Hace bien Humberto de la Calle encabezando la lista al Senado de la Coalición de la Esperanza, igual que otros “precandidatos” también lo harían bien si se bajan de ese bus sin gasolina en el que andan montados y le apuestan a uno en el que no solo podrían ganar de verdad, sino que además serían necesarios.
De la lista de aspirantes a la presidencia que ahora ronda los 60 nombres, no pasarán sino 5 o 6 el colador de las consultas y de la recolección de firmas. En cambio, muchos de ellos podrían ser extraordinarios congresistas, combativos, conceptualmente fuertes y valiosos para la democracia de este país. Tendrán hasta la mitad de diciembre –no mucho tiempo– para decidirse y me temo que, por andar engolosinados con la aventura fallida de llegar a la presidencia, muchos van a quedarse por fuera esperando una consulta en marzo en la que, de todos modos, van a perder. De lo que no se han dado cuenta, por vanidad o porque en sus partidos y movimientos no los han persuadido, es que el servicio que le prestarían al país sería enorme si se presentaran al Senado o la Cámara y ‘jalan’ consigo a gente más joven que quiera llegar a la Rama Legislativa.
Esa ‘jartera’ de ciertos políticos de lanzarse al Congreso y ese desprecio de los ciudadanos por el Legislativo es el que ha hecho que lleguen tan malos parlamentarios o que esas curules queden en manos de personas al servicio de organizaciones criminales o que el Senado y la Cámara se hayan convertido en simples notarios de los presidentes de turno, alentando ese modelo de democracia transaccional perverso que se ha impuesto en las últimas décadas.
Los colombianos todavía no somos conscientes de que es en el Congreso por donde pasan la mayoría de decisiones que nos afectan directamente: los impuestos, las plataformas de transporte que usamos, las partidas presupuestales con las que se construyen las obras importantes de infraestructura en los municipios en los que vivimos, los días sin IVA, los incentivos –y desincentivos– para hacer (o dejar de hacer) determinadas actividades y donde se garantiza (o se mina) la seguridad jurídica necesaria para atraer inversión o generar ambientes de negocios sanos y estables.
En todas las toldas hay gente que le imprimiría pluralidad y altura al próximo Congreso. De los cinco precandidatos del Centro Democrático, los 4 que queden descartados después del 22 de noviembre deberían hacer parte de un grupo fuerte y cohesionado que busque reemplazar el vacío que dejará en esa lista el nombre de Álvaro Uribe. Lo mismo en el Partido Liberal, que ha maltratado a Eduardo Verano de la Rosa, deberían ofrecerle apoyo para que sea uno de sus senadores, más votados o en Cambio Radical deberían poner a encabezar su lista al Senado a un tipo de los quilates de Enrique Peñalosa, en ausencia de un Germán Vargas Lleras, que debería volver al Congreso, aunque ya se sepa que no lo va a hacer.
En la izquierda, Francia Márquez sería una voz potente de los territorios y los líderes sociales. Y en el conservatismo, exministros como Mauricio Cárdenas y Juan Carlos Echeverry llevarían al Congreso conocimiento y experiencia en una de las materias más sensibles como la de la economía.
Señores, no lo duden más. Láncense… pero al Congreso, que está clamando a gritos nombres de personas buenas que, entre otras cosas, le hagan contrapeso a un eventual gobierno populista y peligroso como el que podemos tener.
JOSÉ MANUEL ACEVEDO M.