Gabriel García Márquez dijo de él que era el cuentista campeón de las doce líneas, palabras que quedaron consignadas en la dedicatoria que le escribió en ‘Cien años de soledad’ cuando se encontraron una tarde en Bogotá, mientras visitaban una librería. Y Daniel Samper Pizano escribió en Lecturas Dominicales de EL TIEMPO que era “una espléndida revelación microcuentística”. Esta afirmación la hizo el periodista por haber ganado, en 1978, el Premio Nacional de Minicuento convocado por este diario, a donde llegaron cerca de mil relatos cortos. Se reveló como cuentista en sus tiempos de estudiante de bachillerato. Con la publicación del libro ‘Las primeras palabras’ (1972), en conjunto con un hermano suyo, demostró que la narrativa era su fuerte literario.
Estoy hablando de Carlos Orlando Pardo, escritor nacido en 1947 en El Líbano (Tolima), fundador en 1972, con su hermano Jorge Eliécer, de Pijao Editores, empresa que en cincuenta años de existencia ha publicado cerca de seiscientos títulos de autores colombianos. Pues bien: el título que lleva esta columna es el mismo de un libro publicado el año inmediatamente anterior, donde se habla de la obra cuentística de este escritor que ha dado a la luz pública nueve libros de cuentos, además de las novelas ‘Lolita Golondrinas’, ‘Verónica resucitada’, ‘El beso del francés’, ‘Benjamín se fue a la guerra’ y ‘Las noches de la espera’. El libro fue escrito por el autor huilense Benhur Sánchez, y en él se hace un análisis profundo de sus constantes temáticas, de su estilo literario y de sus técnicas narrativas.
A lo largo de sus más de sesenta años de actividad intelectual, Carlos Orlando Pardo ha publicado, según Benhur Sánchez, un total de 114 cuentos, cifra que habla de su disciplina en este género literario. En el texto de presentación de ‘Antología personal’, publicada por Pijao Editores en 2014, el escritor tolimense confiesa que ha sido “esencialmente un cuentista”. Dice que se siente cómodo en este género que le ha permitido aparecer en antologías como ‘Obra en Marcha II’, de Juan Gustavo Cobo Borda; ‘Cuento colombiano contemporáneo’, de Eduardo Pachón Padilla; ‘Cuentistas hispanoamericanos en la Sorbona’, publicado por la Biblioteca Luis Ángel Arango; ‘La violencia diez veces contada’, de Germán Vargas Cantillo, y ‘Café con amor’, de Luz Mery Giraldo y Henry Luque Muñoz.
El libro ‘El cuentista que llegó del Líbano’, escrito por Benhur Sánchez Suárez, es una afortunada aproximación a la obra cuentística de este escritor que ha tomado a El Líbano, el pueblo donde vino al mundo, como un referente geográfico de su narrativa. En sus páginas el autor analiza cada uno de sus cuentos, buscando en ellos las claves para entender su creación literaria, las similitudes de sus personajes con gente de su entorno familiar, la preocupación por los problemas de su tierra, la presencia de las mujeres en su narrativa, la relación con la historia violenta del Tolima, el humor que tienen algunos textos y el proceso de patogénesis de las historias. Todo manejado con un lenguaje preciso, sin palabras sobrantes y pulcro en el manejo del idioma.
A lo largo de sus más de sesenta años de actividad intelectual, Carlos Orlando Pardo ha publicado, según Benhur Sánchez, un total de 114 cuentos, cifra que habla de su disciplina en este género literario
Veamos algunos de sus cuentos. ‘Delta’ me hizo rico es un relato en primera persona que llama la atención del lector. El título hace pensar en una historia de sexo, pero no lo es. Narra la historia de una colombiana que llega de Nicaragua, el país donde vive. Aquí se reencuentra con un viejo amor. Es hermosa. Llega con ideas de negocios. Como quiere conquistarlo, le dice que mueve mucho dinero, que si él quiere puede tener una casa hermosa, un carro último modelo y una finca de recreo. Le pide que la acompañe a comprar un terreno para construir viviendas. Representa, dice ella, a unos inversionistas chinos. El hombre piensa que, a su lado, puede hacerse rico. Acepta acompañarla en un viaje. Descubre, entonces, que es mitómana. Su sueño de ser rico se evapora. Aprende de esa experiencia.
En el texto ‘Algunas intimidades sobre mis cuentos’, que abre su antología personal, hay una frase donde Carlos Orlando Pardo expresa que escribir es para él una lucha contra el olvido. Es esta: “Escribir es una pelea para que no se muera lo que amaste, para darle varias vidas, para completar verdades y encontrar respuestas”. Aquí se sintetiza su interés por hablar de su entorno familiar, por reconstruir el pasado de su estirpe, por regresar con su prosa a los sitios que le traen bellos recuerdos, por rememorar pasajes de la infancia, por volver sobre esas calles que anduvo cuando era un niño. Es la voz de un creador de belleza que “aprende a diario sobre la vida y la muerte” y que quiere despertar sensibilidades. El cuentista nacido en El Líbano dice que escribir “es una manera de ser libre, aventurero, jugador y reflexivo”.
Carlos Orlando Pardo logra que, al terminar la lectura de un cuento, el lector sienta un cambio en su manera de pensar. Se advierte en el cuento: ‘La trampa’. Es la historia de un hombre que regresa a El Líbano para asistir al entierro de un amigo de su padre. En la iglesia reconoce rostros cuyos nombres había olvidado. Recuerda que después del incendio que consumió el Café Águila solo quedó en pie una greca centenaria. Sobre este cuento dice Benhur Sánchez: “Aquí nos encontramos con el regreso al pueblo, y el amarre a los recuerdos y a la nostalgia”. Agrega que es “tan certero en las descripciones y en la recreación de los lugares, que el lector vive las escenas”. Quien lee este cuento cambia de manera de pensar frente al espacio de la infancia. Entiende lo que representan en la vida los recuerdos.
Fernando Ayala Poveda dice que, con un lenguaje casi conversacional, Carlos Orlando Pardo “logra la magia de llegar a lo definitivamente literario”. En esto tiene razón. El estilo narrativo de este escritor galardonado en varios certámenes es límpido, pleno de saudades, adobado de poesía. Con la misma versatilidad con que maneja el monólogo interior lo hace con el narrador en primera persona. Tiene maestría en el manejo de la técnica narrativa del trasloque, que es el cambio constante de tiempos en la narración. Cuando trabaja lo que los teóricos de la novela llaman la perspectiva absoluta demuestra dominio de esta técnica. Además, el uso de la epímone le proporciona a su narrativa fuerza expresiva. El libro de Benhur Sánchez es un homenaje a un escritor que es considerado el patriarca de la cultura en el Tolima.
JOSÉ MIGUEL ALZATE