No muchos saben que así se llamaba el pajarito azul de Twitter. El nombre era en honor a quien fuera una de las leyendas más esplendorosas de la NBA, Larry Bird, de los Boston Celtics. Uno de los cofundadores de Twitter, Biz Stone, bautizó así al mirlo azul como homenaje a su ídolo y a su equipo. Larry, el pájaro, nació en 2006 y falleció la semana pasada, antes de cumplir los 18 años.
Elon Musk, el nuevo propietario de la red social más polémica de todas, sepultó a Larry sin mucho aviso y rebautizó a Twitter como X. Hoy, en nuestros celulares o desde el computador, una X blanca con el fondo negro, un logo agresivo, si me preguntan, reemplaza a Larry.
El cambio me sigue pareciendo extraño y no me acostumbro aún. Cuando voy a entrar a Twitter me demoro buscando a Larry y paso por encima de la X. ¿En qué momento descargué una aplicación pornográfica?, me pregunto, pero luego me acuerdo de que esa X es el nuevo Twitter. Me imagino que en un par de semanas asimilaré el nuevo logo.
Muchas personas me han preguntado qué significa esta última jugada de Musk y, la verdad, cualquier respuesta no sale del campo de la especulación. Solo el genio de Tesla, y propietario absoluto de Twitter, perdón, de X, sabrá qué se está imaginando. Pero el cambio, seguramente, está lejos de ser un capricho y forma parte de la visión que tiene Musk de la plataforma, que va muchísimo más allá de tener una red social que sea una plaza de mercado donde todo el mundo conversa e intercambia opiniones.
Quizás para entender hacia dónde se moverá Twitter haya que estudiar la trayectoria de Musk como disruptor absoluto de cada sector en el que ha estado. Sea cual sea la razón que lo haya llevado a ese cambio, poco le importa lo que le pueda costar a la plataforma en su valuación de cara al mercado. Según Bloomberg, la empresa puede perder 20.000 millones de dólares del valor de su marca. ¿Quién en su sano juicio haría semejante estupidez? Elon Musk. Bueno, y Gustavo Petro también.
Pero bueno, tratemos de entender hacia dónde va, comenzando por los orígenes de Musk. Estamos ante un visionario que, según periodistas que lo han estudiado, siempre quiso tener una empresa llamada X. ¿Por qué? Dicen que por su amor a la ciencia ficción. Cuando fue presidente ejecutivo de Pay Pal, quiso ponerle X a la empresa y la junta directiva lo sacó de su puesto.
El enigma actual, de por qué X, me evoca un poco al Rosebud de Charles F. Kane, en Ciudadano Kane, que puso a un periodista a investigar la importancia de la última palabra que pronunció Kane en su lecho de muerte (resultó siendo la marca del trineo en el que jugaba de niño, antes de que su mamá le cediera su custodia a un banquero).
No obstante, anécdota aparte, Musk tiene sueños de grandeza con X. Según la actual presidenta ejecutiva de X, Linda Yaccarino, X será un Estado futuro de interacción ilimitada. “Será un mercado global de ideas, bienes, servicios y oportunidades, todo potenciado con inteligencia artificial, y nos conectará de una forma que apenas estamos comenzando a imaginarnos”, señaló.
En pocas palabras, X quiere ser todo. “X va a constituir la mitad del servicio financiero del mundo”, dijo Musk. Palabras mayores. Y sí, aunque es innegable el talento del hombre más rico del mundo, no deja de ser cierto que también es un bocón que promete y no cumple, igual a... Varios de sus rimbombantes anuncios no se han cristalizado, como que llegaremos pronto a Marte.
Solo el tiempo nos mostrará qué será X. Pero hoy démosle a Twitter un entierro digno como concepto, como idea, aunque fallara frente a lo que se imaginaron sus fundadores. Twitter formó parte de una era de Silicon Valley que quería cambiar el mundo para mejor. No lo lograron, pero la intención estuvo ahí. De Musk, no sé yo qué quiera. Todo se andará.
DIEGO SANTOS
Analista Digital
En Twitter: @DiegoASantos