La ciencia tiene la capacidad de imaginar nuevos mundos porque ve más allá, derriba ideas preconcebidas y, poco a poco, se acerca a una mejor comprensión del universo. Con razón, el conocido teórico de la ciencia Carlo Rovelli la describe como una de las más hermosas aventuras humanas.
En El primer científico: Anaximandro y su legado, Rovelli explica qué es el pensamiento científico, cómo y por qué surgió en la Grecia del siglo VI a. C., y lo que para la humanidad ha significado semejante revolución.
Anaximandro nació en la antigua ciudad griega de Mileto en una época en la que predominaba en el mundo una forma de pensamiento mítico y religioso, basado en dogmas divinos que, por su propia naturaleza, no podían ser cuestionados. La grandeza de Anaximandro está en haber rediseñado nuestra relación con el universo, inventado una nueva forma de pensarlo basada en la curiosidad, en el rechazo de las certezas y en la apertura al cambio. Ese espíritu libre e investigador que caracterizó a quien Rovelli llama el primer científico, llegaría a definir el pensamiento griego y, posteriormente, el moderno.
Tanto el método científico como la estructura política democrática se basan en la creencia de que las mejores ideas surgen en las discusiones entre muchos y no de la autoridad impuesta.
El griego descubrió que era posible comprender la naturaleza a partir de sí misma, del detallado estudio de sus fenómenos y de la manera como se relacionan unos con otros. Entre las teorías que les atribuyen los textos antiguos están: 1) que la multiplicidad de las cosas del universo tiene un único origen que él llamó apeiron, infinito; 2) que el mundo se creó en el momento en que el frío y el calor se separaron del apeiron; 3) que la Tierra es un cuerpo de dimensiones finitas que flota en el espacio porque no tiene hacia dónde caer. Anaximandro llegó a estas conclusiones observando cuidadosamente la naturaleza e intentando desarrollar explicaciones racionales.
Según Rovelli, no es coincidencia que esa nueva manera de pensar haya surgido en la Antigua Grecia. La forma como los griegos entendían y vivían la política es afín al método científico. “El nacimiento de la ciencia y de la democracia tienen algo en común: el descubrimiento de la importancia y la utilidad de la crítica y del diálogo entre iguales”, dice Rovelli. Tanto el método científico como la estructura política democrática se basan en la creencia de que las mejores ideas surgen en las discusiones entre muchos y no de la autoridad impuesta. Es en el intercambio de ideas que se rechazan las hipótesis débiles y se construyen teorías que favorecen a la comunidad.
Anaximandro estudió a cabalidad al filósofo que lo precedió, Tales de Mileto, comprendió sus logros intelectuales, identificó sus errores, y al intentar corregirlos avanzó nuestro conocimiento del mundo. He ahí la fuerza del pensamiento científico; viene del profundo reconocimiento del valor de las hipótesis y los resultados obtenidos en el pasado, lo que no impide criticarlos para seguir aprendiendo y expandiendo el conocimiento humano. Dicho de otro modo, la ciencia ha sido exitosa en su desarrollo del conocimiento porque ha sabido mantener un diálogo constante y enriquecedor. “Una nueva teoría científica nunca surge de la sola imaginación del científico,” dice Rovelli. “Por el contrario, es siempre una pequeña modificación de los conocimientos existentes”.
Es un paso adelante que a veces simplemente viene de proponer que se plantee el problema de otra manera.
Para Rovelli, la ciencia es el descubrimiento de dos cosas: 1) el secreto del conocimiento es estar abierto al aprendizaje. Para ello es fundamental observar detalladamente el mundo e intercambiar ideas con otros, pues solo así nos damos cuenta de los límites de nuestro pensamiento y logramos ampliarlo. 2) La importancia de no creer que hemos llegado a una verdad absoluta. “La fiabilidad de la ciencia no está en la certeza, sino en la radical ausencia de ella,” dice el científico italiano. Esa incertidumbre no solo no le resta valor al conocimiento, sino que, por el contrario, nos mantiene abiertos a la posibilidad de seguir aprendiendo.
CRISTINA ESGUERRA