que definió el curso de los acontecimientos. Lo mismo ha sucedido en los procesos de cambio que marcan la llegada y salida del poder del general Guzmán Blanco, Juan Vicente Gómez o Pérez Jiménez.
La llegada de Chávez a la presidencia no es solo la llegada de la izquierda al poder, sino también el arribo de los militares al Gobierno. 1) Chávez no era una excepción. Como afirma el historiador Edelmiro Busto, era la “síntesis de un largo proceso de cooptación de militares por el Partido Comunista desde los años sesenta en el Ejército, la aviación y la Marina”; 2) La nueva Constitución institucionaliza la acción del poder militar en la esfera política. Además de que se aprueba el voto de los militares y el ejercicio de funciones gubernativas, extiende sus ámbitos de competencia al poder civil e incluso en los procesos de elaboración de políticas públicas.
Han pasado veinticinco años y el balance no podría ser peor. Aunque en algunos programas hubo resultados positivos, al final la apuesta revolucionaria se ha desvanecido. Las promesas de luchar contra la corrupción, mejorar y diversificar la economía para reducir la pobreza y la desigualdad en el país, así como la dependencia de los ingresos petroleros, repartir la tierra para los campesinos, o abrir los espacios de participación ciudadana en las decisiones políticas, se han desvanecido.
El ejercicio de gobierno está mediado por la represión (para contener el descontento y la oposición al régimen) y el clientelismo (único recurso para mantener la fidelidad de los apoyos).
El ejercicio de gobierno está mediado por la represión (para contener el descontento y la oposición al régimen) y el clientelismo (único recurso para mantener la fidelidad de los apoyos). En la economía, nunca se logró configurar un tejido empresarial que pudiera cambiar la matriz productiva ni la dependencia del petróleo. Y la ley de tierras de 2001 hizo que una finca que producía quedara convertida en 20 fincas que no producían nada. En política social, los cálculos más optimistas muestran que la pobreza ha llegado al 85 % de la población. La desigualdad ha aumentado en las zonas rurales, mientras que en las ciudades los salarios de los médicos y los profesores universitarios no superan los 25 dólares mensuales en promedio. La migración de más de siete millones de venezolanos no solo significó una pérdida de capital humano para el país, sino que –más grave aún– fue la tijera que rasgó el tejido social con el que se arropaban los venezolanos. Son las principales evidencias de un régimen que agoniza.
El fenómeno político que se ha desatado con María Corina Machado marca un quiebre en el proceso venezolano. El énfasis en su apuesta de restablecer el tejido social rasgado por la migración y en un proyecto de país formulado a partir de la resignificación del concepto libertad está dando sus frutos. La fuerza política que ha acumulado es tal que ha logrado equiparar y superar a la fuerza movilizadora del gobierno que, con todos los recursos y 25 años de gobierno y control total, tenía las de ganar.
Para las elecciones del próximo domingo, Maduro y González llegan con el 40 % de los votos cada uno. La amenaza para cada uno está en ese indeciso 15 % restante de los votos en manos de la otra parte de la oposición en la que unos prefieren ver victorioso a Maduro, y los otros (aunque no les guste), ver triunfante al candidato de Machado.
Pero el principal enemigo de Machado no está en las torpezas de Maduro, que len ha dado un poder político capaz de endosar su votación al candidato que proponga, sino en la resistencia de los militares a entregar el poder que detentan, forzando a una transición cruenta y difícil. A partir del domingo lo sabremos.
* Profesor titular, Facultad de Ingeniería, Universidad