* Columna escrita por Amadeo Rodríguez Castilla y Evaristo Arrieta Pico, economistas consultores.
Con alguna frecuencia aparecen en la ciudad llamados para reconocer la existencia de varios de sus cuerpos de agua, como parte de su riqueza intangible, y la necesidad de aprovecharlos y valorizarlos como se debe. El más reciente de estos llamamientos corresponde a un estudio realizado por la Universidad Tecnológica de Bolívar (UTB), el cual ha sido presentado a las nuevas autoridades de la ciudad y a la opinión pública en general. Cartagena es una ciudad bendecida por los designios de la Providencia y la naturaleza, así como por la historia.
El estudio atrás mencionado y su divulgación constituyen ocasión propicia para examinar con mayor detalle esta cuestión, agregándole un tema adicional que no puede soslayarse como es el calentamiento global y sus consecuencias en el deshielo de los polos terrestres y la subsecuente elevación del nivel de los mares. Ello plantea interrogantes mayores sobre el destino de ciudades costeras que, como el caso de Cartagena, se sitúan a nivel del mar e incluso por debajo de este.
Los cuerpos de agua indisolublemente ligados a la ciudad son: la ciénega de la Virgen, la laguna de Las Quintas, la laguna de San Lázaro, la laguna de Chambacú y los canales que las conectan. La ciénega de la Virgen, a pesar del ataque voraz de diferentes depredadores, aún sigue en pie mostrando su incomparable belleza y capacidad de resistencia. La puesta en marcha desde hace ya varios años del emisario submarino ha sido providencial para esta ciénega. A su vez, la laguna de Las Quintas sigue cargando a cuestas con el intratable problema del mercado de Bazurto, el cual constituye una dificultad de marca mayor para cualquier plan integral que pretenda rescatar, vigorizar y aprovechar el sistema de lagunas y canales de la ciudad. Justo en frente del mercado de Bazurto se sitúa el acecho de la quinta avenida de manga, sobre cuya inconveniencia nos ocupamos en columna anterior sobre el corredor de carga.
Sobre las otras dos lagunas no parece existir, en apariencia, ningún peligro mayor. Pero queda el otro gran problema representado por los canales que conectan estos cuerpos de agua. Por ejemplo, el caño de Juan Angola, que une la laguna de Chambacú con la ciénega de la Virgen, prácticamente ha desaparecido a pesar de algunas intervenciones menores adelantadas por el Edurbe. Recuperarlo y ponerlo al servicio de un sistema de transporte acuático que interconecte los distintos cuerpos de agua es una tarea necesaria para el futuro de la ciudad; lo mismo puede decirse del canal que integraría las lagunas de Las Quintas y San Lázaro.
Como complemento de lo anterior es necesario ocuparse del problema del calentamiento global y la elevación del nivel de los océanos, pues en cierta época el sistema de caños y lagunas sirve como amortiguador de los embates del mar Caribe; sin embargo, cabe preguntarse qué pasará cuando su nivel suba un metro o más.
Tal inquietud justifica el tratamiento integral de estos dos temas, los cuales podrían unirse en un solo proyecto y someterlo a la consideración de los holandeses, quienes son, desde tiempos lejanos, los que más conocen de estos asuntos. Tenemos la esperanza de que esto puede constituir un buen proyecto para interesar a la Delegación de la Comunidad Europea en Colombia, para que abra un proyecto o anteproyecto con el fin de que se haga un verdadero estudio, con todas sus implicaciones, incluyendo la cuestión de la invasión del mar.
Se trataría de que los holandeses elaboren un plan maestro, con una ley marco, dentro de la cual se inscriban acciones puntuales sobre diferentes aspectos específicos, sin que necesariamente se ataquen todos los problemas al mismo tiempo. Por ejemplo, la recuperación del caño de Juan Angola sería un subproyecto independiente del gran proyecto, pero articulado con él. La erradicación del mercado de Bazurto sería, por sus dimensiones y complejidad, el último de esos subproyectos. Los objetivos prioritarios serían transporte acuático, turismo, protegerse de eventuales acometidas del mar, etc.
En tal sentido, consideramos que el estudio de la UTB, si es del caso, podría servir como punto de partida de lo que se presentaría como solicitud a la cooperación de la Unión Europea.
Esperemos que la actual istración de Cartagena se comprometa con esta clase de proyectos, que por su carácter estratégico dejarán honda huella en la calidad de vida de las generaciones futuras de nuestra maltratada ciudad.
AMADEO RODRÍGUEZ CASTILLA Y EVARISTO ARRIETA PICO
Economistas consultores