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‘Mi propósito es escribir una crónica íntima de la vida cubana contemporánea’

El escritor cubano Leonardo Padura regresa al Hay Festival de Cartagena, que inicia el 26 de enero.

El escritor cubano Leonardo Padura habla de cómo se ha vivido la pandemia en la isla y sugiere que este es el ‘mayor reto de nuestra época’.

El escritor cubano Leonardo Padura habla de cómo se ha vivido la pandemia en la isla y sugiere que este es el ‘mayor reto de nuestra época’. Foto: Yomaira Grandett. Archivo EL TIEMPO

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De pronto, todo estaba pasando en Cuba. Parecía que el deshielo había comenzado: en marzo de 2016 The Rolling Stones dio un multitudinario concierto gratuito, la casa de moda sa Chanel organizó un desfile de moda y la franquicia de acción Rápido y furioso rodó unas escenas en las calles de La Habana.
Por si eso no fuera suficiente, el presidente Barack Obama visitó la isla, rompiendo con una distancia de décadas con Estados Unidos. “Se vivió una efervescencia. Corre el dinero, la gente viaja a Miami por el fin de semana, se montan negocios. Estaban cambiando las cosas, la gente tenía una esperanza de mejorar la vida cotidiana”, recuerda el escritor Leonardo Padura, que miraba con alguna distancia el momento, pero que ahora recuerda con nostalgia. “Ese tiempo duró un periodo muy corto y luego se esfumó”, agrega.
Padura (1955) habla al teléfono en su casa de La Habana, donde ha vivido toda su vida. La repercusión internacional de sus novelas, con pequeños clásicos como El hombre que amaba a los perros, podría haberlo llevado a vivir en cualquier parte del mundo, pero él se ha quedado allá. Es una residencia vital ante las múltiples crisis políticas y sociales que atraviesa cada cierto tiempo la isla y, a la vez, un modo de trabajo: sus historias son las de Cuba. Necesita estar ahí para verlas surgir, crecer y estallar. Casi nunca se trata de historias muy bellas. “La felicidad es poco literaria, porque es poco dramática. La tragedia, el drama, se alimenta de los conflictos y las desgracias, pero yo preferiría que tuviéramos menos drama y poquitito más de felicidad en Cuba”, sostiene.
Yo soy de principios bastante rígidos en algunos asuntos. Soy de los Beatles, no de los Rolling. Y, además, como Conde, pienso que todo eso llegaba demasiado tarde para mí
Eso sí, él prefirió saltarse el recital de The Rolling Stones. “Yo soy de principios bastante rígidos en algunos asuntos. Soy de los Beatles, no de los Rolling. Y, además, como Conde, pienso que todo eso llegaba demasiado tarde para mí”, cuenta el escritor aludiendo a Mario Conde, el expolicía que ha protagonizado una decena de sus novelas y con el que lleva indagando la realidad cubana desde inicios de los 90. Lo sigue haciendo en su nuevo libro, Personas decentes, una historia que se ambienta precisamente en ese agitado marzo de 2016 en La Habana. Mientras el mundo miraba atento como la isla abría sus puertas, sucede un crimen particular: han matado a Reynaldo Quevedo, un legendario comisario cultural de la Revolución cubana, que en el ambiente artístico de los 70 era la “encarnación de Maligno”. Era un censor que aplastó el destino de miles de artistas.
“Estalinista confeso, de personalidad oscura y agazapada, había sido escogido por su vocación de inquisidor y tal vez por su maldad genéticamente codificada como la cabeza rectora del proceso de persecución, hostigamiento y marginación que vivieron los artistas cubanos”, se lee en Personas decentes en momentos en que a Conde lo llama un viejo compañero en la policía para pedirle ayuda.
El personaje lleva años sin uniforme, vende libros de segunda mano, pero también todo lo que encuentra. Sin embargo, no puede resistirse a investigar la muerte de Reynaldo Quevedo. Mientras Padura conduce el relato por La Habana convulsionada y vibrante de 2016, vuelve a los días nauseabundos del control castrista de los 70 y, aún más atrás, relata la historia de un famoso proxeneta de principios de 1910, cuando la ciudad quería ser la Niza del Caribe. Allá también hay un policía, Antonio Saborit, una suerte de espejo de Conde.
El autor estuvo en Chile inaugurando la Semana de la Novela Negra: Puerto Negro, que organiza la Universidad Andrés Bello de Viña del Mar y en el Festival de Autores de Santiago. Fueron instancias en que Padura abordó la novela de detectives, como también el trasfondo de su obra: retratar la historia reciente de Cuba.
Pareciera que su programa está planificado, que va escogiendo hitos de una cantera de hechos que colecciona, pero según él es muy distinto: “Ojalá yo pudiera tener esa cantera de ideas. Se me ocurre una y si veo que funciona me aferro a ella con los dientes”, dice.
“Escribir un libro es un proceso muy misterioso en que se condensa algo que he vivido, que he leído, que he visto, que he pensado, que me parecen que puedan ser una novela. En el caso de las historias de Mario Conde sí tienen que ver, de una manera más o menos directa, con realidades que he vivido en Cuba. En algunos casos de una forma más cercana o de una experiencia de mi generación o incluso como lector. Ahí hay una chispa”, dice el escritor. “El origen de cada una de mis novelas llega cuando me pregunto para qué voy a escribir esta historia”, añade.
¿Y para qué escribió 'Personas decentes'?
La escribí para volver a revisar ese periodo oscuro de represión cultural de Cuba de los años 70, mirándolo esta vez desde el punto de vista de un victimario. En una novela anterior, Máscaras, lo había visto desde las víctimas. Y también porque quería hacer una reflexión sobre ciertos destinos cubanos: de ese momento histórico de 1910, que aparece en la novela con la historia del proxeneta Alberto Yarini, y de ese 2016. En ambos momentos parece que van a ocurrir cosas y después todo se desvanece como polvo en el viento.
¿Conoció a un censor como Reynaldo Quevedo?
Afortunadamente no conocí a ninguno de los protagonistas de ese proceso terrible de represión de la imaginación de artistas, intelectuales, profesores. Reynaldo Quevedo es una síntesis de varios personajes reales, pero por supuesto conocí a algunos censores, pero ya no con el poder destructivo que tuvieron en aquellos años 70, pero con un poder para poder limitar una posición artística o una idea creativa. Por ejemplo, en el año 83 yo trabajaba en una revista cultural y me mandaron a trabajar a un periódico porque alguien consideró que yo tenía “problemas ideológicos”, que era como se decía en esos años. En mi caso, yo he podido ir diciendo lo que he querido decir en cada momento, y mucho más desde que en el año 1996 empecé mi relación con una editorial española y mis libros salen de mi máquina de escribir a la imprenta en España.
¿Cuánto castraron el desarrollo de las artes y la literatura en Cuba por censores como Quevedo?
Por supuesto que fueron castrantes. No solo porque desviaron o cortaron una evolución natural y promovieron formas de creación bastante lamentables desde el punto de vista artístico, sino porque también lastró vidas. Dos de los más grandes escritores cubanos del siglo XX, Virgilio Piñera y José Lezama Lima, sufren el proceso de marginación en los 60 y los dos mueren sin ser rehabilitados. No se hablaba de ellos, no se publicaba su obra. Y dejó también el efecto de que muchos escritores que en aquella época habían escrito sus primeros libros, pues se dieron cuenta de que tenían que aceptar una disciplina estética que los llevaba a crear de acuerdo con determinadas posturas políticas y preferencias ideológicas. Eso se dio mucho en el teatro o en la llamada novela policial revolucionaria, o en un cine que se despojó de conflictos reales, profundos, para entregar mensajes sociales muy elementales. Mucha gente nunca pudo recuperar una manera de decir que venía trabajando y que tuvo que modificar para poder sobrevivir.
En el año 83 yo trabajaba en una revista cultural y me mandaron a trabajar a un periódico porque alguien consideró que yo tenía “problemas ideológicos”, que era como se decía en esos años.
Pese a estar retirado de sus funciones como policía hace más de 30 años, Mario Conde nunca puede dejar de investigar.
Yo lo obligo. Porque con sus investigaciones, más que investigar un crimen lo que hago es investigar un contexto. Una realidad. Porque Conde mientras va haciendo esa encuesta policial bastante heterodoxa, que funciona con premoniciones, prejuicios e iluminaciones, pues me sirve para entrar en una vida cotidiana de La Habana en el presente o de ciertos momentos del pasado. Y a la vez me sirve para fijar la existencia de determinados procesos y acontecimientos que han ocurrido en Cuba.
¿Se siente cómodo en el rol de cronista de los procesos históricos de Cuba?
Creo que desde muy pronto que comencé a escribir las novelas de Conde tuve el propósito de que fueran libros que construyeran una crónica posible e íntima de la vida cubana contemporánea. Conde va recorriendo la ciudad, va recorriendo los años, va recorriendo la historia. En las primeras novelas, cuando era policía, tenía 35 años y ahora ya tiene 62. Empezó en el 89 y ya vamos en el 2016, parando en distintos momentos significativos, como la crisis de los 90, el principio del siglo, la visita de Obama.
¿Qué queda de esa efervescencia que se vivió en 2016?
Entre las condiciones que fue poniendo el Gobierno cubano y la llegada del presidente Trump a la presidencia de los Estados Unidos se terminó con esa efervescencia. Hace un año hubo la esperanza de que quizá el gobierno de Biden recuperara la misma política de Obama, pero no ha sido así. En este momento están cruzando la frontera 180.000 cubanos, porque la situación que se está viviendo es muy difícil y la gente ha optado por salir del país. Desde el año pasado se ven protestas en Cuba, unas más masivas que otras y otras más violentas. Se está demostrando un descontento de las personas, una necesidad de expresar una inconformidad. Por ejemplo, hace poco se votó en Cuba un código de la familia y cerca de un 30 % votó en contra. En esos términos de elecciones y referéndum en la Cuba revolucionaria es una cifra que nunca se había visto. Y si entras en el interior de ese proceso, vas a entender que hay una parte importante de la población que es crítica del sistema.

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ROBERTO CAREAGA C.
EL MERCURIO (CHILE) - GDA
En Twitter: @ElMercurio_cl.

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