Terrorismo: hombres de Hezbolá han estado en Colombia, estas son las huellas de sus negocios con coca y empresas fachada

El nombre de Colombia vuelve a aparecer en los radares de las investigaciones internacionales contra el poder de Hezbolá. El pasado 25 de octubre, Patricia Bullrich, ministra de Seguridad de Argentina, señaló al colombolibanés Hussein Ahmad Karak como uno de los principales responsables del atentando cometido en 1992 contra la embajada de Israel en Buenos Aires, que dejó 25 muertos, y dijo que por décadas este hombre ha sido “el cerebro y reclutador de Hezbolá en América Latina”, supuestamente apoyado logísticamente por el régimen de Nicolás Maduro en Venezuela.

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En agosto, en un exclusivo barrio de Cúcuta, en una operación de la Policía y el FBI fue capturado Mahdy Akil Helbawi, el hijo de Amer Mohamed Akil Rada, a quien los Estados Unidos considera como uno de los más activos y poderosos operadores internacionales de Hezbolá.

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Los dos tienen nacionalidad colombiana (Mahdy nació en Maicao) y sus empresas fachada, ligadas a otras de la familia instaladas en Venezuela, son, según el poderoso Departamento del Tesoro de EE. UU., grandes lavaderos de dinero que va directamente de Colombia a financiar a la milicia libanesa.

El atentado de 1992 contra la embajada de Israel en Buenos Aires, y el perpetrado dos años después contra la Amia, la mutual judía en la misma ciudad, que dejó al menos 85 personas asesinadas con carro bomba, son dos de los grandes golpes terroristas perpetrados por Hezbolá a este lado del mundo. La justicia argentina sigue buscando a los responsables de una acción que, según todas las investigaciones, estuvo apoyada por el régimen de Teherán.

Y tanto Hussein Ahmad Karak como Amer Mohamed Akil Rada, ambos con pasaporte colombiano, son señalados por la justicia como fichas claves en esas operaciones terroristas de Hezbolá y en una serie de ataques menores y planes frustrados en años más recientes por las autoridades. 

Lo que sostienen los organismos de inteligencia de EE. UU. y –discretamente, por los ruidos diplomáticos del gobierno Petro con Israel– autoridades en Colombia es que la actividad de Hezbolá no es asunto del pasado. 

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La facilidad con la que se pueden obtener documentos falsos en el país, la histórica presencia de la colonia libanesa en toda la región, las alianzas con los narcos para lavar dinero y llevar droga hacia Oriente, así como el hueco en seguridad para todo el hemisferio que representan el régimen de Maduro y su alianza con Teherán, son factores claves de esa permanencia.

A la lista de fichas colombianas del grupo terrorista se suma Samuel Salman el Reda, de 59 años, nacido en San Andrés, quien enfrenta cargos en Argentina y Estados Unidos. Interpol lo busca por “homicidio calificado agravado por haber sido cometido por odio racial o religioso”. 

En el dosier contra El Reda, la Corte Sur del Distrito de Nueva York señala que “el acusado ayudó a Hezbolá a planificar y ejecutar el ataque del 18 de julio de 1994 contra la Asociación Mutual Israelita Argentina (Amia)” y que es uno de los artífices de la estrategia para “reclutar agentes en Tailandia, Panamá y Perú, entre otros lugares, para llevar a cabo vigilancia preoperacional en apoyo de planificación de ataques y ayudar a almacenar precursores explosivos”.

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La importancia estratégica de Colombia para las operaciones de Hezbolá es tal que empieza a investigarse si uno de sus ‘históricos’, Imad Mugniyeh –el creador de los ataques suicidas con carros bomba y quien perpetró los atentados contra la embajada de EE. UU. y la sede del ejército de Israel en el Líbano a comienzos de los 80–, pasó temporadas en el país bajo la fachada de próspero empresario.

Mugniyeh participó directamente en el atentado de la Amia. El Mossad israelí y la CIA lo ubicaron finalmente en febrero de 2008, en Damasco, y lo mataron en una sofisticada operación que incluso ha sido llevada a las plataformas de televisión.

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Zanga SAS, la empresa de Mahdy Akil Helbawi y Amer Mohamed Akil Rada, que entró a la Lista Clinton el año pasado y que tenía sede en Barranquilla, exportaba carbón vegetal desde Colombia hacia el Líbano, Israel, Kuwait y Emiratos Árabes Unidos. Desde 2015, según el expediente judicial en Colombia, exportó más de 2.449 toneladas de carbón vegetal hacia el Oriente Próximo.

 Según fuentes de la Policía, una de las líneas incipientes en la investigación es la posibilidad de que esos envíos estuvieran ‘contaminados’ con cargamentos de cocaína colombiana.

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La investigación, que incluye cargos por la destrucción de reservas naturales, documentó que el encargado de recibir los embarques de carbón en el Líbano era el propio Akil Rada, el mismo perseguido por los atentados en Argentina.

La incautación de un cargamento ilegal de 28 toneladas de carbón que iban a ser exportadas desde La Guajira puso a las autoridades de Colombia y EE. UU. sobre la pista de la familia, que tiene negocios en Venezuela. Un tío del capturado, Samer Mohamed Akil Rada, aparece como dueño de BCI Technologies, domiciliada en Valencia, estado de Carabobo. Los dos hermanos Akil Rada, como Ahmad Karak, tienen también documentos venezolanos.

El informe de la ministra de Seguridad de Argentina relaciona a Ahmad Karak con Rahmat Asadi, un ciudadano iraní de 43 años, uno de los terroristas más buscados en el mundo. Asadi, como lo reveló este diario en agosto del 2021, conoció a dos colombianos cuando estuvo preso en Dubái, entre 2017 y 2020, y tras recuperar la libertad los contrató para hacerles seguimiento a dos empresarios israelíes en Bogotá, que tras recibir la alerta de inteligencia tuvieron que salir de Colombia con sus familias.

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Un alto oficial aseguró que el cruce de información entre aliados es constante y a la vez confirmó la preocupación que tienen las autoridades por la estrategia de reclutamiento de estos grupos en el país. 

Y señala que, no solo de ahora, hay evidencias sólidas de negocios entre Hezbolá y narcos colombianos. En una de las grandes redadas contra el grupo terrorista en toda la región, en el 2008, cayeron 111 personas, entre ellas varios narcos ligados a la ‘Oficina de Envigado’.

Informes de la DEA sostienen que la llamada ‘oficina de Asuntos Externos’ de Hezbolá, creada hace más de 20 años por Imad Mugniyeh, “ha establecido relaciones de negocios con los carteles de la droga suramericanos como la ‘Oficina de Envigado’ ”, y dice que esa estructura obtiene ganancias del lavado de dinero de los mafiosos. Y en el famoso caso de las ‘narcovacas’ –el buque colombiano con un envío de ganado que autoridades españolas detuvieron con 4,5 toneladas de cocaína en enero del 2023–, el destino era el puerto de Líbano.

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La presencia de Hezbolá en el negocio del narcotráfico en Colombia es tan sólida que incluso la DEA la ha aprovechado para operaciones encubiertas. Eso pasó con Adalberto Fructuoso Comparán, un exalcalde mexicano y capo del cartel de Michoacán quien aceptó reunirse en 2021 en Cali “con una persona que creyó era un lavador de dinero y narcotraficante asociado con Hezbolá”, según la DEA, para un intercambio de cocaína por metanfetaminas. El comprador resultó ser un agente de la DEA y Comparán paga hoy una condena de 10 años en Miami por narcotráfico.

Redacción Justicia.

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