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‘Soy un optimista por definición’: Iván Trujillo, el joven CEO del Grupo Trinity
Aunque es hijo de dos políticos, Carlos Holmes Trujillo y María Inés Pantoja, él prefirió ser un empresario y trabajar en el sector privado. El abogado de 39 años dio detalles de su vida.
Trujillo tiene un principio esencial: “Creo en el liderazgo que se ejerce por inspiración y no por imposición”, afirma. Foto: Foto: Prensa Grupo Trinity
DIRECTOR DE NOTICIAS RCNActualizado:
El día que a Iván Trujillo le tocó escoger si hacer política como su padre, Carlos Holmes Trujillo, o meterse a fondo en el mundo empresarial, no tuvo duda: trabajar en el sector privado lo llena; aportar desde ese flanco al país es lo suyo; definirse como un optimista irremediable pese a los problemas y al difícil entorno para la inversión que hoy vive Colombia está en su ADN.
Por eso, no es raro que haya permanecido 12 años en el Grupo Argos y que, ahora, a sus 39 años, dirija un conglomerado empresarial que funciona en cuatro países y que tiene inversiones en sectores de 'retail', siderurgia y turismo, entre otros, como el Grupo Trinity.
En esta entrevista, Iván les habla a los empresarios como él pero también le dirige un mensaje al Gobierno Nacional, plantea el desafío de relacionarse intergeneracionalmente en una compañía e invita a no desfallecer aun cuando los tiempos sean difíciles.
¿Qué estudiaste?
Mira, yo soy abogado de la Universidad Javeriana, hice una especialización en gestión pública en los Andes, me gané una beca de Colfuturo para estudiar en Bélgica e hice una maestría en la Universidad de Georgetown.
Siendo hijo de quien eres, ¿definitivamente no te picó nunca el bicho de la política?
Nací en un hogar en donde mi madre, María Inés Pantoja, politóloga y periodista, y mi padre, Carlos Holmes Trujillo, excanciller y exministro de Defensa, siempre conversaban sobre el país, sobre los problemas que enfrentábamos como nación y siempre estuvo cerca en mí esa visión de la política y los grandes acontecimientos. Te confieso que en la universidad alcancé a pensar cómo servirle a Colombia desde lo electoral o en el Ejecutivo, pero con el tiempo se me fue quitando ese deseo y en el camino encontré que desde el sector privado se puede hacer una gran transformación al país y no lo dudé.
¿Y tú papá qué te dijo?
Siempre, siempre, fue respetuoso del camino que yo decidí tomar. Yo sentí en esa voz cercana un empuje de hacer, donde fuera una gran tarea con visión responsable, ética y transparente.
¿Cuál fue el primer trabajo que tuviste en la vida?
Mi primer trabajo fue en una oficina de abogados pero, fíjate, después tuve otro en Bélgica que fue espectacular. Trabajé en Holcim, que es la compañía cementera más grande del mundo.
Y te quedó gustando ese sector... llegaste a Cementos Argos siendo también muy joven…
Trujillo tiene un principio esencial: “Creo en el liderazgo que se ejerce por inspiración y no por imposición”, afirma. Foto: Prensa Grupo Trinity Foto:Foto: Prensa Grupo Trinity
Justamente por haber sido becario de Colfuturo, Cementos Argos comenzó la búsqueda de un abogado con maestría en derecho ambiental y alguna experiencia en el sector de cementos y pues ese era yo. Cuando me llaman no conocía Antioquia ni las empresas antioqueñas, pero empecé a trabajar con toda, como abogado de asuntos ambientales y ya sentí que podía aportar en asuntos públicos y regulatorios y eso me fue pavimentando un camino en la organización. Lo digo públicamente: he tenido la oportunidad de contar con mentores maravillosos como Jorge Mario Velásquez, presidente del Grupo Argos, a quien yo le debo muchísimo. De él he aprendido el liderazgo humanista y me enseñó a entender la visión de trascendencia del ejercicio empresarial. Trabajé algo más de 12 años en esa organización y, desde ahí, siento que le aportamos mucho al país.
¿Y cómo te sacan de ese conglomerado para meterte en otro no menos importante, como es el Grupo Trinity? Ahí tiene que haber historia…
Ja, ja. Sí que la hay. Mira esto José: yo tengo relación con Ómar González, fundador de Trinity y su familia desde hace años y hacía parte de la junta directiva de Coquecol que quizá es una de las empresas más importantes de este grupo. Ahí hay una alineación de una visión compartida. Él y yo somos personas no antioqueñas que tuvimos la oportunidad de trabajar en el GEA y hablábamos mucho del tesón y empuje antioqueño y compartíamos valores empresariales.
Un día recibo una llamada de él diciendo que yo era la persona adecuada para ser CEO de este grupo. Te imaginarás el orgullo y el agradecimiento, pero quedaba el tema de cómo decirlo en Argos porque yo estaba muy feliz ahí. Yo le pido, entonces, un espacio a Jorge Mario Velásquez para contarle esa oportunidad que me salió y él me dice: “no me sorprende. Estás hecho para grandes cosas y mal haría yo en ofrecerte más salario cuando tienes esta oportunidad por delante”, y cierra con una frase que no se me va a olvidar: “siento lo que sentí cuando entregué a mi hijo Alejandro al altar: la tristeza de verlo partir pero la felicidad de verlo volar”. Eso fue un impulso muy importante para mí.
Y llegas entonces a este nuevo reto que tienes hoy…
Yo le decía a Ómar González, a quien iro profundamente: si tú contratas a un head hunter para escoger al CEO de tu organización, yo no hubiera llegado ni al top 50 porque no tengo toda la experiencia, ni los años, pero prefiero creer que soy un CEO en formación, tener la humildad para entenderlo y confiar, en todo caso, en virtudes de disciplina, seriedad y ganas de construir país desde lo empresarial. Mira, José: yo me levanto todos los días siendo consciente de que mi responsabilidad mayor no está con los accionistas sino con las 14.000 familias que trabajan con nosotros. El eje central de la conversación tienen que ser las personas y, en eso, por fortuna, estamos alineados con la familia propietaria de esta organización.
¿Qué les dices a los que, en este momento de la entrevista, piensan que todo lo que has logrado es a punta de palancas y de los privilegios que has tenido?
Pues para mí es una satisfacción saber que yo he llegado hasta donde estoy, por procesos de selección competitivos, por mis propios méritos, por haber tenido una formación académica juiciosa y haber trasegado con disciplina y coherencia entre lo que pienso, digo y hago. Es una máxima en mi vida que quiero transmitirle a mi hijo Benjamín, así que yo me siento muy orgulloso de esos logros que se deben a todo eso y no a una palanca.
¿Es difícil ser CEO con menos años, probablemente, que mucha de la gente que te rodea? ¿Cómo es ese entendimiento intergeneracional?
Me ha ido afortunadamente bien. A mí me gusta estudiar y aprender. Uno de los temas que están engranados en mi vida es el respeto por las personas y no sentirse más que nadie pero tampoco menos que nadie. Es una fórmula poderosa. Soy optimista por definición, pero, mira: creo en el liderazgo que se ejerce por inspiración y no por imposición. Tengo una visión muy bonita heredada de mi padre que vivió en Japón: los japoneses piensan en hacer empresas para mil años y esa es la línea que deberíamos tener también en este lado del mundo; hacer empresa y ver las cosas con luces largas, como dicen los españoles.
De todos los desafíos que tienes, ¿cuál es el más importante?
Te lo digo de verdad, aunque te suene a cliché: yo pienso antes de cualquier decisión en los más de 14.000 empleados que tenemos y así lo pensamos con Ómar González. Que la persona esté en el eje central de la conversación, es fundamental. Todas las compañías tienen retos y coyunturas pero si hay claridad en objetivos de largo plazo que no son de números sino de personas, ahí está el desafío más grande.
Esta entrevista te coge en Madrid y ustedes están en la conquista inversa: pisando fuerte en España…
Aquí tenemos mil tiendas, y más de 3.500 colaboradores, de los cuales 94 por ciento son mujeres, en este negocio que se llama Clarel, especializado en el segmento de belleza. Acabábamos de terminar junta, cuando me aste, y te digo que estamos haciendo las cosas bien; construyendo sobre lo construido. El proceso de integración colimbo-española ha sido espectacular y poder ver cómo los españoles ven con respeto y altura que los colombianos ejercemos el liderazgo gerencial es muy importante.
Dices, de ti mismo, que eres un “optimista por definición”; sin embargo, hay muchos empresarios que te leen y dirán: “esto está muy difícil, yo tal vez me aguanto unos años y no invierto o sencillamente me salgo del negocio en el que estoy y me llevo mi plata”. ¿Qué les dices a ellos?
Hoy estamos viviendo tiempos volátiles, complejos, guerras, tensiones geopolíticas, más de la mitad de la población global está teniendo cambios en sus gobiernos con 76 elecciones presidenciales en el mundo, y al final del día, en Colombia estamos en estancamiento económico y unos datos muy fuertes en materia de desplome de la inversión y en sectores como vivienda y construcción, no vamos bien. Sin embargo, en medio de todo, según el barómetro de Edelman, hoy no son ni las Fuerzas Militares, ni la iglesia, ni las ONG, sino los empresarios los que gozamos de un mayor nivel de confianza. Lo que ahí uno se tiene que preguntar es cómo hacer para trasladar ese valor reputacional alto en acciones concretas que beneficien a la gente y es entonces cuando uno dice que no puede perder el impulso y hay que responder.
Y al Gobierno Nacional, ¿qué le dices?
Yo creo que hay una gran oportunidad de pasar de la confrontación a una agenda de reactivación económica. No existe mejor agenda social de lucha contra la pobreza que velar por una agenda de crecimiento económico independientemente del gobierno de turno. Ahí debería generar la conversación. En torno a eso.
¿Qué es lo que más extrañas de tu viejo?
Uff, me hace mucha falta. Me hacen falta sus palabras, sus consejos, contarle en qué estoy. Me duele mucho que no haya podido ver a su nieto Benjamín crecer. Eso le habría encantado. Siento que es un hombre que le habría podido aportar mucho en estos días a Colombia con su serenidad y grandeza.
Hoy tienes 39. En una década, ¿en dónde te ves?
Me veo aportándole a Colombia desde el sector privado, movilizando a las nuevas generaciones para que este sea un país de empresas y tenga un tejido de emprendedores sólido, siempre con visión de largo plazo y de ayuda a los demás. Eso quisiera seguir haciendo, cuando tenga casi 50.
*JOSE MANUEL ACEVEDO - Especia para EL TIEMPO
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