La última y definitiva reunión de las 'Mujeres labradoras de vida' fue el pasado lunes 3 de febrero, en Tumaco, Nariño.
Ese también fue el día en el que Maria Atonio, una mujer rural de Mozambique, recibió por última vez el medicamento que le ayuda a controlar el VIH. Tanto en Colombia como en África, México o Guatemala, miles de mujeres emprendedoras, rurales, negras o indígenas vieron derrumbarse sus proyectos tras la decisión del gobierno estadounidense de Donald Trump de suspender las ayudas que llegaban a los diferentes países a través de Usaid.
La Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional ha sido clave para llevar a la salud, preservar la memoria de pueblos étnicos, sostener las políticas medioambientales que salvarán al planeta, frenar el analfabetismo, construir herramientas económicas autosostenibles para comunidades marginadas, prevenir las violencias basadas en género y darles un aliento más de vida a mujeres como Maria Atonio.
Su caso ha sido registrado por Médicos Sin Fronteras, en la población de Macomia. Los especialistas que la atienden también vigilan el avance clínico de otro grupo de mujeres que necesitan tratamiento antirretroviral. El programa Plan de Emergencia del Presidente de los Estados Unidos para el Alivio del Sida (Pepfar), que recibe recursos de Usaid, dejó en el limbo no solo a los portadores de VIH en Mozambique. También les quitó el apoyo a las mujeres caficultoras de Sidama, en Etiopía, uno de los países más pobres del mundo.
Pero en esta latitud la situación no es diferente. Decenas de trabajadores que laboran con los operadores de Usaid en Colombia quedaron sin contrato, como ha ocurrido en el resto de América Latina. Tan solo ONU Mujeres tuvo que cerrar proyectos vitales en el Pacífico.
Y, como en África, las lideresas y mujeres con empleo informal que sostenían proyectos autónomos de empoderamiento, equidad y prevención en violencias hoy ya no tienen nada. Lo que el Estado nunca les dio, el respaldo que no recibieron de las instituciones gubernamentales, pero que sí llegó con los programas de Usaid, se congeló.
El gran problema es que la violencia no da espera. Hay más de cien capacitaciones, cursos de apoyo y emprendimientos rurales en el borde del abismo.
Es bueno saber cuál es el plan del gobierno del presidente Gustavo Petro para sortear la crisis y cuál es el plan B para lo que viene.
¿Quién va a asumir esos rubros y esos procesos? ¿Cómo se va a frenar el impacto negativo que para las comunidades tiene la ausencia de una ayuda que era vital?
Cerrar Usaid o congelar sus operaciones va más allá de las malquerencias de un gobierno frente a los temas de derechos humanos. La directriz que ha llegado a las diferentes oficinas de las Naciones Unidas en el mundo es clara: no habrá recursos de los Estados Unidos para todo lo que contenga las palabras equidad, género y diversidad. Básicamente el pilar trazado para los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
Por eso las 'Mujeres labradoras de vida', quienes llegan como pueden a su reunión quincenal a una vereda de Llorente, en Tumaco, decidieron preparar una olla grande de pusandao (sancocho) y arroz con leche y embotellar viche artesanal, y venderlos en un improvisado bazar. Con eso acabaron de pasar la primera quincena de febrero.
Pero bien es sabido que a punta minibazares no se reivindican los derechos ni se llenan los estómagos.
Es bueno saber cuál es el plan del gobierno del presidente Gustavo Petro para sortear la crisis y cuál es el plan B para lo que viene.
Además, cabe anotar que en otra área no solo los helicópteros antinarcóticos quedaron sin gasolina, también se pidió desde el norte, con un alto grado de confidencialidad, el listado de organizaciones feministas "radicales" y de líderes socialistas.
¿Una persecución al estilo de hace 85 años?
Tiempos difíciles. Las mujeres labradoras ya los conocen porque los han vivido en su piel y perder la esperanza no es una opción.