Los desafíos alrededor de la libertad de Salvatore Mancuso y su rol como gestor de paz

Salvatore Mancuso, uno de los máximos jefes paramilitares y que por casi tres lustros sembró el terror en las poblaciones del norte del país, salió de prisión tras 18 años en cárceles de Colombia y los EE. UU. En las Autodefensas Unidas de Colombia (Auc), estuvo al mando de bloques responsables de miles de asesinatos, desapariciones forzadas y masacres como la de El Salado, en la que un grupo de 450 ‘paras’ asesinó a garrote, piedra y machete a 60 personas de ese caserío en Bolívar.

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Con la libertad a prueba otorgada por la jueza Luz Marina Zamora, el miércoles Mancuso cruzó las rejas de la cárcel La Picota, de Bogotá, con la misión –dijo en una rueda de prensa del jueves– de contribuir a que crímenes por los que fue sentenciado en tres ocasiones no vuelvan a repetirse.

Para tal fin, a su historial criminal se sumó un elemento adicional: la figura de gestor de paz que hace 11 meses el gobierno del presidente Gustavo Petro le asignó.

Las reacciones de varios familiares de víctimas ante la libertad y la designación no se hicieron esperar. Algunos lo vieron como una oportunidad para desenredar hechos del pasado, pero otros tienen dudas de lo que pueda pasar.

Para Juan David Díaz, vocero del capítulo Sucre del Movimiento Nacional de Víctimas de Crímenes de Estado e hijo del asesinado exalcalde de El Roble, Eudaldo Díaz, esa gestoría no es algo malo. Pero “al momento en el que lo liberan ya le quitan la motivación”, argumentó el vocero a EL TIEMPO.

“En mi concepto, Mancuso quedó libre y va a pasar lo que pasó con los jefes paramilitares y guerrilleros, enseguida les da una pérdida de la memoria selectiva. Cuando salga y se rodee de sus aduladores no va a pasar nada, van a callar, van a salir diciendo que habían hablado con sus subalternos y que habían corroborado y no era así”, subrayó David Díaz.

Otra de las voces de víctimas consultadas por este medio y que claman por una reparación integral es la de Rosa Nidia Quintero, quien en 1999 perdió a su hermana Floreria Quintero en Tibú, Norte de Santander. Según Nidia, su familiar era comerciante y fue asesinada por no presentarse a una cita que le habían puesto los ‘paras’ de un bloque al mando de Salvatore Mancuso.

“A ninguna de las víctimas nos gusta que él salga en libertad, pero ya sabemos que en este país los victimarios están libres. Me dijo el que mató a mi hermana ‘ahí se las mando, pa’ que les duela’. La empalaron, la violaron y le metieron un tiro en la cabeza volándole los sesos”, dijo Nidia, añadiendo que Mancuso sí aportó a la verdad, pero que de nada les sirve que él diga que mató a alguien.

Por su lado, el abogado de víctimas Gabriel Mejía Castillo se mostró de acuerdo con la libertad, pues se ajusta a la ley y a que el exjefe paramilitar en la costa Caribe, durante varios años de audiencias, ya aceptó 36.000 muertes.

Ahora, sobre los desafíos que trae la libertad a prueba, Jefferson Mena, consejero presidencial para los Derechos Humanos en el gobierno de Iván Duque, le manifestó a EL TIEMPO: “Nada nos garantiza que aprovechando la libertad obtenida este no resulte involucrado en nuevos delitos y termine regresando a su actividad criminal.

 Básicamente lo que el Gobierno está haciendo es confiar en un delincuente que es el responsable de cualquier cantidad de crímenes”.

En razón de ello, Mena enlistó como un reto esencial que las autoridades analicen cuál es la injerencia que puede tener el condenado en las nuevas dinámicas de violencia que padece Colombia. “Lo que vemos es que este es un actor que no va a tener ninguna relevancia en las negociaciones que hoy se adelantan. No existe hoy ningún grupo criminal en el cual este señor tenga injerencia, por esa razón resultará inocua su gestión como gestor”, afirmó.

Y en cuanto a los fines de la designación de Mancuso, Juan David Díaz hizo un llamado a estar atento a lo que pueda resultar, pues “sabemos que estos exjefes paramilitares nunca hacen algo a cambio de nada, siempre tienen un interés personal por encima del general”.

En los estrados judiciales, esa figura de gestor de paz ya se revisó durante una audiencia en la Sala de Justicia y Paz de Barranquilla, que no la avaló porque podría derivar en un “efecto práctico de indulto”, ya que la resolución que lo acredita como gestor no tiene límites temporales ni geográficos, ni tampoco las mesas en las que participará en busca de la paz.

Pese a eso, el exparamilitar afirmó que hace unos días habló con el alto comisionado Otty Patiño para definir aspectos relacionados con su nueva función, en la que se mostró interesado de que estén otros actores del conflicto armado, Dairo Antonio Úsuga, alias Otoniel, y Juvenal Palmera, alias Simón Trinidad.

Según Mancuso, ambos deberían entrar a la agenda de ‘paz total’ del Ejecutivo, a la que también invitó a vincularse al expresidente Álvaro Uribe.

De acuerdo con información conocida por EL TIEMPO, el exparamilitar permanecerá unos días más en Bogotá para asistir a trámites que tiene en Justicia y Paz y en la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), para después trasladarse a Medellín, ciudad en la que se ha conocido que residirá.

Entretanto, se está a la espera de que la Corte Constitucional defina un conflicto de competencias entre Justicia Paz y la JEP, pues las dos corporaciones están interesadas en saber de los crímenes relacionados con Mancuso. Esa decisión podría abrir un nuevo capítulo en el historial judicial del exjefe paramilitar.

Carlos López - Redacción Justicia - @CarlosL49 - [email protected]