Quería seguir con Zweig y el futuro. Pensar un poco más sobre lo que nos espera en 2025: ¿paisajes más de sombras que de luces? Pero he leído que algunos, aquí y en otras partes, postulan como personajes del año que termina a quienes se destacaron por lo nefasto. "En negativo" llaman al ejercicio. No, si es negativo no lo es; los personajes del año no pueden ser quienes se hacen conocer por escamotear el futuro de todos.
Yo me niego, como escribió un día William Faulkner, a itir el fin del hombre. Aunque la derrota civilizatoria sea evidente, no podemos proclamar que eso nos gusta. Aunque salten por todos lados señales de peligro, y la vida colapse y la molicie se imponga y las guerras pululen, es preciso alzar el corazón y unir las voluntades para recuperar la armonía que hemos perdido.
¿Y qué es eso del Hygge? La filosofía danesa del bienestar, del sentido comunitario de la felicidad, la vivencia cotidiana de la esperanza.
Quiso el buen azar que pudiera celebrar la Navidad con mi familia del otro lado del mundo. Comprobar, una vez más, que en Dinamarca vibra la vida en frecuencia de gozo, de alegría genuina y de esperanza. No es que aquí ignoren que en el tablero de la geopolítica ha empezado a jugarse el más siniestro ajedrez. No es que pierdan de vista que el nuevo Rey del mundo ha amenazado con ir por Groenlandia. Es, precisamente, porque saben que el momento es difícil que han acudido al Hygge para enfrentar las turbulencias.
¿Y qué es eso del Hygge? La filosofía danesa del bienestar, del sentido comunitario de la felicidad, la vivencia cotidiana de la esperanza. En todos los hogares de este país, la noche del 24, hombres y mujeres se tomaron de las manos y caminaron alrededor del árbol de la Navidad mientras cantaban los villancicos que les vienen de antiguas tradiciones.
Quizá en otros lugares se celebró la Navidad acudiendo a rituales comunitarios para enfrentar el derrumbe que se vive en el ambiente. Quizá en el África recordaron que el Ubuntu es la filosofía que da sentido a la comunidad y que Desmond Tutu la usó para construir la paz en Sudáfrica. Quizá en Colombia muchos pensaron en la necesidad de una paz sin exclusiones, posible de construir cantando y caminando como también pedía San Agustín. No dudo que esta manera sencilla pero potente de afirmar la vida por encima de todo otro valor podrá servirnos para encarar mejor este 2025 que, evidentemente, pinta como el cielo de Drastrup que veo desde la ventana, mientras escribo esta última columna de 2024. Felicidades.