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Encontrar optimismo en tiempos difíciles

Debemos tener claro que el próximo gobierno colombiano debe tener como prioridad reconciliar.

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CONSULTOR EN COMUNICACIONES Y POLÍTICAS PÚBLICASActualizado:

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(También le puede interesar: Un camino de encierro y terquedad)

Pero pienso con frecuencia, y en esto coincido con muchas personas con quienes converso en la cotidianidad, que si vienen tiempos difíciles para el país, quienes escribimos sobre su situación también tenemos un deber con nuestros lectores: buscar un equilibrio cada vez más complejo de conseguir. Y así, encontrar –por difícil que sea– motivos para no caer en la desilusión o el pesimismo en medio de horas oscuras. Porque creo con especial convicción que en tiempos tan agitados e inciertos tenemos que ofrecernos, entre todos, razones para no perder la escasa esperanza.

Así existan motivos de sobra para sentir preocupación, también hay acciones y voces que nos deben traer una dosis de optimismo. Y devuelve algo de esperanza que, ante los cálculos alegres, las promesas irresponsables y los discursos de rivalidad que propone el gobierno, desde diversos sectores existan voces dispuestas a refutar narrativas llenas de falacias. Mientras el país se envuelve en más y más preocupaciones, por razones tan distintas como los posibles cortes de energía, el desabastecimiento de agua, el momento de muy lento crecimiento que vive la economía, la peligrosa propuesta de constituyente y las banderas de retroceso en el sistema de salud, mantener el optimismo parece ser una tarea crecientemente difícil.

Y debemos partir desde un golpe de realismo: muchos de estos factores de preocupación por la economía, la estabilidad institucional y la unidad del país seguirán enfrentando pruebas de fuego diarias. Ya hemos visto que ante cada escenario en el cual el gobierno ha tenido la opción de dialogar o girar hacia la moderación, su decisión ha sido siempre la de asumir la confrontación como bandera y método, como camino y destino. Y así será especialmente difícil construir un país de consensos, o como prefiere llamarlos el gobierno nacional, de pactos. Sin embargo, mientras desde el poder la apuesta es dividir, provocar y fragmentar, desde otros sectores hay quienes buscan enfrentarse a estos excesos.

Es, por ejemplo, el caso de las altas cortes que han decidido preservar el funcionamiento de las instituciones y el respeto por los derechos de la ciudadanía, que muchas veces son puestos en riesgo a través de las reformas trapecistas del gobierno. En medio del actual proceso político que vive el país, las cortes han dado una valiosa lucha por la defensa de la Constitución, incluso cuando eso ha representado presiones enormes e indebidas en su contra.

También son muchas las voces del periodismo que han demostrado independencia y capacidad crítica ante propuestas tan inconvenientes como la ya hundida reforma a la salud y la asamblea constituyente. Desde campos como la opinión, la investigación y la denuncia se han llevado a cabo esfuerzos verdaderamente valiosos para recordarle al presidente Petro que mucho de lo que hoy hace desde el poder antes lo criticaba como opositor. Y por más que el presidente insista en clasificar cuál es el buen periodismo y dedique horas enteras a pelear con periodistas todas las semanas, la prensa tiene la responsabilidad sagrada –la ha tenido siempre– de no permitir los excesos del poder y de denunciar las contradicciones de quienes hoy pretenden reescribir las reglas de juego del Estado colombiano.
Mientras desde el poder la apuesta es dividir, provocar y fragmentar, desde otros sectores hay quienes buscan enfrentarse a estos excesos.
El optimismo también se lo debemos a líderes que, aunque ajenos al debate cotidiano de la política, son algunos de los que más han sufrido por las decisiones y las narrativas de la actual istración. Los empresarios, pequeños, medianos y grandes, que a pesar de tantas banderas rojas han insistido en apostarle a mantener los negocios funcionando, aportan una dosis de esperanza que permite creer que en nuestro país es posible un futuro de bienestar, crecimiento y desarrollo. Sus esfuerzos, aún ante escenarios de pérdidas y retaliaciones, han permitido que la economía colombiana tenga un mejor prospecto para este año y el año que viene.

Los dirigentes de la oposición, por su parte, tienen mucho por aprender de tantos sectores que han decidido no agachar la cabeza y mantener el optimismo en horas especialmente complejas. A ellos debemos recordarles que en tiempos en los que la división y la radicalización pueden ser cartas útiles de juego, la apuesta sensata no es otra que buscar recuperar la unidad y retomar la reconciliación. Entre más se acerca 2026, más debemos tener claro que el próximo gobierno colombiano debe tener como prioridad reconciliar esta nación dividida y devolverle el optimismo sobre su futuro.

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