Bastaron pocas semanas para desmantelar por completo la democracia en Estados Unidos. El caldo de cultivo estaba en su punto, las hordas ciegas de seguidores del tirano Trump gozaban de buen adoctrinamiento con ‘Fox News’ y el asco de medio país por haber tenido a un presidente afroamericano estaban en su punto de nieve.
Siguiendo al dedillo su manual, Project 2025, los áulicos de Trump se apresuraron a prohibir las políticas de igualdad, equidad e inclusión a nivel federal, y entró en vigor la práctica arbitraria y temeraria de deportaciones a todo aquel que apoyara a Palestina en manifestaciones o, inclusive, columnas de opinión.
Ni siquiera los inmigrantes con ‘green card’ o visa están a salvo: docentes universitarios y estudiantes doctorales han sido deportados por criticar el genocidio del pueblo palestino. La agencia de inmigración (ICE) ha iniciado una serie de deportaciones en masa, ignorando los fallos de jueces prohibiendo el envío de inmigrantes a prisiones en El Salvador.
Pero los de la secta Maga persisten en su apoyo al líder, hundiendo la cabeza en la arena y catalogando de falsedad cualquier denuncia en contra de Trump. Los brutales recortes al Seguro Social, a la academia y a programas de ayuda internacionales (Usaid) se han canalizado en un aumento desproporcionado del presupuesto militar y de contratos con Elon Musk.
Analistas políticos y académicos como Jason Stanley, de Yale University, catalogan el régimen de Trump de abiertamente fascista, mientras se prepara para emigrar, por temor a represalias. La situación es tan dramática que muchos anticipan que pronto se decretará ley marcial, exclusiva de situaciones de guerra o crisis agravada, en la que se otorgan poderes extraordinarios a las fuerzas militares.
Esto aboliría de inmediato la separación de poderes y concentraría las ramas ejecutiva, judicial y legislativa en cabeza de Donald Trump, lo que daría vía libre a la persecución generalizada de opositores, periodistas, líderes políticos que discrepen del régimen, como bien ocurre hoy en Corea del Norte y Rusia, y como ocurrió en España con Franco, en Alemania con Hitler y en Argentina con Videla.
Muchos anticipan que pronto se decretará ley marcial, exclusiva de situaciones de guerra o crisis agravada, en la que se otorgan poderes extraordinarios a las fuerzas militares
Millones de habitantes de Estados Unidos hoy sufren la terrorífica posibilidad del encarcelamiento en un país como El Salvador, donde tampoco hay garantías de un debido proceso ni una separación de poderes. Mientras muchos salen a las calles protestando por los recortes a múltiples programas estatales, otros tantos permanecen en sus casas, temerosos de ser capturados en una marcha y encarcelados extramuros sin la posibilidad de obtener un abogado y sin poder ar a sus familiares. Las recomendaciones de borrar aplicaciones de redes sociales en los celulares, de deshabilitar la ubicación de la persona, de cubrirse el rostro durante las marchas, todo esto surge cuando ya no hay garantías y cuando el disenso se paga con la cárcel.
El rebaño está en control, la América profunda está en control, la mentalidad ‘amish’ está en control. No solo hay una guerra declarada contra la democracia, sino contra todas las conquistas de la Modernidad, incluidas la medicina, la educación, la lucha contra el racismo; contra la misoginia, la homofobia, la transfobia, la xenofobia, aporofobia.
El niño rico de Queens está al mando, y lo está destruyendo todo a su paso. Estados Unidos tardará décadas en recuperar lo perdido, si es que logra restaurar la verdadera democracia en el futuro cercano, pues está claro que Trump y su séquito llegaron para quedarse.
MARÍA ANTONIA GARCÍA DE LA TORRE
En X: @caidadelatorre