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Editorial

'Fue realmente una experiencia muy traumática': las historias detrás de las 'terapias de conversión' desde los ojos de quienes las han sobrevivido

Este es el adverso panorama que enfrenta una de cada cinco personas de la comunidad Lgbtiq+ en Colombia al ser sometida a prácticas abruptas para cambiar su orientación sexual e identidad de género.

Sobrevivientes de las Ecosieg en la marcha del orgullo Lgbtiq+ del 30 de junio de 2024.

Sobrevivientes de las Ecosieg en la marcha del orgullo Lgbtiq+ del 30 de junio de 2024. Foto: Archivo particular

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Unos fueron víctimas de los choques eléctricos que corrían por sus cuerpos, algunos eran sometidos a arduos procesos hormonales para subir sus niveles de testosterona, a otros les realizaron ‘exorcismos’ en los que permanecían horas de pie sin agua o comida y ciertos más recibieron los malos ejercicios y consejos de profesionales que querían cambiar su identidad, entre muchas otras prácticas.
Ejercicios que muchos sobrevivientes denominan como tortura y que el consejo de procedimientos especiales de derechos humanos de las Naciones Unidas explica como “una forma de engaño, publicidad falsa y fraude”. Estas son las comúnmente llamadas ‘terapias de conversión’ o por su nombre correcto Esfuerzos de Cambio de Orientación Sexual e Identidad y Expresión de Género (Ecosieg).
Según el Instituto Williams en los Estados Unidos, el Proyecto Colaborativo de Colombia y la Universidad de California Los Angeles se devela que una de cada cinco personas Lgbtiq+ “ha sido sometida a algún tipo de prácticas orientadas a modificar, reprimir o cambiar su orientación sexual”, mientras que entre personas trans la cifra es uno de cada tres. 
Estragos en la salud mental y física en compañía de dolor y trauma, son algunas de las consecuencias que enfrentan muchas personas de la comunidad Lgbtiq+ en Colombia a causa de estos procesos. 
Danne Aro Belmont Gray, activista y directora de la Fundación Grupo Acción y Apoyo Trans (GAAT), Juan Pablo, estudiante de derecho y defensor de los derechos Lgbtiq+ y Xiomy Díaz, estratega de datos y amante de la música, son algunos de los sobrevivientes de estos esfuerzos de cambio; y esta es su historia.

‘La muñeca barbada’

Bogota Junio 28 de 2024.  Danne Aro Belmont, una mujer con barba, activista y directora de la Fundación GAAT, que trabaja por los derechos de las personas trans en Colombia.  Foto: @mildiadiazfoto / El Tiempo

Bogota Junio 28 de 2024. Danne Aro Belmont, una mujer con barba, activista y directora de la Fundación GAAT, que trabaja por los derechos de las personas trans en Colombia. Foto: @mildiadiazfoto / El Tiempo Foto:Milton Diaz / El Tiempo

Hoy en día viste con orgullo y dignidad la ropa que la hace sentir cómoda, usa altos tacones de plataforma y lleva su cabello largo y negro suelto. A través de su colorido maquillaje, expresa su identidad como ‘muñeca barbada’ y mujer trans. Sin embargo, no siempre fue así, pues Danne tuvo que recorrer un camino largo y difícil para llegar a este punto. 
En la época en la que la tecnología aún no había llegado a todos los hogares colombianos, los amigos y familiares se comunicaban llamando a los teléfonos fijos de las casas y el a Internet implicaba ir a un café, la joven Danne, en esa entonces de 11 años y con el nombre de Daniel, tuvo una conversación con un amigo en la que le confesaba su atracción por un muchacho, palabras que fueron escuchadas por sus padres que se encontraban detrás de la puerta. 
Para aquel entonces, y conforme relata la activista, no había mucha información sobre la comunidad Lgbtiq+ en Colombia, la mayoría de las personas no compartían abiertamente su diversidad sexual y existía bastante miedo y creencias erróneas al respecto. Por esto, los padres de Belmont, queriendo recibir respuestas, buscaron ayuda.
Encontraron una profesional, una terapeuta, que aseguraba que había algo dañado o corrompido en ella y que su orientación sexual era un aspecto que se podía modificar y moldear a su gusto. Esta afirmación le dio inició a un tormento que tomó 6 años de la vida de Danne. 
Visitaron múltiples veces hospitales en los que le realizaron diferentes exámenes hormonales y fue bajo la pálida luz de un consultorio médico que un endocrinólogo determinó que sus niveles de testosterona eran muy bajos, lo cual fue atribuido por la terapeuta como la razón de que a Aro le gustasen los hombres. 
Bogota Junio 28 de 2024.  Danne Aro Belmont, una mujer con barba, activista y directora de la Fundación GAAT, que trabaja por los derechos de las personas trans en Colombia.  Foto: @mildiadiazfoto / El Tiempo

Bogota Junio 28 de 2024. Danne Aro Belmont, activista y directora de la Fundación GAAT, que trabaja por los derechos de las personas trans en Colombia. Foto: @mildiadiazfoto / El Tiempo Foto:Milton Diaz / El Tiempo

En sus cortos 11 años de vida, Danne empezó a tomar testosterona en una serie de pastillas. Con esto esperaban ‘convertirla en heterosexual’; sin embargo, en cuestión de dos rápidos meses su cuerpo empezó a cambiar de forma drástica. 
El vello corporal empezó a crecer sin control en sus piernas, brazos y axilas, su barba se formó por completo, su voz cambió abruptamente a un tono severamente grave y el acné comenzó a brotar en su piel. 
Esto es recordado por la activista como un momento doloroso e incómodo, pues tuvo muchos conflictos con su vello e identidad mientras era una adolescente, “lo odiaba, todos los días usaba cremas depiladoras”, aseguró Belmont.
A pesar de los intentos de modificar su orientación sexual con estas cargas hormonales, Danne seguía expresando su atracción por los hombres. Ante esto la familia hizo un gran esfuerzo económico para poder seguir asistiendo a la fundación y poder ‘curar’ lo que creían, y les habían indicado, que estaba mal con su hija.
Por ello, la terapeuta sugirió un nuevo procedimiento. Les malinformó a los padres sobre un lugar religioso en el que trataban a personas como Danne. Por lo que le realizaron en dos iglesias prácticas en las que aseveraban que su orientación sexual era un pecado que solo la llevaría a la muerte.
Cuatro años habían pasado y a sus 16, Danne, en compañía de hermana mayor, fue a un ‘retiro’ que se les recomendó a sus progenitores. Su pariente fue obligada a asistir, ya que se le atribuía responsabilidad sobre la orientación sexual de Belmont.
Recorrieron dos horas de camino desde Bogotá a una finca cuya ubicación aún es desconocida por la familia. Durante tres días, se alojaron en una casa apartada de todo o con la sociedad en la que la activista vivió una de las experiencias más adversas y crueles de su vida.
En una inmensa sala sin muebles se posicionaron todos los asistentes en círculo. Al rededor personas recitaban plegarias, entre tanto gotas de agua bendita eran lanzadas hacia ellos. 
Prosiguieron a tocar a Danne por todo su cuerpo con la intención de sacar un supuesto ‘espíritu dañado’ mientras la activista escuchaba los gritos desesperados de su hermana que pedía con vehemencia su cambio. 
Al final de dicho procedimiento se le preguntó a la adolescente si todavía se sentía atraída por el género masculino, a lo que respondió que sí. Por ello fue obligada a mantenerse de pie por incontables horas sin agua o comida hasta que decidiera ‘convertirse’. 
Danne Belmont en su infancia en compañía de su familia.

Danne Belmont en su infancia en compañía de su familia. Foto:Archivo particular

A raíz de ello, la relación con su familia se quebrantó casi por completo, sus hermanos mostraban odio frente a su orientación sexual y todo lo que implicaba. Ella, por otro lado, luchaba por conservar su identidad y libertad, aspectos que solo podía experimentar lejos de su hogar.
Para Danne la libertad llegó cuando su adolescencia se había terminado, a pesar de sus diferencias con su familia quiso demostrar que era más de lo que los ‘profesionales’ decían de ella.
Por ello estudiaba intensamente para destacarse en clase y demostrar su valía, lo que le abrió paso a la comprensión y aceptación gradual de su verdadera identidad por parte de su familia.
En su búsqueda de información sobre ser Lgbtiq+ encontró apoyo con grupos de la comunidad y finalmente aceptó su identidad como mujer trans con dignidad, además de convertirse en activista y directora de la Fundación Grupo Acción y Apoyo Trans (GAAT).

El futuro abogado

Marcha LGBT 2021

Marcha LGBT 2021. Foto:Pablo Suárez

Frente a una grande pantalla en la que se proyectaba pornografía entre parejas del mismo género, Juan Pablo era obligado a ver este contenido mientras recibía descargas eléctricas que lastimaban su cuerpo y damnificaban su corazón, que de por sí ya padecía complicaciones.
“También había una pila con agua, en la que metían nuestras cabezas y nos ahogaban mientras nos gritaban cosas como: degenerados, pervertidos, maricones y machorras. Fue realmente una experiencia muy traumática”, relató Juan Pablo. 
El joven, que hoy se prepara en la universidad para ser un abogado y así poder continuar con su activismo, llegó a los Ecosieg por su propia petición a los 13 años tras tener su primer encuentro sexual con un adolescente de su mismo género. 
En su núcleo familiar, de carácter religioso y formado por su madre y abuela, se le había enseñado que ser homosexual era un pecado. Por eso, lleno de miedo, culpa y remordimiento, se acercó a su progenitora pidiendo ayuda para cambiar su orientación sexual. 
Tras cinco años en ‘terapia’ basada en conductismo, análisis y la rendición de cuentas, expresada en la biblia, la frustración, depresión y ansiedad fueron aumentando causando que su vida corriera riesgo en tres ocasiones. 
La carga que llevaba en su espalda era tan pesada que, incluso con todos sus sentimientos de culpa, Juan Pablo decidió ‘salir del closet’ que lo mantenía prisionero. De modo que, su familia y terapeuta le presentaron dos opciones: podía ‘convertirse’, viendo cómo su esencia se desvanecía con el movimiento de las agujas del reloj, o podía optar por la libertad fuera del techo de su madre.
Con valentía el joven continuó su camino hacia la aceptación de su identidad sexual y encontró refugio en el hogar de su padre. No obstante, Juan Pablo creía que había obrado mal, pues el ser expulsado de su casa tenía que ser la consecuencia de acciones y conductas reprobables. 
Así que trago su saliva y se dirigió a buscar la última alternativa para ‘corregir’ la parte de él que todavía no podía aceptar. Transitando este camino llego a la IPS, Resurgir a la Vida, que además de ejercer prácticas Ecosieg funcionaba como una secta en el barrio Normandía de Bogotá. 
El centro, intervenido por la fiscalía en 2022 y cuyos directivos están privados de la libertad, ofrecía dos modalidades de Ecosieg: la primera implicaba la internación y la segunda se llevaba a cabo en una pseudo escuela. Según explica Juan Pablo, en ambos casos se aplicaba la terapia de choque o aversión.
Durante dos semanas el adolescente fue uno de los internados de esta IPS. Fueron 14 días en los que, conforme recuerda, hubo “violaciones a los derechos humanos, a los estatutos éticos de estas profesiones y a los principios religiosos y bíblicos”; además de estar bajo un régimen absolutamente cruel.
Los directivos del centro obligaban a los internados a vestir con uniformes mientras se hacían llamar “el Estado”. Estos imponían castigos como negarles el al baño, obligándolos a orinarse encima, pues no podían aguantar más tiempo y su cuerpo no tenía otra opción.
Fue aquí donde caían gotas de su rostro y cabello mientras le faltaba la respiración por la cantidad de tiempo que llevaba sumergido en el agua. Cuando halaban su cabeza del tanque y por fin tenía la oportunidad de tomar una bocanada de aire escuchaba los obscenos insultos de los directivos del centro. 
–Es un degenerado, un pervertido, un maricón, una machorra –gritaban.
Por desgracia esto no fue todo, en la compañía de otros compañeros se le forzó a observar pornografía homosexual solo para ser electrocutado y que relacionara su identidad y orientación sexual con oscuridad y aversión. 
 Hoy en día Juan Pablo sigue enfrentando obstáculos en la reconstrucción de su autoestima y la superación de los traumas que le dejaron las Ecosieg, pues aún resuena en él el dolor que vivió durante esos años.
No obstante, el joven encontró el perdón con su madre y ahora trabaja junto a ella, en su empresa, mientras sigue su camino para convertirse en abogado. A su vez, logró reconciliarse consigo mismo y su fe.

La mujer detrás de la guitarra

Xiomy Díaz sobreviviente de las Ecosieg.

Xiomy Díaz sobreviviente de las Ecosieg. Foto:Archivo particular

Las campanas de la iglesia estaban a punto de sonar, y el anillo para su dedo anular estaba en camino. Xiomy Díaz, apasionada de la música y brillante analista de datos, se encontraba a puertas de comprometerse con su novio de años cuando descubrió una nueva parte de su identidad sexual.
19 de sus cumpleaños habían pasado y la joven mujer de profundos ojos negros, piel trigueña y cabello liso y oscuro se había terminado de formar en un ambiente sumamente religioso en el que fue líder de jóvenes y tocaba melodías en la iglesia con la ayuda de su guitarra. 
Desde siempre escuché un discurso homofóbico en el que dicen que la homosexualidad es el peor de los pecados y todos aquellos que tengan esta identidad se van a ir al infierno”, recuerda Díaz en sus actuales 32 años. 
Mientras sus conocidos y familiares esperaban verla vestida de blanco, Xiomy ingresó a un nuevo trabajo en el que conoció a una mujer que despertó su interés. La amante de la música se ponía nerviosa al entrar en o con ella, sentía cosquilleos en su estómago al observarla, pero también padecía de culpa y remordimiento, pues se decía a misma: “Tengo novio, estoy a punto de a casarme y no está bien que me guste alguien más y mucho menos una mujer”.  
Desesperada le comentó a su pastora sobre la atracción que su colega de trabajo le despertaba.
–¡Necesito un exorcismo! –replicó Xiomy. 
La pastora echó a reír por la expresión utilizada, ya que no era un término que manejaran en esta iglesia. 
–Algo muy grave me está pasando. Me gusta alguien más, pero el problema es que es una mujer. 
–Vamos a empezar a trabajar en ello, pondrás límites, oraremos y debes alejarte completamente de ella o por lo menos evitar compartir espacios que no sean laborales. Y en el momento en que ya no tengas ninguna atracción, pensamiento o sentimiento hacia esta chica, podrás retomar tus labores dentro de la Iglesia. –dijo la pastora. 
Sintió que su iglesia le había dado la espalda y entre el miedo y la exclusión que experimentaba al no poder liderar y tocar las cuerdas de su guitarra, le confesó a su madre lo que le estaba sucediendo.
Un amigo de su mamá, con creencias espirituales similares, les mencionó que estaba asistiendo a ‘terapias de conversión’ porque se sentía atraído por hombres y compartía los mismos pensamientos que Díaz, pero frente al género masculino.
De modo que entraron en o con estas 'terapias'. Para iniciar el procedimiento le llegó un contrato en el que se estipulaba: “Somos un grupo de apoyo que promete curar el quebrantamiento sexual”, frase que le llamó la atención de Xiomy. 
En 2012, la joven se unió al grupo ‘Romano Seis’, que practicaba el programa internacional ‘Éxodos’. Práctica que pertenecía a una comunidad que cerró sus puertas hace mucho tiempo debido a las graves consecuencias que sus participantes padecían por sus doctrinas y ejercicios. 
En este grupo se les sugería atarse a la cama para evitar salir, encerrarse para no encontrarse con personas que despertaran su atracción o utilizar un caucho en la muñeca y tirar de él para recibir un castigo y así asociar sus sentimientos con el mal.
Xiomy Díaz junto a su pareja en las marchas del 30 de junio de 2024.

Xiomy Díaz junto a su pareja en las marchas del 30 de junio de 2024. Foto:Archivo particular

Los líderes de este grupo fingían haber modificado su orientación sexual, ya que se presentaban como testimonios de cambio. Sin embargo, entre ellos, e incluso con los mismos asistentes que iban por apoyo, los conductores de la agrupación buscaban tener interacciones con personas del mismo sexo. 
Por esta razón, Xiomy describe estas comunidades como una farsa y un completo fraude que causaba dolor sabiendo que no era posible cambiar a las personas.
Después de dos años asistiendo a estos grupos, Xiomy se enamoró de una joven que también acudía a ‘Romano Seis’. En ese momento Díaz se permitió experimentar plenamente su sexualidad. Sin embargo, al darse cuenta de que no podía transformar su identidad, terminó su relación sentimental con su novio y al mismo tiempo se quebrantó su salud emocional, física y mental.
El aire le faltaba y su frecuencia cardíaca se disparó. Cayó al piso y su cuerpo comenzó a padecer de fuertes temblores, retumbando sin control; Xiomy había sufrido un ataque epiléptico por la ansiedad que la circunstancia le estaba suscitando.
Debido a las graves afectaciones en salud, su madre decidió tener una conversación que cambiaría el destino de su hija.
–Yo estoy muy preocupada por tu salud, por ti. Vamos a poner un alto en el camino, esto no te está beneficiando, toma una decisión y yo te voy a apoyar. –manifestó la madre.
Xiomy se alejó de los lugares que le causaron dolor y sufrimiento. Encontró refugio en una comunidad que la acepta y ama. Allí descubrió que no hay pecado en ser homosexual y encontró la sanación para sus creencias espirituales.
Ahora es libre de expresar su identidad y orientación sexual junto a su pareja, con el apoyo de su madre y sus hermanos, y es por ello que este pasado 30 de junio marchó por las calles de Bogotá para celebrar el mes del orgullo Lgbtiq+.

La libertad que llegó acompañada de dignidad

Danne Belmont en audiencia para el Proyecto de Ley Inconvertibles

Danne Belmont en audiencia para el Proyecto de Ley Inconvertibles. Foto:Equipo Comunicaciones de Carolina Giraldo

Las tres personas que protagonizan estas historias, junto a más de 40.000 civiles que firmaron el proyecto de ley "Nada Que Curar", buscan la erradicación y prohibición de las Ecosieg en Colombia mediante la aprobación e implementación de esta propuesta legislativa.
"Es un proyecto muy lindo, ya que se construyó no solo con las voces de las víctimas y sobrevivientes, sino también con las de sus familiares, organizaciones, e incluso iglesias que se unieron para prohibir este tipo de prácticas. No queremos que nadie más las experimente", relató Danne Belmont.
Este proyecto fue aprobado en segundo debate en la Cámara de Representantes, sin embargo se hundió el 12 de junio de 2024, debido a que la propuesta no tuvo el tiempo suficiente para avanzar el los trámites legislativos. 
El factor que ocasionó la caída del proyecto 'Nada que Curar' se baso en que del Congreso que formaban parte de la oposición a la proposición legislativa cambiaron el orden del día de la sesión de comisión que debía realizarse antes del pasado 20 de junio. 
Xiomy Díaz en las marchas del 'Pride' 2024.

Xiomy Díaz en las marchas del 'Pride' 2024. Foto:Archivo particular

Las víctimas afirman que están cansadas de que la violencia y la discriminación contra la comunidad Lgbtiq+  se continúe perpetuando en Colombia.
Por ello 'la muñeca barbada' le aseguró a este diario: "Lo vamos a volver a presentar y necesitamos más apoyo y más personas para que entiendan que es posible ser una persona Lgbtiq+ y ser parte de la sociedad. Somos y seguimos siendo sus vecinos, sus amigos y sus familiares y no tenemos nada que curar". 
TATIANA MORENO QUINTERO
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