La difícil realidad de los animales del zoológico de Luján, en Argentina, cuatro años después de ser clausurado

Hace cuatro años, en medio de la pandemia de covid-19, el zoológico de Luján (en Argentina) cerró sus puertas permanentemente. Las autoridades del entonces Ministerio de Ambiente, lideradas por Juan Cabandié y su segundo Sergio Federoviski, argumentaron que el establecimiento no cumplía con la ley 12.238, que regula zoológicos y acuarios en Argentina.

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El zoológico fue acusado (en reiteradas ocasiones) de serias irregularidades con los animales, especialmente en lo que respecta a la interacción del público con grandes felinos, explicaron en ese momento.

A pesar de la clausura, el destino de los 400 animales, incluidos 130 grandes felinos, quedó en suspenso. Las imágenes de televisión y la atención mediática se desvanecieron rápidamente, dejando a los animales en un limbo, sin los ingresos generados por la venta de entradas que antes sustentaban sus cuidados diarios. Entre ellos, la elefanta Sharima falleció poco después de la clausura, sin asistencia veterinaria adecuada.

La situación no ha mejorado con el tiempo. El estado del predio es cada día peor. Al menos un 30 % de los felinos han muerto por vejez o enfermedades, detalla Santiago Semino, quien junto a su hermana sigue gestionando lo que queda del zoológico del que era dueño su padre. A pesar de los esfuerzos, las propuestas para trasladar los animales a destinos como Estados Unidos o la India han fracasado, dejando a los residentes del zoológico en una situación precaria.

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Los esfuerzos por encontrar soluciones sostenibles se han visto constantemente obstaculizados por la falta de recursos y la desconfianza en las iniciativas propuestas. "Desde hace cuatro años se desoye sistemáticamente cada propuesta concreta. Es irreal pretender que, sin recursos, se pueda continuar sosteniendo a los animales indefinidamente", lamenta Jorge Semino.

El informe más reciente de la Brigada Ambiental detalla la crítica situación de los recintos, destacando problemas de bienestar por hacinamiento y falta de enriquecimiento ambiental. En particular, la situación de los osos y los tigres es preocupante, con instalaciones deterioradas y sin mejoras significativas desde inspecciones anteriores.

En medio de esta realidad, Yony, un chimpancé de 52 años que ha pasado 30 de ellos en un circo, sigue esperando una resolución sobre su futuro. La doctora Rebeca Atencia, directora del santuario Tchimpounga en el Congo, señala: "Sinceramente, por los videos y las imágenes que veo, Yony está totalmente humanizado. A esta edad y con la contención afectiva que tiene, yo no lo movería de Luján". Atencia enfatiza la importancia de mantener los lazos afectivos y enriquecer el entorno del chimpancé, en lugar de trasladarlo a un nuevo hábitat.

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La situación del zoológico de Luján refleja un desafío mayor en la gestión y protección de la fauna en cautiverio, subrayando la urgencia de encontrar soluciones que prioricen el bienestar de los animales y respeten sus necesidades naturales. 

Se sigue esperando que se materialice una propuesta viable para transformar el predio en un santuario para felinos, que podría marcar el comienzo de una nueva era para los animales que aún permanecen en el zoológico.

Isabel de Estrada

La Nación (Argentina)/ GDA