Democracia, en problemas

La palabra más frecuente y benigna es 'crisis'. Otras expresiones indican más serias advertencias.

'El regreso de la dictadura' es uno de los titulares de la reciente edición del Journal of Democracy. Esto tal vez no diga mucho a los países que no han sufrido regímenes dictatoriales. Mas vale que abran los ojos.

(Le puede interesar: ¿Temores sin esperanzas?).

Kevin Casas Zamora, secretario general del Instituto Internacional para la Democracia y la Asistencia Electoral (International IDEA), prefirió utilizar un término más sutil: "tribulaciones". Así tituló una lúcida conferencia en Oxford el mes pasado, en la que examinó las adversidades que hoy enfrenta la democracia en Latinoamérica.

No consideró sus problemas de manera aislada: "Lo que ocurre en la región (...) es parte de un proceso global". Esta referencia comparativa está lejos de ser una invitación a la complacencia. Es un punto de partida fundamental para entender el fenómeno antes de "sucumbir" sin remedio.

Las consideraciones de Casas Zamora van acompañadas de los resultados del último informe sobre ‘El estado global de la democracia 2024’, publicado hace algunas semanas por International IDEA (https://www.idea.int/gsod/2024/). Es un estudio que requiere mayor atención. Por lo pronto, hay que destacar su conclusión central: la erosión global de la democracia en las últimas décadas es una realidad. Y lo es no solo en países de tradiciones democráticas débiles sino en aquellos que, históricamente, parecían sus modelos.

Entre los factores generales identificados por Casas Zamora para explicar dicha erosión, destaca la creciente falta de "credibilidad" de las "democracias occidentales", mientras emergen regímenes "alternativos" –llámense "iliberales", "híbridos", o simplemente "autoritarios"–. En sus palabras, "el ambiente internacional es ahora mucho menos conducente a la democracia". La reelección de Donald Trump (que exige un examen más detenido) parece poner a prueba la democracia moderna en una de sus cunas más preciadas.

El foco del discurso de Casas Zamora, sin embargo, fue Latinoamérica. Tras advertir las dificultades de aplicar una misma vara para una región tan vasta, variada, y compleja, concentró su atención en unos pocos problemas comunes, sobre todo en las debilidades del "imperio de la ley", vinculadas a las enormes dimensiones de la desigualdad en la región.

El "imperio de la ley", claro está, es un tema multidimensional. No puede entenderse sin abordar las condiciones que lo hacen posible, entrelazadas con sus diversas expresiones.

Sus más palpables, por afectar directamente al cuerpo social, son aquellas que atentan contra la seguridad personal. Que Latinoamérica se señale como la región en el mundo con las más altas tasas de homicidio no es un dato menor. Casas Zamora advierte que el crimen organizado es el "desafío más grave" que enfrentan hoy las democracias latinoamericanas –el fenómeno se ha extendido a países donde no era un tema mayor, Costa Rica, Chile y Uruguay–.

Algunos no parecen ver las relaciones que existen entre la democracia y la inseguridad –un problema que, como observa Casas Zamora, impacta de manera predominante en los sectores sociales más vulnerables–. Pero la inseguridad mina la confianza en las instituciones democráticas: El "desmoronamiento del orden público" ha sido con frecuencia el preludio de los autoritarismos.

Entre todos los problemas, Casas Zamora apuntó a uno de apariencia intangible, relacionado con el estado de ánimo de los ciudadanos: el desencanto interno con la democracia. Una voz de alerta contra las narrativas que le niegan a la democracia cualquier éxito y abonan así el terreno para el surgimiento de sus enemigos.