Hace unos días, conversando con Lorenzo Madrigal, el más veterano de mis amigos, por no decir que entrañable miembro de mi familia, volví a uno de sus escritos para apuntalar aquello que es necesario para aquellos que como yo no creemos en dioses, ni en iglesias: la Iglesia católica no es ni las personas ni sus edificios, hay algo más que emana de ese credo, viejo como nuestro calendario, y que ojalá fuéramos capaces de entender.
El fallecimiento hace un par de días de Desmond Tutu me hizo recordar esa conversación, pues, entre tanto obituario de los medios y memes de las redes, resultó inevitable y, por qué no decirlo, necesario releer su historia y volver a sus frases.
Hoy, en un ejercicio perfecto para cerrar el 2021 y en preparación para el 2022, quiero compartir con ustedes algunas citas necesarias de este arzobispo sudafricano que sirven para vernos en el espejo a cada uno de nosotros como sociedad y como integrantes de un país llamado Colombia.
"Perdonar no es olvidar; en realidad es recordar, pero recordar sin hacer uso del derecho a devolver el golpe. Es una nueva oportunidad para tener un nuevo comienzo. Y la parte de recordar es particularmente importante. Especialmente, si no quiere repetir lo que ya ocurrió".
"Llegamos a un punto en el que necesitamos dejar de sacar cuerpos de la corriente del río. Debemos ir río arriba y descubrir qué hace que esos cuerpos caigan al río".
"La transformación comienza en cada uno, sin importar quién eres, sin importar qué has vivido, sin importar cuánto estás sufriendo. Transformarse es posible. No nos sanamos en soledad. Cuando nos conectamos con otros –cuando contamos nuestras historias le ponemos nombre al dolor, perdonamos y renovamos nuestras relaciones– el sufrimiento empieza el camino de la transformación".
Para algunos parece muy difícil aplicar el crucial mensaje de amor y perdón que es columna vertebral del cristianismo.
"Siempre ha sido fácil, y hasta ahora nos damos cuenta, categorizar países y naciones. Usted sabe así quiénes son sus enemigos y en quién se puede contar como colaboradores o amigos. Y, lo más importante, ya tiene claro quién será su chivo expiatorio cuando necesite culpar a alguien porque algo sale mal".
"Doy gracias a Dios por haber creado al Dalai Lama. De verdad creen, como algunos argumentan, que Dios dice: '¿saben? El tal Dalai Lama no es tan malo. Lástima que no sea cristiano'. No creo que sea así, porque, de hecho, Dios no es cristiano".
Vaya sabiduría la de este hombre de la Iglesia. Cuán necesario es retomar estas frases para poder mirar con algo de optimismo el futuro.
¡Cuánta falta nos hace en Colombia que aquellos que más invocan a Dios entiendan las palabras del que es uno de los más importantes libros de filosofía en la historia de la humanidad: la Biblia!
Perdonar, sin revanchismos. Buscar de dónde sale tanto muerto. Dejar de señalar a quien no piensa como nosotros cual si fuera responsable de todos los infortunios que vivimos. Comprender a aquel que está en la otra orilla y cobijarlo con respeto y amor.
Es muy fácil ir a misa los domingos. Es muy sencillo rezar el rosario y cada tanto andar invocando a Dios. Pero para algunos parece muy difícil aplicar el crucial mensaje de amor y perdón que es columna vertebral del cristianismo y catolicismo.
Mercaderes de Dios (que da bastantes votos), pero de pobres espíritus.
PreguntaSuelta: ¿alguien de verdad cree que la ampliación de planta de la Procuraduría servirá para que ese organismo sea más efectivo en la misión que le encomendó la Constitución? ¿Será capaz la Procuradora de hacer nombramientos por meritocracia y no dedocracia?
JUAN PABLO CALVÁS