Con dolor de patria me dirijo a ustedes, honorables senadores y representantes. La pandemia condenó a los más pobres del país a convertirse en los seres más desgraciados del planeta, a millones de colombianos a cerrar sus negocitos y a declararse en dolorosas quiebras. Y ustedes ante este apocalíptico panorama aceptan subirse su astronómico sueldo en 1,7 millones más. Un español amigo mío dice que nunca había visto en su larga vida un cinismo tan patente como el de nuestros legisladores. Ustedes, honorables señores, desafían al pueblo. Por suerte hay una minoría selecta entre ustedes que hace honor a su papel de legisladores y reivindica la majestad del Parlamento.
Ante la corrupción de la clase política venezolana, un caudillo populista, Chávez, se presentó como el salvador, y los venezolanos, no teniendo nada que perder, lo entronizaron. Eso nos puede pasar y, la Virgen de Chiquinquirá no lo quiera, ustedes tendrían parte de culpa. Tenemos suficiente con Piedad Córdoba, Ernesto Samper y, sobre todo, Gustavo Petro, que son amigos de los logros alcanzados por Maduro en educación, salud y servicios de agua, electricidad y transporte.
Me gustaría que las empresas entrevistadoras acaparadoras de opinión pública, con sus mediciones sobre políticos y sus ejecutorias, volvieran a hacer la gran encuesta nacional sobre el Presidente, el Gobierno, los ministros, las cortes, la Iglesia y las iglesias, la prensa, el Ejército, la Policía, las universidades, los sindicatos, Fecode, la guerrilla, el Senado y la Cámara de Representantes. Nos gustaría ver si al fin los legisladores de Colombia, que se pelean con la guerrilla el último escaño en la favorabilidad de los colombianos, salen de ese poco honroso lugar.
¿Por qué será que nuestros legisladores no hacen reconocimiento de sus errores y no deciden acogerse a un propósito serio de enmienda y, en cambio, con sus procederes se hunden cada vez más ante los colombianos, no solo ante los que todos los días buscan un trozo de comida en las canecas de basura, sino también ante los afortunados que comemos tres veces diarias?
Excelente la caricatura de Matador: los parlamentarios sentados en casa y disfrutando del aumento de salario y los médicos, arriesgando su vida en los hospitales y esperando que les paguen los seis meses de atraso que les deben. Si a mí y creo que a millones de colombianos nos preguntan hoy quiénes son más importantes, a quiénes necesitamos más, a médicos o legisladores, ¿qué contestaríamos? Cuando por plebiscito solicitamos a los honorables que se rebajaran los suelos, contestaron que la rebaja era antiética. A mí esto me pareció el chiste del año y del siglo.
Ahora dicen lo mismo, que por ley no pueden dejar de percibir los dos millones de aumento. De acuerdo, entonces recíbanlos y dónenlos a los que pasan hambre. Francamente es inconcebible que les den viáticos para desplazarse en sus correrías políticas, ahora que llevan, como todos nosotros, seis meses, dije bien, medio año, encerrados en las casas. Por decencia deberían devolver un dinero que no se han ganado.
Les presento excusas por tres pecados míos: porque cambio de noticiero cuando llega el de ustedes, porque me da risa cuando ustedes se llaman unos a otros honorables y porque pienso en la actitud de ustedes al subirse los sueldos en este momento y no sé por qué me viene a la cabeza la condenable e incomprensible actitud de la guerrilla negando el reclutamiento de menores.
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Por lo demás, dejemos que el Presidente rece a quien quiera, a la Virgen, a Buda. Eso es asunto suyo.
Andrés Hurtado García