¿Intervenir para qué?

Le pregunté al presidente Gustavo Petro por qué cree que la medida de intervención que se tomó frente a la Nueva EPS y a Sanitas va a cambiar el curso de la historia de esas empresas prestadoras de salud. Más allá del debate de si era la hora de intervenirlas o aplicar otras herramientas menos drásticas, la realidad es que la determinación se tomó y ahora los colombianos necesitamos saber qué efecto va a tener la medida.

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La respuesta del primer mandatario fue que se logró contener una situación –para él irregular– en el manejo de los recursos de esas EPS y que ahora lo que sigue es mejorar la atención de los pacientes. Me permití dudarlo y me replicó que lo que yo tenía en realidad era un “prejuicio”, pero la verdad es que la historia de las intervenciones, de este gobierno y varios de los anteriores, ha sido nefasta en nuestro país y no ha solucionado los problemas reales del sistema de salud.

No vayamos tan lejos: este gobierno intervino Savia Salud, en Antioquia, y según los datos arrojados por la propia Superintendencia de Salud, recogidos en un buen artículo de El Colombiano, de mayo a diciembre de 2023, tras la intervención, dicha EPS se rajaba en 17 de 23 indicadores y las quejas de los s aumentaron de 4.200 en promedio, por mes, a más de 5.000 después de la actuación del Gobierno Nacional. En el caso de Famisanar, el periodista Jorge Espinosa mostró en una columna de opinión en Cambio que “casi cuatro meses después (de la intervención), no se conoce el plan de pagos que se prometió, y las IPS tienen las manos amarradas para adelantar acciones judiciales que obliguen a Famisanar, controlada por el Gobierno, a pagar las deudas atrasadas”.

La revista Semana, por su parte, da cuenta de cómo Asmet Salud, la primera EPS intervenida por este gobierno, enfrenta ahora el doble de quejas de los pacientes después de la medida y, según Semana, algunos proveedores y la propia prestadora de salud han tenido que proceder al despido de cientos de trabajadores, por lo que uno vuelve a preguntarse si las intervenciones son un buen remedio frente a los problemas innegables del sistema de salud o simplemente un capricho de los gobernantes de turno que, para decir que algo están haciendo, terminan provocando un colapso mayor.

En la mayoría de casos, intervenir es igual que liquidar y aun cuando algunas de esas empresas se merecían esa suerte por manejos probadamente corruptos o porque su situación financiera era verdaderamente inviable –muchas de las cuales tuvieron coto durante la istración del exsuperintendente Fabio Aristizábal–, en esta ocasión hablamos de dos EPS –Sanitas y Nueva EPS– cuyo tamaño y relevancia en el sistema ameritan un análisis más cuidadoso.

Gustavo Morales, otro exsuperintendente y hoy presidente de Fasecolda, dijo en entrevista con La Silla Vacía que “es muy importante que se haga todo para que esta intervención no termine en liquidación”, y explica bien por qué la ruptura de los gobiernos corporativos lleva a fracasos de los que tendríamos que haber aprendido algo.

Lo cierto, insistamos en esto, es que la decisión está tomada y a menos que por la vía judicial se caigan las medidas istrativas y aun mientras eso ocurra, ni el presidente Petro ni el superintendente Luis Carlos Leal se pueden lavar las manos y echarles la culpa de las fallas de atención y el manejo de los recursos a los antiguos es porque la mitad de los colombianos asegurados hoy estamos bajo la directa responsabilidad de este gobierno. Ni los alcaldes, ni los congresistas ni los extranjeros con participación en el modelo son responsables de lo que pase de ahora en adelante. ¿Intervenir para qué?... “Ya lo verás”, me contestó el presidente Petro. En efecto, ya lo veremos...