Desconfía de lo que crees saber

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La pieza narra dos momentos, dos posiciones, un mismo hecho. En el primero, Tessa Ensler es una abogada penalista que alardea de sus estrategias discursivas para confundir el relato de las víctimas demeritando su credibilidad de tal manera que acusados de abuso salen libres. En el segundo, es ella esta vez la víctima, que se siente desmoronada y agredida por esas mismas artimañas que ahora enredan su propio relato y ponen en duda sus intenciones y la evidencia.

Esta diferencia de miradas ante el mismo crimen me hicieron pensar en la propuesta de este 'conversatio'. Prima facie, palabras latinas que denotan un hecho relativo cuyo significado es ‘a primera vista’ o ‘en principio’. Esta expresión, que “es de uso frecuente en el ámbito jurídico para dar a entender la apariencia de una situación o de un derecho, pero sin prejuzgar el asunto”, es el título de la obra de la dramaturga Suzie Miller, que interpreta magistralmente Cristina Umaña en un exigente monólogo, inmersa en una impecable puesta en escena.

En el caso del periodismo, oficio que he ejercido por años, son muchos los temas que se cubren y más allá de basarse con disciplina en hechos, en el contraste de los mismos, en el uso de fuentes idóneas y pluralistas, en fin, en el periodismo serio, he de confesar que me sorprendo cuando algunos me cubren a mí. No desde la opinión, esa la dejo a su moral, pero desde los hechos. Me sorprenden “medios” reconocidos –distintos a esta casa editorial– que me han cambiado de padre, de profesión, de lugar de nacimiento, pero, ante todo, que han puesto palabras e ideas que no me pertenecen, y en algunos casos, que jamás diría por repugnantes. Entonces aplica esta reflexión entre roles de emisor y receptor. Distintos. Distanciados.

Alguna vez con una amiga discutimos sobre el plebiscito del presidente Santos, un tema muy específico: el perdón. Mientras cenábamos en un gran restaurante de Medellín, ella tenía una posición inamovible de no perdón. Yo había conocido y visitado víctimas con dramas de toda magnitud, algunas dispuestas a perdonar, otras no. ¿Quién soy yo para decirle a una mujer que me mira a los ojos contándome de su hijo asesinado en combate, de su hijo perdido en el vientre mientras corría al ser desplazada y del tercero desaparecido, que perdone? Esta mujer, mayor, me dijo “perdono”, pero otros dijeron “no perdono”. La relación que hago aquí, de nuevo, es cuál es mi posición de observadora de la realidad, mientras me pregunto cuál sería la mía como víctima. Y por no dejar esta idea en el aire: ¿es el perdón institucional el perdón personal?

Conversando con el director de Prima facie, el antropólogo Nicolás Montero, sobre el teatro y su impacto de transformación, después de disfrutar una vez más de su impecable talento me decía: “Los actores están en el contexto de su tiempo y por eso su ejercicio, su labor da cuenta de las preocupaciones de sus contemporáneos. Cuando el teatro pone el oído en la realidad, los actores son los instrumentos más finos que hay para saber lo que nos está pasando como seres humanos. Son como escarpelos para explorar la condición humana… La comprensión de la realidad es también emocional y por eso los personajes nos conmueven, porque presenciamos la vida pasando frente a nosotros”.

“Los actores son pequeñas crónicas de su tiempo”, son palabras de Hamlet. Tessa me conmovió, “Desconfía en lo que crees saber”, me dijo en escena y me puso a escribir esta columna sobre las distancias que nos crean los espacios de referencia donde nos posamos si no tenemos sensibilidad de los otros lugares.

@MOrtizEDITOR