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Lecciones de Venezuela y Argentina ante idea de Petro sobre emisión de dinero
Más allá del disparo en el costo de vida, también se devalúa la moneda y hay pérdida de confianza.
“La emisión que hace el Banco de la República rutinariamente, en vez de ir a los bancos, debería ir en bonos para la indemnización de víctimas de la violencia en Colombia”, dijo el mandatario el martes de la semana que concluye, durante su intervención en el Consejo Nacional de Paz, Reconciliación y Convivencia.
Según el jefe de Estado, indemnizar a 10 millones de víctimas demanda unos 301 billones de pesos.
Las advertencias de los economistas y algunos exfuncionarios del propio Emisor con respecto a las implicaciones que esto tendría en la economía, sobre todo en la inflación y la credibilidad del país, no se hicieron esperar.
El consenso está en que más allá del impacto en la inflación, las emisiones para financiar a los gobierno también conllevan grandes devaluaciones, al tiempo que arrasa con la credibilidad de los bancos centrales de usar sus herramientas en el control de la inflación y de los gobiernos para equilibrar sus finanzas.
Duro golpe a la inflación
Sin duda, uno de los efectos que acarrea una emisión de dinero sin respaldo es el disparo de la inflación. Juan José Echavarría, exgerente general del Banco de la República (2017-2021), dice que el banco central emite o recorta dinero para controlar la inflación y para tratar de que el producto interno bruto (PIB) crezca a la tasa potencial. Y agrega: “El banco central no tiene por qué y sería muy grave que además se dedicara a financiar los gobiernos. Esto lo que implica es elevar los medios de pagos y generar más inflación”.
De hecho, una de las funciones de la autoridad monetaria es controlar la cantidad de dinero que circula en la economía, para evitar que haya exceso de efectivo de tal forma que esto presione el costo de vida o escasez del mismo que conlleve un alza desbordada de las tasas de interés.
“Cualquier impresión de billetes adicional para financiar gasto público es indeseada porque, cuando los consumidores tienen exceso de dinero sin el respaldo de la producción de un país, dado que las empresas no pueden responder con bienes y servicios de manera rápida, genera inflación en el corto y largo plazo”, explica Daniel Velandia, director general de Investigación y economista jefe de Credicorp Capital.
Similar visión tiene Andrés Langebaek, director de Estudios Económicos de Grupo Bolívar, quien considera que el problema no es solo la inflación, en la medida que hay pocos bienes para muchos billetes en circulación, sino que hay también pocos dólares para muchos pesos y con eso el valor de la divisa se dispara.
Los países de Latinoamérica que en las últimas décadas han presentado hiperinflaciones. Foto:EL TIEMPO
Se encarece del dólar
Pero esa presión sobre la divisa no es solo producto del exceso de circulante, también es por la pérdida de credibilidad, de confianza institucional y sobre la economía.
Es lo que plantea Felipe Campos, gerente de Investigación y Estrategia Grupo Alianza, quien considera que financiar al Gobierno con emisión conlleva una pérdida de confianza en la forma en que se manejan las dos políticas, la fiscal y la monetaria al desaparecer la barrera que las separa.
“Si ni el Gobierno ni el Banco muestran respeto por el peso, entonces, este tampoco tendrá respeto por parte de los inversionistas. Por lo general, este tipo de situaciones provocan una devaluación muy fuerte y en espiral inflacionaria al final se vuelve un círculo vicioso, porque que la mayor devaluación eleva las deudas, se dispara la tasa de interés, se genera más inflación y el objetivo original, que era aliviar los gastos del gobierno, los termina disparando”, explica.
Los consultados también coinciden en que Colombia no puede recurrir a esa estrategia.
“A menos que queramos parecernos a Venezuela o Argentina, esta no es una opción”, señala Velandia de Credicorp, mientras que Langebaek, de Grupo Bolívar, dice que “no existen fórmulas mágicas, las emisiones son las peores” y que la única forma de que un país crezca es a punta de educación, salud y de mejorar la productividad.
Mala experiencia
Colombia ya probó de esa medicina a mediados de la década de los años 80 y no le fue bien. Pero no ha sido el único país en Latinoamérica que se ha embarcado en esa aventura de financiar gasto con emisión de billetes.
Lo hicieron Brasil, en los años 70; Nicaragua, en los 80; Perú, a comienzos de la década de los años 90, y en más reciente oportunidad, Argentina y Venezuela.
“Antes de la Constitución de 1991 yo trabajaba en Hacienda (Ministerio) y vi créditos del Banco (de la República) al gobierno a tasas del 1 por ciento anual a 30 años”, recuerda Langebaek, quien agrega que en esos años (1987-1988) la inflación en el país alcanzó a superar el 32 por ciento.
A finales del año pasado, el gerente del Emisor, Leonardo Villar, le dijo a EL TIEMPO que en el mundo hay múltiples ejemplos de no preocuparse por la inflación. “Uno de ellos –comentó– lo vemos claramente en un país muy cercano a nosotros que es Argentina. Allí se trató de hacer una política de tasas bajas de interés y financiamiento monetario del Gobierno y la inflación se disparó”. Hoy, la inflación en Argentina está por encima del 100 por ciento. “Ciertamente –concluyó Villar–, no se trata del mejor ejemplo para seguir”.
Venezuela es otro ejemplo de esa mala práctica en la región. Según el Banco Mundial, la inflación allí ha oscilado entre el 6,3 y el 130.060 por ciento en los 40 últimos años. El año pasado, el costo de vida en el país vecino cerró en 305,7 por ciento, mientras esa situación ha provocado la salida de más de 7 millones de venezolanos buscando refugio en otras economías.