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La mañana del 9 de septiembre de 2009, en un auditorio en Madrid, España, la periodista colombiana Jineth Bedoya Lima se paró frente a un micrófono con el peso de nueve años de silencio sobre sus hombros. Por primera vez, decidió levantar su voz y compartir en público la dolorosa historia de la barbarie que vivió el 25 de mayo del 2000, mientras cumplía con su labor periodística en la cárcel La Modelo de Bogotá.
Frente a una sala llena de activistas y periodistas reunidos por Oxfam-Intermón en el marco de la campaña ‘Violación y otras Violencias: saquen mi cuerpo de la guerra’, Jineth pronunció una frase que marcaría un antes y un después, no solo en su vida, sino en la de miles de mujeres: “Vine a Madrid porque entendí que no era hora de callar”.
El diario El País recogió sus palabras en un artículo que capturó la fuerza de su testimonio. Sin darse cuenta aún, Jineth había dado nombre a una causa que se convertiría en símbolo de resistencia, esperanza y lucha para muchas, trascendiendo años, fronteras y silencios: No Es Hora De Callar.
Desde ese día, ha sido más que una campaña por y para las mujeres. Es una trinchera de palabras, un refugio para el dolor, una escuela para la resistencia. Su testimonio, convertido en un antídoto contra el silencio hizo posible que Jineth combinara su oficio periodístico con la defensa de los derechos de las mujeres, acompañando a víctimas sobrevivientes en todo el país, recorriendo zonas de conflicto, escuchando testimonios que durante años habían sido silenciados por el estigma y la impunidad.
Con el respaldo de organizaciones como ONU Mujeres, Oxfam, el PNUD y la Fundación para la Libertad de Prensa (Flip), No Es Hora De Callar ha dedicado sus esfuerzos a capacitar a medios de comunicación enteros, lideresas y comunidades a lo largo y ancho de todo el país. Su trabajo se ha centrado en difundir el conocimiento sobre las leyes que protegen a las mujeres, promover la responsabilidad de comunicar con enfoque de género y generar conciencia frente a la creciente ola de violencia en Colombia, con la firme intención de prevenirla y mitigar sus impactos.
En 2010 decidió llevar su caso ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Era un acto de dignidad y reivindicación personal, pero también una denuncia poderosa contra la indiferencia y negligencia de un Estado que, durante años, había ignorado su clamor por justicia. La campaña No Es Hora De Callar se convirtió entonces en una plataforma desde la cual Jineth comenzó a hablar en espacios que antes parecían inalcanzables: parlamentos, universidades, tribunales internacionales.
Su historia, su verdad, comenzaron a resonar más allá de las fronteras, inspirando a muchas otras mujeres a romper sus propios silencios. Y fue en medio de ese camino, en 2012, cuando recibió el Premio Mujer de Coraje, un reconocimiento entregado por Hillary Clinton y Michelle Obama que simbolizaba el respaldo que su lucha empezaba a ganar. Más que un galardón, fue una señal clara de que su voz no solo había sido escuchada, sino que comenzaba a influir en lugares donde se toman decisiones que pueden cambiar vidas.
En 2013 empezó a documentar el crimen de la explotación sexual de niñas y adolescentes en Colombia. Su mirada se posó sobre Medellín, Cali, Cartagena y luego en las minas de oro de Antioquia, donde niñas eran utilizadas como mercancía humana. Fue ella quien denunció cómo menores de edad eran vendidas a redes internacionales de trata. Su periodismo, siempre incisivo y ético, no sólo exponía lo que otros no querían ver, sino que abría caminos para que esas niñas también pudieran hablar.
En 2014, fue una de las víctimas seleccionadas para participar en los diálogos de paz entre el Gobierno colombiano y la antigua guerrilla de las Farc, en La Habana (Cuba). Llevó el tema de la violencia sexual hasta la mesa de negociaciones y gracias a su insistencia y al de cuatro organizaciones más, ese crimen fue reconocido como un delito no indultable. Por primera vez, las mujeres sobrevivientes tenían una voz real en un proceso de paz y su dolor no sería barrido bajo la alfombra de la reconciliación política.
Ese mismo año, la campaña fue invitada por Angelina Jolie a la Primera Cumbre Mundial sobre Violencia Sexual, en Londres. Jineth fue una de las cinco representantes de las víctimas del mundo. Las Mujeres Premio Nobel de Paz la invitaron a formar parte de su Junta Asesora, lo que significaba que su historia había empezado con una frase escrita para sí misma y ahora estaba dando la vuelta al planeta.
Un año más tarde, en 2015, la campaña lideró un acto histórico. Luego de que Alejandro Cárdenas Orozco, alías JJ, uno de los agresores de Jineth, quedara en libertad, ella decidió transformar su dolor en un acto de resistencia. En compañía de Yirley Velasco, una lideresa de los Montes de María y sobreviviente de violencia sexual de la masacre de El Salado, convocaron a las mujeres de la zona a regresar simbólicamente al lugar donde habían sido violentadas.
Para conmemorar los 10 años de la marcha a El Salado, la periodista y activista Jineth Bedoya Lima y su campaña ‘No Es Hora De Callar’ volvieron a liderar un retorno simbólico a los Montes de María. Con ella, más de un centenar de mujeres caminaron desde Ovejas (Sucre) hasta el corregimiento de Flor del Monte.
Foto:Mauricio Moreno
700 personas caminaron desde El Carmen de Bolívar hasta el corregimiento de El Salado. Muchas de ellas no habían vuelto nunca. Aquella caminata se convirtió en una especie de ritual de sanación colectiva y fue el comienzo de lo que después se conocería como los “Retornos Simbólicos”. De ahí en adelante, No Es Hora De Callar ha caminado también en Putumayo, Tumaco, Buenaventura, Bolívar, Bogotá y Sucre.
Estos actos de memoria buscan resignificar los lugares donde las mujeres fueron víctimas de violencia sexual en el marco del conflicto armado. Volver a esos territorios no es solo un ejercicio de presencia, sino una declaración de resistencia, un mensaje contundente de que sus historias no serán silenciadas y que la lucha por la justicia sigue en pie.
En paralelo, Jineth le solicitó al entonces presidente Juan Manuel Santos que se dignificara a quienes habían sobrevivido a la violación. Fue así, como tras dos años de trabajo, el mandatario firmó el decreto 1480 de 2014, que declaró el 25 de mayo como el Día Nacional por la Dignidad de las Mujeres Víctimas de Violencia Sexual en el marco del conflicto armado. Un reconocimiento oficial a una herida profunda del país y también un acto simbólico de justicia para esa mujer periodista y líder irrompible.
Con el tiempo, la campaña No Es Hora De Callar fue ampliando su impacto. Ha producido documentales como Rostros del Pacífico Sur, Mariposas violeta, Masacre en El Salado, Resignificación 24 años después, La lucha contra la explotación sexual en Medellín y Explotación sexual en Cartagena, voces silenciadas. Cada uno de ellos narra, con respeto y fuerza, las historias de mujeres que sobrevivieron a lo impensable y que ahora están construyendo paz desde sus territorios. A muchas de ellas, la campaña les enseñó a contar sus propias verdades, a ser autoras de su memoria. El impacto de este trabajo, en 15 años, ha llegado a más de 15.000 víctimas y sobrevivientes.
Uno de los hitos más poderosos de la campaña No Es Hora De Callar se vivió en 2014, en medio del fervor colectivo que despertaba el Mundial de Fútbol en Brasil. Mientras el país entero vibraba al ritmo de los goles de la Selección Colombia, un mensaje distinto, urgente y necesario comenzó a abrirse paso entre la euforia: el de la prevención de la violencia de género. La Federación Colombiana de Fútbol se alió con la campaña y, por primera vez, los jugadores —referentes nacionales, modelos para millones de niñas y niños— prestaron su voz para algo más que animar a la afición.
Grabaron mensajes puntuales y potentes, en los que invitaban a respetar a las mujeres, a rechazar todo tipo de agresión, a no callar. En un país donde el machismo ha sido históricamente normalizado y el fútbol es uno de sus principales escenarios, este gesto fue más que simbólico: fue revolucionario. Que los máximos ídolos como James Rodríguez, Guillermo Cuadrado o Mario Alberto Yepes asumieran una postura pública contra la violencia de género significaba romper con décadas de silencio y enviar una señal clara desde un espacio que estuvo destinado por décadas para los hombres.
Violeta es la imagen del programa transmedia No es Hora de Callar.
Foto:Néstor Gómez. EL TIEMPO
La pandemia del covid-19 fue otro desafío. El confinamiento intensificó las violencias en los hogares y No Es Hora De Callar no se quedó quieta. Lanzó campañas, se alió con artistas, denunció el aumento de feminicidios, acompañó a mujeres en riesgo. Todo en un contexto de encierro, miedo y desprotección estatal. Aún así, la voz de la campaña siguió resonando.
En los años de recorrido de esta causa social, en medio de jornadas marcadas por el dolor, la memoria y la esperanza, nació un símbolo que hoy representa la dignidad de miles de mujeres.
Todo comenzó durante los retornos simbólicos realizados entre 2015 y 2017. Mientras caminaban por esos territorios profundamente marcados por la violencia, mariposas moradas acompañaban el recorrido. Al principio, nadie les dio mayor importancia. Pero cuando volvieron a presentarse, una y otra vez, Jineth indagó qué representaba.
La respuesta no pudo ser más clara: en la cultura oriental, las mariposas violeta significan dignidad. Entonces, ella comprendió que la dignidad estaba caminando con las mujeres sobrevivientes de violencia sexual. Así, las alas de estos hermosos insectos se convirtieron en el distintivo de No Es Hora De Callar, una mariposa sin rostro que representaba la dignidad de las víctimas de violencia sexual.
El símbolo alcanzó un nuevo nivel de significado cuando el caso de Jineth Bedoya llegó a la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Ante el impacto de tener que revivir su experiencia en un tribunal internacional, Jineth hizo un llamado a caricaturistas e ilustradores de Colombia para que le enviaran ilustraciones de mariposas violetas que la acompañaran en el juicio. Llegaron decenas de ellas que la rodearon como un manto de apoyo. Entre estas creaciones, estaba la de la diseñadora Daniela Sanín Ángel, quien había acompañado la campaña durante años. Le dio rostro y cuerpo a la mariposa, transformando la imagen plana del logo en una figura humanizada.
En 2021, ocurrió el capítulo más importante de esta historia, el juicio ante la Corte IDH, donde Jineth logró lo que parecía imposible: el 18 de octubre el Estado colombiano fue condenado por su responsabilidad en los hechos ocurridos en el 2000. Fue una sentencia histórica, con medidas de reparación inéditas para las mujeres periodistas y las mujeres víctimas de violencia sexual.
Con la audiencia del juicio en plena crisis sanitaria, el equipo de la campaña decidió plasmar el nuevo diseño de la mariposa en tapabocas y carteles, llenando el lugar de la audiencia con mariposas violeta. Luego de un consenso, Violeta fue el nombre designado a esta mariposa que sería pionera en la pedagogía de las violencias basadas en género.
Tres años después, en 2024, comenzaron a hacerse realidad algunas de las medidas de reparación ordenadas por la Corte en el fallo del caso Bedoya Lima y otra Vs. Colombia. Con un nombre propio y un rostro, el siguiente paso era dar vida a Violeta de una manera que pudiera conectar con más personas. Para ello, se lanzó el Programa Transmedia No Es Hora De Callar, una iniciativa que busca visibilizar y combatir las violencias basadas en género, especialmente la violencia sexual en Colombia, a través de diferentes medios y formatos.
La periodista Jineth Bedoya hace entrega de mural Fragmentos que florecenen la cárcel La Modelo al ministro de justicia Néstor Iván Osuna Patiño. Bogotá 19 de junio del 2024.
Foto:MAURICIO MORENO EL TIEMPO
El 8 de marzo de 2024, en el marco del Día Internacional de la Mujer, Colombia fue testigo de un momento conmovedor y simbólico: se estrenó oficialmente Violeta como personaje animado. Ese día, además, salieron a la luz 12 testimonios impactantes de mujeres víctimas de violencia sexual en el conflicto armado, relatos que sacudieron la conciencia del país y pusieron en evidencia una herida aún abierta.
Violeta no llegó sola. Gracias al apoyo del Ministerio de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (MinTIC) y de un equipo de creativos, la mariposa símbolo de la campaña No Es Hora De Callar adquirió movimiento, voz y personalidad. Se convirtió en una herramienta pedagógica animada, diseñada para explicar, con un lenguaje accesible y empático, los diferentes tipos de violencia que afectan a las mujeres, especialmente en contextos de conflicto y exclusión.
Desde entonces, este programa se transmite el último viernes de cada mes a través de todos los canales nacionales. Con una duración de una hora, cada emisión se ha convertido en una cita para hablar sin miedo de las violencias que persisten. Sus capítulos han abordado temas urgentes como la explotación sexual de niñas y niños en Cartagena, las historias detrás de los retornos simbólicos liderados por sobrevivientes y las múltiples formas en que la dignidad ha resistido y florecido en medio de la guerra.
La dignidad también necesita raíces y color para permanecer. Así lo plasmó Jineth Bedoya al presentar el Mural por la Memoria: Fragmentos que Florecen, una obra de la artista bogotana Nats Garu (Natalia García), que ahora habita, como un acto de resistencia y resignificación, una de las paredes de la cárcel La Modelo en Bogotá, donde ella fue secuestrada. No es solo arte, es una medida de reparación simbólica hecha realidad, una respuesta tangible al dolor de Jineth y de tantas mujeres que han sobrevivido a la violencia sexual en Colombia. Una memoria que florece, incluso entre los muros más oscuros.
Unos meses después, en el salón de la Constitución del Capitolio Nacional, donde se han escrito algunas de las páginas más trascendentales de la historia legislativa del país, se celebró un hecho sin precedentes para la protección de las mujeres periodistas en Colombia: el lanzamiento oficial del Fondo No Es Hora De Callar.
Este fondo, sustentado en la aprobación de la Ley 2358 de junio de 2024, que Jineth promovió en el Congreso de la República, destinará un monto anual de 500.000 dólares (renovable cada año) a la financiación de programas que prevengan, protejan y asistan a mujeres periodistas víctimas de violencia de género. Su creación es parte del cumplimiento de la sentencia y entre sus principales líneas de acción están la inversión en mecanismos de prevención y protección, así como el impulso a investigaciones que documenten y analicen las múltiples formas de violencia de género que enfrentan las periodistas en el ejercicio de su labor.
El 2024, culminó con grandes logros y avances. El 10 de diciembre de 2024, Día Internacional de los Derechos Humanos y última fecha de los 16 días de activismo mundial contra la violencia de género, se llevó a cabo en el corazón de Bogotá, la I Cumbre de Secretarias de la Mujer No Es Hora De Callar. Un evento que contó con la participación de representantes de 22 gobernaciones y 12 alcaldías capitales, marcando un hito en la articulación de esfuerzos por la defensa de los derechos de las mujeres. Además se presentó la primera investigación sobre las violencias digitales hecho por el Centro Investigativo y de Memoria No Es Hora De Callar, otra de las medidas de reparación ordenadas por la sentencia.
Gracias al trabajo de la Consejería para la Reconciliación Nacional y la Central de Inversiones S.A., se logró obtener el inmueble donde funcionará este espacio de memoria y resiliencia. Actualmente, la casa está en la recta final del proceso de adecuación, no sólo para su funcionamiento como Centro de Investigación, sino también para resignificar cada uno de sus espacios y convertirlos en un símbolo de justicia y reparación. Será un lugar donde las mujeres sobrevivientes de violencia sexual puedan compartir sus procesos artísticos y sanación, reflexionar, crear y fortalecer su papel en la sociedad, reivindicando su voz y su derecho a existir sin miedo.
Hoy, a más de 15 años de haber hecho su testimonio público, Jineth Bedoya sigue caminando junto a las mujeres que decidieron no callar. No Es Hora De Callar es una forma de vivir, de contar, de sanar. Es la prueba de que cuando una mujer alza la voz, muchas otras encuentran la fuerza para hacer lo mismo. Y que, en un país marcado por el silencio, la palabra y la comunicación siguen siendo los actos más reivindicativos de justicia.