Infiltrados en el Ejército: las pistas detrás del crimen de militares en Putumayo

Tan solo 36 horas después de que el comandante de las Fuerzas Militares, general Helder Giraldo, expresó –en su mensaje dominical a las tropas, el domingo 25 de febrero– su preocupación por la pérdida de la especialización en el nivel táctico de la institución, en Putumayo se registró el asesinato del capitán Juan Pablo Herrera, el sargento Carlos Rojas y el soldado Yoandris Mejía Mejía a manos, presuntamente, del soldado Alexánder Orozco Zambrano que estaba prestando servicio militar.

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El caso estaría asociado a una vieja práctica entre fuerzas en conflicto: la infiltración.

La alerta del comandante va de la mano con la principal hipótesis que se plantea en las Fuerzas Militares con relación al asesinato de los soldados, y es que las disidencias –que se hacen llamar ‘Carolina Ramírez’, al mando de ‘Danilo Alvizú’– infiltraron a algunos uniformados en la base del Batallón de Infantería de Selva n.º 49, ubicado en La Tagua, zona rural de Puerto Leguízamo, Putumayo.

El soldado Orozco Zambrano, de 19 años, habría sido adoctrinado para atentar contra el personal de la unidad militar, “dentro de una prueba que podría llamarse de capacidad y valentía para ganarse un puesto en el grupo armado organizado”, dijo a EL TIEMPO un alto oficial de la institución castrense.

“Infiltrar es una vieja táctica de la guerrilla de las Farc que se aplica en todos los conflictos del mundo, que es meter a alguien en las filas del contrario, nosotros hacemos lo mismo”, señaló el oficial.

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Entre las estrategias de infiltración está la de lograr meter a una persona en las filas, “a través de un pago o de la amenaza de atentar contra algún integrante de su familia”. De otro lado, está la infiltración de una persona para que entregue información sobre movimientos, planes de ataque, armas, entre otros, y usar esa información para planear un contraataque. Esto siempre mediante un pago.

En el caso de Orozco y tres uniformados más, estos habrían sido ados por una mujer, “pero todo indica que el reto era que huyeran y hurtaran los fusiles, nadie se esperaba que fuera a matar a alguien”, puntualizó la fuente.

Al preguntarle al alto oficial en qué pudo fallar la inteligencia, este afirmó que se trata de jóvenes que ingresan a prestar su servicio militar obligatorio, “el año pasado incorporamos 15.000 jóvenes, hubiera sido imposible someterlos a todos, por ejemplo, a la prueba del polígrafo”.

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Señaló que para cumplir con el proceso de preselección se busca verificar uno a uno los datos de residencia, familiares y referencias, “que también es un trabajo dispendioso, pero le aseguro que lo que pasó en Putumayo es un caso en un millón, que nos obliga a replantear algunos aspectos internos”.

El alto oficial señaló que en todo caso no se descartan otras hipótesis en el ataque de Orozco, “que haya entrado en un estado de ansiedad por consumo de drogas, por eso se está a la espera del resultado de la necropsia”, o que hayan amenazado a su familia.

Expertos en temas de seguridad consultados por EL TIEMPO indicaron que las infiltraciones son un tema delicado que sigue dejando en evidencia la vulnerabilidad en la que se encuentran las estructuras de seguridad del Estado.

Para Javier Rincón, profesor e investigador en derecho militar de la Universidad Javeriana, lo ocurrido en Putumayo puede tener varias causas, entre ellas la necesidad de “un filtro” focalizado al momento de hacer los reclutamientos. No obstante, destacó que puede haber un elemento más importante relacionado con tácticas de contrainteligencia. “Hoy vemos que la contrainteligencia está más interesada y enfocada en tumbar a generales que en trabajar en la lucha contra el enemigo que se está introduciendo en las propias fuerzas”, dijo el experto.

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“Cuando uno revisa, por ejemplo, el cuerpo de generales, vemos que no hay oficiales para estas especialidades, de hecho, creo que solo hay uno. Lo que deja en evidencia que hay que hacer unos ajustes de ese aspecto, porque de pronto está debilitada o desviada”, señaló Rincón, quien hizo énfasis en que la institución se ha visto resentida por las salidas de oficiales en los últimos meses.

César Niño, experto en seguridad, sostiene que hay que revisar la contrainteligencia del Estado. “Lo que está pasando da cuenta de las vulnerabilidades en las que están las Fuerzas Militares, por lo que se debe entrar en un análisis que permita llevar a cabo un proceso de depuración”, dijo.

La actual ola de desvinculaciones en la Fuerza Pública, ya sea por licenciamiento, retiro voluntario o evaluación del desempeño, según dijo Melisa Franco, experta en temas de seguridad, “revela una necesidad apremiante de personal para asegurar la protección de nuestros territorios”.

Por su parte, Fernando Rojas, analista en temas de seguridad y defensa, señaló que las infiltraciones en la Fuerza Pública “no resultan ser un secreto”, por lo que considera que las Fuerzas Militares deben adaptarse “urgentemente” a la nueva realidad del conflicto.

Redacción Justicia

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