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El primer problema del país es la corrupción, no el narcotráfico: Lapaque
Pierre Lapaque termina su misión y se refiere a la situación actual de Colombia.
Pierre Lapaque, representante de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito en Colombia. Foto: Naciones Unidas
En entrevista con EL TIEMPO, Pierre Lapaque, representante de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito en Colombia, se refirió a temas de coyuntura y aseguró que la corrupción es el principal problema de Colombia.
De igual forma, le entregó algunas sugerencias al presidente electo Gustavo Petro y se pronunció sobre la paz.
Termina su misión en Colombia… ¿Qué imagen se lleva del país?
Sí, el 30 de junio es mi último día aquí, después de tres años. Me jubilo, tengo 63 años, entonces me voy para Francia, me regreso a mi país. Colombia es un país excepcional, es un paraíso que tiene absolutamente todo lo mejor, y a veces un poquito de todo lo peor. Entre los colombianos hay mucha frustración, peleas; eso se puede explicar a través de la historia de Colombia: casi 70 años de guerra interna, de violencia.
¿Qué desafíos quedan pendientes?
Para mí son cuatro. El primero, la corrupción. Para mí el primer tema de Colombia, y de muchos países de América Latina, es la corrupción. Hay que cambiar esa manera de pensar. La última ley (de anticorrupción) que pasó el Gobierno es muy buena, pero está el tema de la aplicación no solo de esta ley sino de todas las leyes.
Para mí, la corrupción es absolutamente central, que toca de lo más alto a lo más bajo. Luego está el crimen organizado. Veo que los grupos criminales tienen una visión de alto nivel sobre la temática del crimen. Ellos manejan parte del territorio, eso lo llamamos enclaves, que son zonas donde el Gobierno no existe; el Gobierno entra solo a través de la Fuerza Pública y se necesita que entre con educación, salud; gobierno es comida, justicia y la aplicación de la ley.
Pero los campesinos, la gente de esos lugares muy alejados ven solo la Fuerza Pública: su visión del Estado es una visión falsa. Esos grupos aprovechan su territorio para generar dinero que puede llegar de las drogas, de la minería ilegal, de la prostitución, del tráfico de armas, de la deforestación, de la corrupción, lo que sea.
Ese es el tercer problema de su país, el de las drogas no es el primero. Hay que cambiar el chip de los colombianos, de los gobiernos que están saliendo y que van a entrar, Colombia es un país productor, y como cada país productor tiene dinámicas propias. Pero el tema de Colombia no es el de la mata de coca, sino de la cocaína. La mata no importa, lo que se exporta es lo que se consume: la cocaína.
Y, entonces, pueden bajar las hectáreas, pero no importa porque si la cocaína está subiendo (de precio) no va a cambiar el mercado. No se exportan hojas, se exporta cocaína, se exporta base. Esa es la realidad.
Se debe transformar la forma de trabajar en Colombia para desarticular esas redes criminales –el Gobierno lo está haciendo, no digo que no lo han hecho–.
Otro desafío muy importante es el del medio ambiente, de la deforestación. Cuando un país como Colombia tiene un porcentaje muy alto de la Amazonía, de bosque salvaje, se debe luchar de una forma muy agresiva en contra de la deforestación, de la destrucción de la vida salvaje. Se está haciendo, pero es muy difícil controlar las zonas de bosques perdidas en Colombia.
Hay varios estudios que dicen que a nivel mundial, cada año, se generan entre 100 y 150 billones de dólares solo con la cocaína. Pero la mayor parte de este dinero se queda fuera de Colombia, el precio va a saltar cada vez que cruza una frontera, quiere decir que aquí se paga entre 1.500 y 2.000 euros el kilo de cocaína, y en una ciudad como Berlín, ese mismo kilo –cortado– va a venderse como a 300.000 euros, porque con un kilo se hacen de dos y medio a tres kilos cortados.
¿Cuál es la importancia de la sustitución voluntaria de cultivos de coca?
Absolutamente central. Vamos a empezar a decir que no se puede dejar la erradicación forzosa en un país que está produciendo el 70 por ciento de la mata y de la cocaína del mundo. El tema es identificar un buen balance entre la erradicación voluntaria y la forzosa. Lo que le interesa a la comunidad internacional es que la gente tenga un futuro mejor, y eso pasa a través de la sostenibilidad; por ejemplo, una persona que fue minera informal, o que fue cocalera, y que eligió pasar a la legalidad del cacao o del café, no debe regresar a la ilegalidad. Cuando hay erradicación forzosa, la resiembra es de entre 40 y 50 por ciento; pero donde hay erradicación voluntaria, hay una resiembra de menos de 1 por ciento.
Fallo del Tribunal Superior de Pasto prohibió la erradicación forzada en Nariño. Foto:Policía Antinarcóticos
¿La erradicación forzada no sirve?
No digo que no sirve, porque eso sería falso, pero el tema es mucho más la lucha contra las redes criminales que van a transformar esta hoja de coca en cocaína. La lucha por la desarticulación de esas redes criminales en Colombia incluye la destrucción de laboratorios –eso es fundamental– y la cooperación internacional para atacar esta problemática, más que atacar las matas.
¿Qué información tienen de las guerras entre grupos ilegales en varias regiones?
En esas zonas con poco control (las que dejaron las Farc tras la firma de la paz) se han venido enfrentando, importaron armas porque no se pueden mantener un territorio sin armas, importaron prostitutas, usaron a los venezolanos como una nueva forma de esclavitud como raspacheros, como mineros, como lo que sea.
El Gobierno para enfrentar el crimen organizado no tiene muchas vías: primero, la confrontación, que se debe hacer a través de la investigación; después, buscar una cooperación internacional muy fuerte porque no sirve luchar solo en Colombia, se debe luchar a nivel regional, continental y global porque esas redes son por naturaleza globales.
Recomendaciones al presidente electo Gustavo Petro
¿Qué recomendaciones le da al presidente electo, Gustavo Petro?
Tomar en cuenta los desafíos que planteé. La corrupción, primero. En Dinamarca o en Finlandia no es que haya menos corruptos, es que cuando hay un corrupto allí lo envían a la cárcel, le confiscan todos sus bienes, buscan los bienes ilegales que están en la familia, en los amigos, va a perder su trabajo, y entonces hay una espada de Damocles sobre la cabeza de la persona que sabe que toma un riesgo y tiene un precio que pagar.
Lo segundo es invertir muchísimo en desarrollo alternativo, para que la gente tenga la oportunidad de entrar en un camino de legalidad y quedarse allí, eso es muy importante. Hay un costo, no digo que es gratis, pero si lo queremos, se puede. Obviamente, nunca vamos a llegar a un nivel cero de drogas porque hay consumo pero, por lo menos, vamos a sacar la gente que quiere entrar en una vida normal y solo los criminales se quedarán, y es mucho más fácil para la fuerza pública y la justicia saber dónde debe pegar y tocar, que tener demasiada gente y no saber qué hacer.
¿Qué opciones hay ante el consumo de droga?
Es un asunto muy fuerte del que no hemos hablado. Yo estoy hace tres años, pero tengo amigos que me dicen que hace 20 o 25 años no había drogas aquí, tal vez un poquito de cannabis, pero drogas más agresivas no existían. Ahora, en cualquier barrio de Bogotá, de Barranquilla, se puede encontrar cristal, metanfetamina, cocaína, heroína, las nuevas sustancias psicoactivas, lo que sea.
Esto es una realidad que no es exclusiva de Colombia y que el nuevo gobierno debe tomar en cuenta, atacando el problema de la demanda con políticas abiertas, capacitando a las familias, capacitando a los profesores para generar nuevos líderes dentro de los jóvenes. El futuro de Colombia está en los jóvenes, hay que invertir en ellos.
Y sobre la paz...
Yo quiero ser optimista, veo gente que tiene ánimo para proteger y cambiar su país. Por ejemplo, el acuerdo de paz es una oportunidad excepcional, y como dije: la paz no es negociable.
Que haya desafíos, claramente; que no se puede regresar a una ‘normalidad’ de forma rápida, claramente; pero creo que hay un camino cierto y este camino pasa por la paz. Y eso es posible, creo sí se puede.
Después del periodo de elección –que siempre es un periodo de crispación, de pelea fuerte– yo creo que el presidente electo, con su equipo, debe invertir muchísimo más en la paz, y realmente abrir las puertas de un diálogo interno.
También, sobre los temas de Estado, sin importar quién esté en el Gobierno, flagelos como el crimen, como la droga, no van a parar con el gobierno (de Iván) Duque y no lo van a hacer en el gobierno siguiente. Por eso, se debe definir una hoja de ruta común sobre esos temas que los colombianos van a identificar como los temas fuertes, y definir que estos no van a pararse con el gobierno equis o ye.
Deben tener una hoja de ruta; porque si no, lo que pasa es que cuando entra un nuevo gobierno, va a empezar de cero sin tener en cuenta todo lo que se hizo antes. Y no se puede seguir este ciclo vicioso de avanzar por cuatro años, regresar al punto cero, avanzar por cuatro años. Esto se puede hacer solo a través de un acuerdo de los colombianos y de la gente que habla en nombre de los colombianos –que son los políticos elegidos por ustedes–. Si se definen no 10 temas, sino 3 o 4 que sean fundamentales para los colombianos, se define una hoja de ruta a unos 15 años para que el nuevo gobierno que llegue, en cuatro, sepa que deberá seguir sobre ese camino. Si los colombianos pueden hacer eso dentro de la paz, que no es negociable, van a tener un futuro mucho mejor, y a mí me encantaría eso, como colombiano de corazón.