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Así fue como la guerra en Ucrania resucitó la Otán y el concepto de 'Occidente'
El conflicto en territorio ucraniano generó una forma de recuperación de la idea de los aliados.
La Otán, como la Unión Europea, nació de las cenizas de la Segunda Guerra Mundial. Estados Unidos no quiso en 1945 abandonar el continente europeo como había hecho tras la Primera Guerra Mundial y se propuso conservar el occidente europeo fuera del alcance del comunismo soviético, que ya había ocupado medio continente. Todo el territorio que quedaba tras el ‘Telón de Acero’ que partió Europa durante cuatro décadas.
La Alianza Atlántica tuvo una misión clara hasta el fin de la Guerra Fría: hacer frente al Pacto de Varsovia. Entonces, cuando la alianza militar comunista se disolvió tras la desintegración de la Unión Soviética, la Otán empezó a ser vista de forma sospechosa porque su utilidad aparecía en duda.
Durante años los gobiernos europeos y el estadounidense le buscaron labores para las que no había sido creada: se usó en los 90 como fuerza militar para frenar, con aciertos y errores, las guerras en los Balcanes. Se usó en operaciones antiterroristas y hasta en misiones navales para impedir la llegada de barcazas de migrantes y refugiados desde el norte de África.
La istración de Donald Trump llegó a poner en duda el compromiso estadounidense con la Otán, su clave de bóveda, mientras el presidente francés, Emmanuel Macron, hablaba de que el organismo estaba “en muerto cerebral”.
Jens Stoltenberg, secretario general de la Otán Foto:AFP
Entonces los tanques se movieron y la guerra grande volvió a Europa. Dejando de lado los guerracivilistas conflictos de los Balcanes de los años 90 del siglo pasado, el ataque ruso contra Ucrania es la primera guerra entre Estados en el continente europeo desde 1945. Ni en los peores momentos de tensión de la Guerra Fría en Europa se llegó a disparar como se hace ahora en el sureste de Ucrania.
Las ideas imperialistas, de siglos pasados, del presidente ruso Vladimir Putin, llevaron la guerra a su vecina Ucrania, al suelo europeo. Más de siete millones, según la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados y la Organización Internacional de las Migraciones, huyeron para refugiarse lejos de las bombas y Rusia se aisló totalmente del resto de su continente.
Vladimir Putin se equivocó al calcular que los europeos y estadounidenses no ayudarían a Ucrania como lo están haciendo
Vladimir Putin se equivocó al calcular que los europeos y estadounidenses no ayudarían a Ucrania como lo están haciendo y la Otán recuperó su misión tradicional, hacer frente a Rusia.
El paseo triunfal hacia Kiev fue abortado y europeos, estadounidenses y canadienses se volcaron, cada vez con más fuerza, en armar a los ucranianos para que resistieran. Si en las primeras semanas apenas enviaban chalecos antibalas, armas personales o cascos, poco a poco fueron aumentando su apoyo hasta prometer ahora que en semanas empezarán a enviar potentes tanques pesados Leopard 2 alemanes, Challenger 2 británicos y Abrams estadounidenses.
Cientos de piezas de artillería o blindados de transporte de tropas europeos, drones de ataque turcos y munición sacada de los arsenales de los antiguos países del Pacto de Varsovia ahora de la Unión Europea y la Otán defienden a los ucranianos, que a la vista de la evolución de los combates ya no aceptan otra cosa que la retirada absoluta de los rusos de todos los territorios ocupados. Cuando eso se cumpla Ucrania plantea pedir tanto reparaciones de guerra como un juicio internacional contra los responsables de lanzar el ataque militar.
Tanques Leopard 2 que envió Alemania a Ucrania (Foto de archivo). Foto:EFE
El resurgir de la Otán
La agresión rusa sobre Ucrania resucitó a la Otán y su misión esencial, la protección del espacio noroccidental de un eventual ataque ruso. Y sirvió para ver en la práctica la divisa de “todos para uno” que establece el artículo 5º de su tratado fundacional. Tropas, aviones o tanques ses, alemanes, británicos o españoles se movieron para proteger a las repúblicas bálticas, Polonia o Rumanía.
La guerra generó una forma de recuperación de la idea de ‘Occidente’, entendido como Europa, Estados Unidos, Canadá y algunos aliados del estilo de Japón, Corea del Sur, Australia o Nueva Zelanda, las democracias del norte del planeta (más las pacíficas) contra la Rusia autocrática de Vladimir Putin y, tras ella, el gigante chino.
El conflicto también sirvió para que Estados Unidos volviera a Europa. Si desde la istración de Barack Obama se empezó a hablar del “pivote a Asia”, para dar más importancia a la confrontación entre las dos grandes potencias, China y Estados Unidos, esta guerra vio cómo la istración Biden volvía habitualmente a cónclaves y reuniones civiles y militares en Europa y cómo Washington aumentaba en decenas de miles el número de soldados desplegados de nuevo en el centro y el este de Europa. No son los números de la Guerra Fría pero la tendencia es al alza.
Volodimir Zelenski y Joe Biden este miércoles. Foto:EFE
El ataque también solidificó aún más las filas europeas. Moscú apostó a que Europa cejaría en su apoyo a Ucrania en cuanto empezara a sufrir los efectos económicos. Europa pasaría frío este invierno y la inflación, con la subida histórica de los precios de la energía, devoraría los bolsillos de los europeos, que saltarían sobre sus gobiernos. Si en unos pocos meses entre mayo y agosto la situación parecía ir por esos derroteros, en los últimos meses se vio que Moscú erraba el tiro.
Europa paga ahora mismo el gas natural en los mercados mayoristas a precios inferiores a los del inicio de la guerra a pesar de haber dejado de importar desde Rusia el 40 % del gas que consumía y cerca del 20 por ciento del petróleo.
El país del Kremlin quedó aislado en el viejo continente, con la única mano de su vasalla Bielorrusia
Los planes de diversificación de proveedores y el ahorro conseguido en los últimos meses permitieron pasar el invierno sin apagones y con calefacción. La economía se comportó mejor de lo previsto, con la tasa de desempleo en el 6,1% en diciembre en la Eurozona, su menor nivel desde la creación del euro hace más de 20 años.
Sin miedo a esas consecuencias económicas que finalmente fueron mucho menos graves de lo previsto, los europeos fueron aprobando mes a mes nuevos paquetes de sanciones que corroen a la economía rusa, por ejemplo, expulsándola del sistema internacional de transferencias bancarias Swift o congelando en bancos internacionales más de 300.000 millones de dólares de reservas del Banco Central Ruso.
El presidente ruso, Vladimir Putin (der.), y el presidente bielorruso, Alexander Lukashenko. Foto:EFE
La guerra también generó un movimiento que puede ser de fondo porque Europa tardará décadas en volver a confiar en Rusia. El país del Kremlin quedó aislado en el viejo continente, con la única mano de su vasalla Bielorrusia, un Estado títere controlado por Moscú y dirigido por Alexander Lukashenko, el conocido como “el último dictador de Europa”. Ni socios tradicionales como Serbia han querido ir de la mano de Moscú.