Así es la batalla por El Plateado, ‘la capital’ de la cocaína en el suroccidente: ‘Es el Wall Street de las disidencias’

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De hecho, desde ese punto se lanzó en la madrugada del jueves una de las operaciones militares más grandes en este Gobierno contra lo que se califican como grupos armados organizados residuales –los que no firmaron los Acuerdos de Paz de 2016 con el gobierno de Santos y que siguieron en la ruta de la ilegalidad–, la cual dejó como saldo la muerte de 15 integrantes del frente ‘Carlos Patiño’, y, según datos de inteligencia, 12 heridos.

Las tropas atacaron un campamento ‘madre’ de la ‘Carlos Patiño’ en el que se calcula se encontraban unos 40 delincuentes que venían siendo vigilados desde varios días atrás por el avión Fantasma –la inteligencia de la Fuerza Aérea Colombiana– y que constantemente se veían subiendo y bajando la montaña. 

En varias imágenes se ve cómo los disidentes cargan en los carros grandes maletas que, según fuentes del Ejército, estaban “cargadas con dinero en efectivo, cuya procedencia no tenemos dudas de que es el narcotráfico”. 

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En esa operación se utilizaron misiles dirigidos Spike (parte del arsenal de alta tecnología que Israel le vende a Colombia) y artillería pesada de largo alcance con morteros de 81 y 105 milímetros, los cuales fueron programados al centímetro para evitar daños colaterales. La zona alta de la montaña que da ingreso a El Plateado ha sido infestada de minas antipersona para bloquear el paso de las tropas. Por eso la estrategia fue el ataque a distancia.

“Uno de los disidentes que hace pocos días se entregó dijo que él solo, en los últimos tres meses, había instalado unas 1.500 de estas trampas explosivas. Podrán dimensionar la gravedad de la situación en este momento, especialmente para la población civil”, señaló el general Mejía. 

Para un gobierno como el del presidente Petro, cuya apuesta por la ‘paz total’ ha sido fuertemente criticada por el exceso de ‘zanahoria’ frente a grupos criminales que siguen atacando a la población civil y metidos de lleno en el narcotráfico, la operación en el Micay marca un punto de quiebre.

Como lo señaló el mismo mandatario, el mensaje que empieza a enviarse es que si disidencias y otros actores ilegales no le apuestan a la negociación y cumplen las condiciones, el Estado va a usar su fuerza contra ellos.

En el caso particular de El Plateado, lo que se ha visto es que las disidencias de ‘Mordisco’ no están dispuestas a perder los millonarios ingresos que les deja el narcotráfico. Y no es algo reciente. 

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Al menos en la última década, en ese pueblo que ha crecido hasta tener más de 8 mil habitantes (más que el casco urbano de Argelia) el Estado no se ha visto. En ese pedazo del Cauca donde la cordillera empieza a bajar hacia la selva del Pacífico era común, hasta el año pasado, ver a decenas de extranjeros.

“Los emisarios de los narcos de Europa, Estados Unidos y México que llegaban a El Plateado a negociar la cocaína. Desde que iniciamos operaciones el año pasado ya no volvieron, ya no se sentían seguros, y eso ha afectado el negocio de las disidencias”, dice Mejía.

La falta de los compradores internacionales, señalan autoridades, es una de las razones por las que ha empezado a bajar el precio de la base de la cocaína y del clorhidrato de cocaína, que antes compraban al por mayor los enviados del cartel de Sinaloa. “Se les dañó el negocio y por eso son las retaliaciones y ataques contra la Fuerza Pública: nos quieren sacar a como de lugar de la montaña”, asegura el general. 

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Le economía de la coca empieza a marchitarse. Entre los más afectados están varios caseríos cercanos que surgieron de un momento a otro para proveer ‘servicios de distracción’ a los raspachines llegados de todo el país y a los ilegales que ‘cuidan’ la zona. En uno solo de ellos, de unas 30 casas, había nueve prostíbulos. En muchos de ellos, explotan a menores de edad: las niñas indígenas son víctimas frecuentes de este flagelo.
 
La batalla que se libra en El Plateado, la parte alta del cañón del Micay, es clave para romperle el espinazo al narcotráfico en el suroccidente del país, que es la zona con más cultivos, laboratorios y rutas dada su cercanía al océano y a la frontera con Ecuador.

De hecho, en el Cañón de Micay –donde se concentran el 75 por ciento de los cultivos de matas de coca en Cauca– están los municipios de Argelia, López de Micay y El Tambo. De acuerdo con el Sistema Integrado de Monitoreo de Cultivos Ilícitos, Simci, de Naciones Unidas, en 2023 en Cauca se detectaron 26.223 hectáreas de narcocultivos con capacidad de producción cercana a 300 toneladas métricas de clorhidrato de cocaína al año. 

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El Plateado fue fortín del Eln, al que destronó el entonces sexto frente de las Farc y que hoy está bajo control del llamado frente ‘Carlos Patiño’, al mando de alias Kevin. Este frente es una de las diez estructuras que hacen parte del llamado ‘Bloque Occidental Jacobo Arenas’, que cuenta con unos 1.577 integrantes en armas, con presencia en Nariño, Cauca y Valle del Cauca, los departamentos sobre los cuales el presidente Petro le ordenó a la Fuerza Pública reactivar operaciones ofensivas.

Fue la respuesta al reiterado incumplimiento de Néstor Gregorio Vera, ‘Iván Mordisco’, el jefe máximo del Emc, frente a los compromisos para entrar en la ‘paz total’. 

Otro frente que hace presencia en la zona es el ‘Jaime Martínez’, el cual busca extenderse hasta Valle del Cauca a través de este paso natural y que está encargado de la confrontación armada con las disidencias de ‘Iván Márquez’, la ‘Segunda Marquetalia’, que reclama el control de la región. En medio de esa confrontación es que las comunidades indígenas temen que se incrementen las actividades de reclutamiento forzado. 

Precisamente, el comandante del Comando Conjunto de Cauca informó que este año, con corte al 25 de abril, las tropas han recuperado a 19 menores de las filas de las disidencias, 32 se han sometido y han logrado la captura de 20 disidentes y 50 narcotraficantes. 

Llegar, casi por primera vez, como Estado a esa olvidada zona de Colombia es un reto para la Fuerza Pública. El Plateado es el mismo caserío por el que esta semana el general William Salamanca, director de la Policía, tuvo que itir que aún no puede enviar allí agentes porque no puede garantizar su vida ni su integridad. Por eso los disidentes son la ley.

“Esto por acá es así, aquí nadie roba porque los ‘señores’ aplican la ley del talión. Si usted tiene un problema con los vecinos, ellos ponen las multas y las sanciones. Los niños van a la escuela, pero si se ordena una reunión, todo el mundo llega al punto, sin dudarlo”, le dijo a este diario un residente del pueblo. 

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Pero más allá de la batalla puntual por ese enclave estratégico, la operación en El Plateado y el Micay envía un mensaje que hace rato se esperaba del Gobierno: que va a proteger a la población civil de esas zonas donde los grupos ilegales han aprovechado la ‘paz total’ para fortalecerse estratégicamente.

Jorge Restrepo, director del Centro de Recursos para el Análisis de Conflictos (Cerac), enfatizó que la operación de El Plateado entrega el mensaje de que si bien el Gobierno priorizó una negociación, la vía militar es su ruta de acción ante quienes no han contenido la violencia.

“Como esos grupos están poniendo en riesgo a la población civil, el deber de la Fuerza Pública es atacarlos con fuerza”, dijo, y añadió que lo ocurrido envía un mensaje a los demás grupos con los que hay acercamientos de paz sobre qué puede pasar si incumplen sus compromisos.

ALICIA LILIANA MÉNDEZ
​Subeditora de Justicia
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