CIUDAD DE HO CHI MINH, Vietnam — Los motociclistas de Vietnam siempre han tendido a tratar la luz roja del semáforo como una sugerencia, más una indicación de bajar la velocidad que de detenerse. En la hora pico, han mostrado la misma indiferencia por otras reglas: ceder el paso a los peatones, no conducir por la banqueta o no circular en contra.
Aunque algunos consideraban que esa indiferencia era encantadora, las tasas de muertes viales de Vietnam tienen mucho tiempo de situarse entre las más altas de Asia. Tras una ofensiva contra conductores ebrios, los líderes del país ahora están yendo tras todo lo demás.
Bajo una nueva ley, las multas de tránsito han subido 10 veces, con las más altas rebasando los mil 500 dólares. La multa promedio supera el salario de un mes para muchos, y eso es más que suficiente para cambiar conductas.
Las intersecciones se han vuelto más tranquilas y más congestionadas por un brote de precaución.
El objetivo parece ser que Vietnam sea un País más “civilizado” (“van minh” en vietnamita). El Gobierno a menudo ha utilizado esa palabra para campañas de orden público, al apuntar a lo que este país de ingresos medios-bajos suele ver como su estrella guía: la riqueza y el orden de un Singapur, Corea del Sur o Japón.
En la mayoría de las ciudades vietnamitas, cada vez hay más personas, motocicletas, autos y camiones, y la burocracia comunista ha batallado para seguirles el ritmo.
En 1989, al tiempo que el Estado despedía a más de un millón de personas, la iniciativa privada era legalizada en las calles, motocicletas y carritos de comida invadieron las banquetas. Los peatones, una idea de última hora, caminaban entre el tráfico.
Se están recaudando millones de dólares en multas (la Ciudad de Ho Chi Minh reportó que los ingresos por multas aumentaron un 35 por ciento en las dos primeras semanas tras la entrada en vigor de la ley). Muchos ven las nuevas reglas, junto con las cámaras adicionales y la oferta de recompensas para soplones, más como una cuestión de codicia que de seguridad.
Muchos conductores se quejan de que las multas son demasiado elevadas y de que sus traslados tardan el doble, lo que se come los ingresos de taxistas y choferes de camiones.
La precaución ha alterado el flujo del tráfico: “Todo el tiempo estamos atorados en embotellamientos por todas partes”, afirmó Huynh Van Mai, un chofer de camión que hace recorridos entre la Ciudad de Ho Chi Minh y Vung Tau, a unos 95 kilómetros.
En algunos lugares se han hecho concesiones. Tras 10 días de quejas, la Ciudad de Ho Chi Minh envió equipos para instalar señalamientos que permiten a las motocicletas dar vuelta a la derecha con luz roja en 50 intersecciones. En Hanoi, las autoridades locales también han tomado medidas para ajustar algunos semáforos.
Ha empezado a surgir un delicado equilibrio entre el caos y el orden. Aunque algunos motociclistas aún conducen a toda velocidad en sentido contrario y sobre la banqueta, muchos más se detienen cuando deben hacerlo.
“Promover un estilo civilizado toma tiempo y esfuerzo”, dijo Nguyen Ngoc Dien, ex vicerrector de la Universidad Nacional de Vietnam.