¿Podrían estar en juego partidos de la Copa América y otras justas deportivas por las guerras y amenazas terroristas que se libran en el mundo?

Según señalan analistas, el mundo se está volviendo un lugar más violento que si lo comparamos con el principio de este siglo y es estiman que hay latentes al menos ocho grandes guerras, además de decenas de conflictos armados de menor intensidad, según advierten los investigadores.

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Junto a la guerra en Gaza y Ucrania, en este momento se viven conflictos armados a gran escala en Burkina Faso, Somalia, Sudán, Yemen, Myanmar, Nigeria y Siria. Además, Taiwán enfrenta serios desafíos debido a la amenaza china de reincorporarlo a su territorio algún día, incluso mediante la fuerza.

En ese sentido, las amenazas terroristas también pueden potenciarse en medio de grandes eventos como la Copa América o los Juegos Olímpicos 2024.
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“Los grandes eventos son objetivos perfectos para grupos y organizaciones criminales que están interesados en buscar blancos con una gran audiencia. El crecimiento de grupos como Isis y los conflictos en el mundo pueden resultar en un aumento de amenazas hacia eventos deportivos”, le explica a EL TIEMPO Daniela Cuellar, directora asociada de crisis y seguridad de Control Risks.

Para Cuellar, debido a que son certámenes donde hay un ecosistema complejo con muchos stakeholders involucrados, “hay mayores riesgos en materia de seguridad”. “Sin embargo, debido a la magnitud de estos eventos, los organizadores tienden a estar preparados y toman medidas para mitigarlos, por lo que la probabilidad de que se materialicen disminuye”, señala al insistir en que es “vital que existan medidas para mitigar riesgos y protocolos para el manejo de incidentes”.

Por su parte, el académico de la Universidad del Rosario, Mauricio Jaramillo destaca que desde los Juegos Olímpicos de Múnich en 1972, cuando del grupo terrorista Septiembre Negro secuestraron y mataron a un grupo de atletas israelíes, “el fútbol y el deporte en general ha sido utilizado para visibilizar ciertas causas llevando a la politización del deporte. Ejemplo de esto, son las banderas ondeantes en varios eventos de Ucrania o, si nos vamos más atrás, las que demandaban la independencia de Cataluña en uno de los peores momentos del Barcelona de Pep Guardiola".

Para el analista, el momento actual tiene el ingrediente de “alta tensión por el fundamentalismo religioso, en especial por lo que está pasando en Gaza”.

“Lo acabamos de ver con los atentados en Moscú, reivindicados por el grupo yihadista Isis. Recordemos que los Juegos Olímpicos de Río 2016 fueron amenazados por el Estado Islámico y, por ende, es probable que de nuevo intenten aprovechar la oportunidad para atacar. No obstante, que sea París la sede de los Olímpicos y Estados Unidos la de la Copa América ofrecen de entrada una seguridad que se puede considerar confiable”, agrega.

La región no es ajena a tensiones diplomáticas. Ecuador y México libran un rompimiento de relaciones, donde este último demandó al país andino ante la Corte Internacional de Justicia por haberse roto el principio de inviolabilidad de las legaciones diplomáticas tras el ingresó policial ecuatoriano a la embajada de México en Quito para sacar al asilado y expresidente Jorge Glas, además, el país Azteca pide la suspensión de Ecuador de la ONU y, si se comprueba un rompimiento de la carta fundacional, su expulsión. A lo que se sumaron condenas contra Quito en la OEA y en la Celac.

Chile y Venezuela también entraron en tensión por el caso del exmilitar opositor venezolano Ronald Ojeda –que desde 2018 vivía como refugiado en Chile–, y cuyo secuestro y posterior asesinato se le atribuye al ‘Tren de Aragua’, e incluso que pudo tener móviles políticos y que fue orquestado desde Venezuela, según información de la Fiscalía chilena.

El gobierno de Gabriel Boric llamó a consultas a su embajador por los dichos del ministro de Exteriores venezolano en el sentido de que la banda criminal ‘Tren de Aragua’ “no existe” y es una “invención mediática”, palabras que los chilenos consideraron un “insulto”.

“El impacto del panorama geopolítico en los deportes y en eventos artísticos se ha vuelto más complejo en los últimos años. Pues los equipos, las ligas y los torneos deportivos, así como los grandes artistas internacionales, tienen un alcance mundial, y por lo tanto, tienen una exposición global. Las tensiones geopolíticas hacen que sea más difícil separar los intereses deportivos y artísticos mundiales de la política. Por lo tanto, es clave que, al organizar grandes eventos de carácter internacional, también se analice el entorno político”, explica Cuellar.

Ante la tensión que mantienen Ecuador y México, se especuló sobre una posible suspensión del duelo entre ambos países, a realizarse en la venidera Copa América 2024, pues ambos comparten grupo.

Esto debido a que, según lo estipulado por la Fifa, máximo ente rector del fútbol mundial se prohíbe que se realicen duelos entre naciones que estén atravesando disputas políticas o ideológicas.

La norma indica que la única manera de que se juegue, al ser dos países de confederaciones distintas, es en territorio neutral. En ese sentido, como el certamen es organizado por Estados Unidos, lo más probable es que no sufra complicaciones.

La Fifa prohíbe duelos entre: Armenia - Azerbaiyán, Gibraltar - España, Kosovo – Serbia, Kosovo - Bosnia y Herzegovina y Rusia – Ucrania.

Los máximos representantes de la Asociación Israelí de Fútbol (IFA), Shino Zuarez y Niv Goldstein, fueron invitados al Congreso de la Conmebol en Asunción, donde se reunieron con representantes de todas las asociaciones miembro de la confederación y con sus pares de Concacaf.

Según trascendió, el encuentro terminó con la firma de un nuevo acuerdo de cooperación mutua, lo que podría permitir la participación de la selección de Israel en próximas ediciones la Copa América y otros torneos de la región en el futuro.

En ese sentido, el acuerdo tiene impacto otras áreas como el desarrollo de entrenadores, el arbitraje y el fútbol femenino.

Luego de que el régimen venezolano de Nicolás Maduro les cerró el espacio aéreo a las compañías con la bandera argentina en represalia por el decomiso de un avión de carga Boeing 747 que aterrizó en territorio nacional en junio del 2022 y después fue entregado a autoridades de los Estados Unidos, el viaje del equipo argentino River Plate para cumplir su debut en la Copa Libertadores ante Deportivo Táchira hace algunas semanas implicó una parada previa en Colombia.

Ante la imposibilidad de volar directamente desde un vuelo chárter a Venezuela, el domingo 31 de marzo el equipo argentino debió dirigirse a la fronteriza ciudad colombiana de Cúcuta a través de una aerolínea local. Desde ahí, River partió de Cúcuta a la venezolana ciudad de San Cristóbal donde lidiaron con 11 horas de viaje terrestre. El viaje de regreso a Argentina tuvo la misma travesía.

Para el académico de la Universidad del Rosario, este caso es una “confirmación de la politización del deporte y la manera como las diferencias diplomáticas se transfieren a ese plano”.

“Es probable que este sea un hecho que no tenga antecedentes y lo que es extraño es que no haya habido un pronunciamiento de la Conmebol, no sé si en algún momento van a sancionar a los equipos venezolanos porque eso es una intervención en política que está prohibida", explica. 

Jaramillo aclara que eso mismo pasó con el presidente argentino, Javier Milei, a quien amenazaron con uno de los proyectos de ley en lo que los clubes argentinos y sociedades anónimas cuando consideraron su actuar como una intervención. Se habla incluso de que Argentina no podría jugar la Copa América”, explica el analista.

En este caso, cabe resaltar que las posteriores tensiones entre los presidentes Gustavo Petro y Javier Milei, luego de que este último llamó en una entrevista a CNN a su homólogo colombiano “asesino” y “terrorista” y por lo cual Colombia amenazó con el rompimiento de relaciones diplomáticas, demostró que, en cualquier momento, las tensiones gubernamentales pueden afectar las justas deportivas.

A menos de 100 días para la inauguración de los Juegos Olímpicos, la invasión rusa a Ucrania desde hace dos años desató una auténtica guerra civil entre los deportistas y funcionarios que apoyan la participación de los rusos, aunque sea en calidad de neutrales, y aquellos que consideran humillante acudir a la cita de París sin bandera ni himno.

"Estamos en un conflicto geopolítico a través del deporte", resume Lukas Aubin, director de investigación en el Instituto de Relaciones Internacionales y Estratégicas (IRIS), experto en cuestiones de deporte y geopolítica.

Excluido de los Juegos Olímpicos de París-2024 como Estado, Rusia tendrá un cupo de atletas que sí podrán participar, como “neutrales”, pero no en la ceremonia de apertura, un paseo fluvial por el río Sena.

En principio, solo unas pocas decenas de deportistas rusos acudirán a París, frente a los 335 que viajaron a Tokio. Pese al escrutinio mediático, algunos ya han manifestado su deseo de competir, como la nadadora Yulia Efímova y los tenistas.

Leyendas cercanas al partido del Kremlin como Alexandr Karélin, triple campeón olímpico de lucha, y Yevgueni Plúschenko, doble campeón en patinaje, apoyan su participación en la capital sa.

Como forma de contratacar, Rusia lanzó los Juegos de la Amistad en septiembre y su versión de invierno en 2026, o los Juegos de los BRICS (acrónimo de las potencias emergentes, principalmente Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) en junio. Las iniciativas son numerosas con el riesgo de fragmentar el deporte internacional.

"Moscú utiliza la diplomacia rusa para seducir y atraer a los competidores extranjeros", subraya Sylvain Dufraisse, especialista universitario del deporte soviético y ruso. Recuerda que el presidente ruso, Vladimir Putin, siempre ha utilizado el deporte "como un instrumento de brillo y de potencia", apareciendo en kimono, a caballo o vestido de jugador de hockey sobre hielo.

En este contexto, los Juegos de 2024 son explotados con fines geopolíticos en el conflicto actual contra Ucrania.

Para Jaramillo, el desafío también pasa más allá de los comités o ligas. “En eventos como los Juegos Olímpicos o las copas regionales, como la Eurocopa o la Copa América, también se deben atajar que los deportistas no se levanten la camiseta en medio de una celebración con mensajes alusivos a los palestinos o a Israel o a cualquier otra situación en conflicto”, dice.

De hecho, Rusia acusó de "neonazismo" al Comité Olímpico Internacional (COI) después de que el país justificó su invasión de Ucrania en 2022 por las acusaciones infudadas de "nazismo" contra los dirigentes de su vecino, con la supuesta complicidad de Occidente.

Y, más recientemente, el presidente del Comité Olímpico Ruso, Stanislav Pozdniakov, ha ido endureciendo su postura según se acercan los Juegos. “El COI desde un principio eligió el bando del conflicto político, lo que ya de por sí se contradice con su misión, y cumple de manera consistente encargos políticos para aislar el deporte ruso”, dijo en marzo.

Un video de 25 segundos fue publicado en febrero de 2023 en la red X por el ministerio ucraniano de Defensa en el que se veía a un atleta ruso lanzando una jabalina que luego se transformaba en misil y explotaba en un edificio ucraniano. El video, que se servía de imágenes verdaderas, concluía con un llamamiento a boicotear a los atletas rusos en los Juegos Olímpicos de París.

Igualmente, los deportistas ucranianos han utilizado el deporte "para alcanzar un público más amplio", destaca Sylvain Dufraisse, refiriéndose a la ucraniana Olga Kharlan, que se negó a estrechar la mano de su adversaria rusa en los Mundiales de esgrima de 2023.

Y es que para los deportistas ucranianos, "la victoria no es sólo deportiva, también es simbólica", dice el investigador. "Es un medio de hacer vivir a su nación".

Los conflictos bélicos son una de las principales causas por las que el deporte ha tenido que poner un alto. A lo largo de la historia, son varias las grandes competencias que tuvieron que detenerse por una situación de este tipo.

Los Juegos Olímpicos han sido uno de los eventos más afectados. Durante la Primera Guerra Mundial, no pudo llevarse a cabo la fiesta atlética de Berlín 1916.

Años más tarde, la Segunda Guerra Mundial tuvo el mismo impacto: las Olimpiadas de Helsinki 1940 y Londres 1944 no pudieron realizarse. La competencia deportiva que encierra todos los valores de hermandad y solidaridad en el planeta se vio obligada a frenar por conflictos bélicos de gran escala. También dos ediciones de los Juegos Olímpicos de Invierno fueron canceladas por el mismo motivo: las de 1940 en Garmish-Partenkirchen, Alemania y las de 1994, en Cortina d’Ampezzo, Italia.

Lo mismo ocurrió con la Copa del Mundo de la Fifa. La edición de Francia 1938 fue la última que pudo jugarse antes de que estallara la Segunda Guerra Mundial. El máximo organismo rector del balompié mundial determinó que las ediciones de 1942 y 1946 no se disputaran. Fue hasta 1950, en Brasil, cuando el futbol volvió a brillar con esta competencia.

Este mismo conflicto bélico provocó otras cancelaciones. Wimbledon, uno de los torneos de tenis más prestigiados del mundo, tampoco se pudo jugar durante la Segunda Guerra Mundial. Lo mismo ocurrió con el fútbol en Inglaterra, aunque destaca que los británicos crearon la Football League War Cup, en la que miles de personas tapizaban la tribuna de Wembley, pese al riesgo constante de bombardeos.

La Guerra Civil también paralizó el futbol en España, de 1936 a 1940. Otro conflicto de índole militar afectó el balompié en 1990: la Copa del Caribe, en Trinidad y Tobago, no pudo disputar la Final ni el encuentro por el tercer lugar, debido a un intento de golpe de estado en el país.
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​STEPHANY ECHAVARRÍA - EDITORA INTERNACIONAL - EL TIEMPO