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Sin resultados y con duras críticas: el túnel sin salida del primer ministro de Israel

Tras 120 días de guerra contra Hamás, el gobierno de Netanyahu está lejos de sus objetivos en Gaza.

El primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu.

El primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu. Foto: AFP

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ANALISTA SÉNIORActualizado:

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En estos días es común que el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, eche mano de su optimismo para prometer “la victoria total contra Hamás” y la liberación, sanos y salvos, de más de cien rehenes que siguen en poder del grupo terrorista.
Pero su tono oculta la realidad: los objetivos que el alto mando militar israelí se trazó al lanzar la ofensiva sobre Gaza tras los sanguinarios ataques de Hamás el 7 de octubre lucen lejanos y el doble propósito de acabar con Hamás y liberar a todos los rehenes se antoja ahora muy complicado de lograr.
A poco más de 120 días desde que los militares israelíes penetraron en Gaza, Israel ha lanzado cientos de bombardeos que barrieron con buena parte de las construcciones de la Franja de Gaza, y han copado con sus tanques, sus comandos especiales y su infantería una enorme porción del territorio. Pero, a pesar de tratarse de un área relativamente reducida de 41 kilómetros de largo por no más de 12 kilómetros de ancho, la resistencia de Hamás continúa golpeando con dureza a las tropas del Tzahal, las fuerzas de defensa de Israel.
El lunes 22 de enero, 24 soldados israelíes murieron en una serie de acciones de respuesta de Hamás, en la jornada más mortífera para las tropas de Tel Aviv, desde el inicio de la ofensiva sobre Gaza hace cuatro meses.
Desde el 07 de octubre de 2023 hasta 1,9 millones de personas han sido desplazadas en toda la Franja de Gaza, según la Agencia de Obras Públicas y Socorro de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en el Cercano Oriente (OOPS)

Desde el 07 de octubre de 2023 hasta 1,9 millones de personas han sido desplazadas en toda la Franja de Gaza, según la Agencia de Obras Públicas y Socorro de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en el Cercano Oriente (OOPS) Foto:EFE/EPA/HAITHAM IMAD

Hamás es un grupo terrorista, mientras Israel es un Estado miembro de las Naciones Unidas, obligado como tal a respetar el derecho internacional.
El plan militar que sigue el Tzahal preveía conseguir para diciembre “el control operativo” de las tres principales ciudades del área, Gaza, Jan Yunis y Rafah. El avance ha sido mucho más lento, el control sigue siendo relativo, con constantes ripostas de la resistencia de Hamás. En cuanto a Rafah, la ofensiva está apenas empezando este fin de semana. Tras el sanguinario ataque de Hamás el 7 de octubre, cuando los terroristas mataron a unos 1.400 israelíes y secuestraron a 240 (de los cuales más de 100 siguen en poder del grupo islamista), hubo severas críticas a los servicios de inteligencia de Tel Aviv por su incapacidad para prever los asaltos que los terroristas llevaban muchos meses preparando.
Ahora hay nueva evidencia de las falencias en esa información: antes del ataque, el gobierno de Netanyahu creía que, en el subsuelo de Gaza, había una red de poco más de 400 kilómetros de túneles. Ahora, el Tzahal sabe que la maraña de pozos y galerías subterráneas es mucho más grande y complicada: cerca de 800 kilómetros.
Tal y como explica un documento de inteligencia que circuló entre diplomáticos europeos en París la semana pasada: “Mientras se mueven en la superficie, los militares israelíes hacen valer su ventaja en armas y equipo electrónico, pero cuando penetran en la red de túneles, están expuestos a contrataques de Hamás que pueden resultar devastadores en la trampa mortal del subsuelo de Gaza...”.
Edificios destruidos en la Franja de Gaza.

Edificios destruidos en la Franja de Gaza. Foto:AFP

A la frustración que todo esto produce en el gabinete de guerra de Israel, Netanyahu debe sumar las críticas de las familias de los rehenes que demandan una tregua para garantizar su liberación, y los duros y justificados cuestionamientos internacionales porque la ofensiva israelí no ha distinguido entre los terroristas de Hamás y los civiles, muchos de ellos mujeres, ancianos y niños.
“Es verdad que el 7 de octubre, Hamás atacó sobre todo a los civiles, e incluso violó mujeres y les cortó la cabeza a bebés, pero eso no puede justificar el accionar de los militares israelíes, pues Hamás es un grupo terrorista, mientras Israel es un Estado miembro de las Naciones Unidas, obligado como tal a respetar el derecho internacional”, le explicó a EL TIEMPO un funcionario de la Unión Europea en una charla off the record en París.

Contra las cuerdas

De los más de 240 rehenes que Hamás se llevó consigo tras los asaltos del 7 de octubre, un centenar –entre ellos decenas de extranjeros– fue liberado durante la tregua de fines de noviembre. Los rescatados por los militares israelíes son apenas un puñado. En las cifras actualizadas hasta este martes, 106 secuestrados seguían en poder de los terroristas. Cerca de 30 han muerto.
La presión de los familiares de los cautivos crece día a día para que Tel Aviv negocie su liberación. Entretanto, la opinión pública israelí tiende a respaldarlos.
La semana pasada salió a la luz una encuesta del Instituto para la Democracia de Israel (IDI) que indagaba cuál debía ser la prioridad en el doble objetivo de liberar a los rehenes y acabar con Hamás. La primera opción recibió 51 por ciento de respaldo, contra 36 por ciento que apuntó a la segunda.
El general retirado Gadi Eisenkot, que forma parte del gabinete de guerra, ha salido a los medios para hablar con franqueza de las dudas que despierta la estrategia –o más bien la falta de ella– del Gobierno. Pero Netanyahu no ha dicho qué pretende hacer con Gaza ni cuál es la prioridad entre liberar rehenes o destruir a Hamás.
Funeral de soldados israelíes.

Funeral de soldados israelíes. Foto:EFE

La situación en Gaza no permite que se alcancen los objetivos de guerra.
“La situación en Gaza no permite que se alcancen los objetivos de guerra”, dijo Eisenkot en una entrevista de televisión hace un par de semanas. “Para mí –agregó– no hay ningún dilema: la misión es rescatar civiles, antes que matar al enemigo”.
Según un extenso análisis de The New York Times sobre las discusiones entre el alto mando y el gobierno de Netanyahu, los cuatro comandantes de las Fuerzas de Defensa consideran que “la ambigüedad del primer ministro sobre un plan de posguerra para Gaza” es, al menos de manera parcial, responsable de la difícil situación de los militares en la zona.
Sin una visión de largo plazo –piensan los generales–, el Ejército no puede adoptar decisiones tácticas clave sobre cómo tomar y cómo controlar las áreas de Gaza que siguen bajo control de Hamás. Si el énfasis es liberar rehenes, hay una manera de actuar. Pero si es barrer a Hamás, las acciones por llevar a cabo son otras.
Para Netanyahu, es difícil poner en blanco sobre negro un plan de posguerra para Gaza, pues eso atenta contra la unidad de su gabinete. Mientras los moderados creen que, una vez liberada del régimen que Hamás ha impuesto allí desde hace una década, la Franja debe quedar en manos de autoridades palestinas no afectas a los terroristas, los halcones (que representan a la extrema derecha en el Parlamento y el Gobierno) presionan para que la zona sea gobernada por Israel.
Más de 360.000 soldados reservistas fueron movilizados tras estallar la guerra el 7 de octubre.

Más de 360.000 soldados reservistas fueron movilizados tras estallar la guerra el 7 de octubre. Foto:Ejército israelí/AFP

¿Y la solución de dos Estados?

El presidente estadounidense, Joe Biden, que se ha jugado parte de su credibilidad apoyando a Israel, junto con los líderes europeos, le está exigiendo a Netanyahu claridad sobre un plan para el futuro de Gaza, mientras critican cada vez de modo más abierto a Israel por la forma como conduce la guerra, sin el debido cuidado por los civiles.
Por causa de los ataques del Tzahal, 24.000 civiles gazatíes han muerto –según las autoridades palestinas–, otros miles han resultado heridos y decenas de miles han sido desplazados en condiciones infrahumanas. Ni escuelas ni hospitales se han librado de los bombardeos de Israel, y las imágenes de niños palestinos muertos y heridos indignan, con razón, a la opinión mundial, y le están haciendo un enorme daño a la imagen de Israel.
A fines de enero, la Corte Internacional de Justicia de La Haya se pronunció, en respuesta a una acusación del gobierno de Sudáfrica contra Israel por genocidio. Aunque todavía no ha calificado las acciones israelíes, la Corte ya le exigió a Tel Aviv “tomar todas las medidas” para prevenir un genocidio, así como preservar y no destruir las pruebas sobre los eventuales crímenes que los militares de Israel hayan podido cometer, una señal muy inquietante para el alto mando israelí.
Evacuación de residentes de Rafah, sur de la Franja de Gaza.

Evacuación de residentes de Rafah, sur de la Franja de Gaza. Foto:EFE

A Netanyahu no le está yendo bien en las instancias judiciales. Aparte del desafío del tribunal de La Haya, el primer ministro sufrió un duro revés en la Corte Suprema de su país, a inicios de año, cuando los magistrados derogaron una iniciativa que la coalición de Netanyahu en el Parlamento había aprobado para limitar la capacidad de control de las altas instancias judiciales sobre las leyes.
Se trata de una pieza clave de la reforma judicial que Netanyahu ha impulsado, y que a mediados del año pasado desencadenó una ola de protestas callejeras. Amplios sectores de la opinión israelí veían en esa reforma un atentado contra la independencia de poderes, y contra el sistema de pesos y contrapesos típicos de una democracia.
A las divisiones internas de su gabinete, la presión internacional de sus propios aliados, el proceso judicial en La Haya y los reveses en la Corte Suprema, Netanyahu debe sumar el derrumbe de su partido, el Likud, en las encuestas, que evidencia que la opinión pública ha dejado de respaldar la ofensiva sobre Gaza a diferencia de lo que sucedía en octubre, a los pocos días del ataque de Hamás.
Humo durante un bombardeo israelí sobre Jan Yunis, en el sur de la Franja de Gaza.

Humo durante un bombardeo israelí sobre Jan Yunis, en el sur de la Franja de Gaza. Foto:AFP

Un sondeo de fines de enero del Canal 13 de televisión reveló que la actual coalición de gobierno del Likud con grupos religiosos ultraortodoxos y con la extrema derecha, apenas conseguiría 46 escaños de los 120 del Parlamento, que esa alianza domina hoy con 64 curules.
Entre los aliados tradicionales de Israel, lo mismo en Estados Unidos que en Europa, muchos insisten en la necesidad de regresar a la mesa de negociaciones, e insistir en la fórmula de dos estados (Israel y Palestina), como única salida para alcanzar la paz. Pero aun si Netanyahu llegase a convencerse de ello, es muy improbable que vaya a ser él quien lidere a Israel cuando vuelva la hora de negociar.
Mientras sus soldados soportan bajo tierra, en la red de túneles, pozos y pasadizos de Gaza, los sorpresivos contrataques de Hamás y las trampas explosivas dejadas por los terroristas, Netanyahu se encuentra en un túnel militar, político y judicial que no parece tener salida.
MAURICIO VARGAS
ANALISTA DE EL TIEMPO
mvargaslina@hotmail / Instagram @mvargaslinares

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