Entré con los estudiantes al espacioso auditorio y observé que ocuparon las sillas del fondo. Los invité a los primeros puestos; modosamente se movieron dos o tres filas. Noté que una espesa tristeza los cubría. Les hablé de una crisis, difícil, incierta, pero les dije que hay esperanza si ellos se ponen a trabajar. ¿Lo harán?
En el espacio para las preguntas no hicieron ninguna. Insistí, esperé. Percibí aquel silencio como una prolongación de la apatía. Entonces bajé del escenario para buscar en mi anfitriona cierta forma de cobijo a mi tristeza. Fue en Manizales, y Patricia Noguera hizo también silencio. Algo muy hondo y crítico palpita en el corazón de nuestros jóvenes.
Pensé en un verso de Ángel González: otro tiempo vendrá distinto de este. Y en Holderlin: que cambie todo en todas partes; pero sentí que algo más que poesía y proclamas de esperanza necesitamos con urgencia. Algo más inmediato y transformador, sostenedor, salvador, revivificante. Pero ya no a la manera de lo que Rilke resignaba en las Elegías del Duino: resistir lo es todo; no, ya resistir no lo es todo; hoy precisamos volcarnos hacia el rescate de la vida como un turbión colectivo que nos devuelva aquello que de humanos hemos venido perdiendo, poco a poco; tan lenta y sigilosamente como si el siniestro acomodamiento de la mano invisible de los mercados haya hecho impecablemente su trabajo homogeneizador de la apatía colectiva. Como si impecable (también) hubiera sido el ejercicio que Kraus vaticinó a comienzos de siglo: una estación experimental del ocaso del mundo. Tal parece que en el final de aquel experimento estamos.
Mi conferencia en Manizales era sobre las raíces culturales del Antropoceno, y hoy tengo la sensación de que tampoco basta el ejercicio académico para ayudar a los jóvenes a superar sus justificadas incertidumbres. Precisamos unir disciplinas y esfuerzos intergeneracionales. Academia y periodismo sigue siendo una potente mezcla. Ya ensayada por Donella Meadows y antes por Karl Kraus. Ambos escribieron columnas de opinión sobre estos temas por casi cuarenta años. La de Donella, ‘El ciudadano global’, y la de Kraus, ‘La antorcha’.
Qué bueno sería que se consolidaran alianzas entre los medios de comunicación y las universidades para indagar a fondo en la apatía de los jóvenes y volver por la esperanza.