La inflación está desbordada como pocas veces se había visto en los últimos años o décadas. No es algo que le esté pasando solo a Colombia, que en el último año ha visto como el costo de vida para sus habitantes se ha disparado en 9,23 por ciento, como lo reveló el Departamento istrativo Nacional de Estadística (Dane) el jueves de esta semana, la más alta variación en los últimos 22 años.
El fenómeno de la inflación desbordada que se inició hace ya un año producto de la crisis global de los contenedores, derivada a su vez de la pandemia del coronavirus, es un problema que afecta hoy a la gran mayoría de economías del planeta y tiene a las autoridades de los países implementando medidas para frenar esta carrera alcista.
Una carrera que, por si fuera poco, desde febrero pasado ha estado animada por los efectos de la crisis originada por la invasión de Rusia a Ucrania, la cual genera fuertes presiones en la oferta de insumos agrícolas.
Bajo ese escenario, el control de la inflación es ahora objetivo prioritario para todos los países a nivel mundial, por los fenómenos que se están dando y por el impacto que esta tiene, especialmente, en los hogares más pobres.
No es para menos, la inflación en algunos países ha vuelto a niveles récord de dos dígitos, como en Turquía, que en abril pasado registró una variación anual del 70 por ciento o Argentina que terminó el primer trimestre del 2022 con ese indicador por encima del 55 por ciento anual, como lo registra la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (Ocde).
De un listado de 18 naciones que ya revelaron como los ha afectado este fenómeno hasta abril, Colombia ocupa la octava casilla por debajo, entre otros, de Paraguay (11,8 por ciento), Chile (10,5 por ciento) y Uruguay (9,4 por ciento), pero por encima de España (8,4 por ciento), Bélgica (8,3 por ciento), Italia (6,2 por ciento) y Francia (4,8 por ciento), por mencionar algunos.
En el listado de la Ocde no aparece Venezuela por falta de estadísticas; no obstante, el Fondo Monetario Internacional (FMI) estima que este año sufriría una hiperinflación de 500 por ciento, frente al 1.589 por ciento del 2021.
Por la misma senda
De esta alza desenfrenada en el costo de vida no se han salvado ni siquiera las grandes economías, como la de Estados Unidos, que acusó una inflación del 8,5 por ciento en marzo, la más alta en cuarenta años y que presionó para que esta semana (miércoles) su banco central, la Reserva Federal (FED), tomara la decisión de subir en medio punto porcentual sus tasas de interés, un ajuste cuya magnitud no se veía desde el 2000.
El objetivo es contener la escalada inflacionaria, en momentos en que la economía estadounidense ya está en pleno empleo y sin que se ponga en riesgo su recuperación. Por eso, Jerome Powell, dejó abierta la ventana de alzas sucesivas similares a lo largo del presente año.
Los analistas esperan que el Banco Central Europeo (BCE) realice un movimiento en la misma dirección en julio.
Ya unos 24 bancos centrales alrededor del mundo lo hicieron elevado sus tasas de interés en proporciones que van desde 0,25 hasta los 3 puntos porcentuales, en sus reuniones de junta de abril y mayo, según el portal datosmacro.com.
El Banco de la República se encuentra en ese listado, pues como se recuerda, a finales de abril ajustó al alza en un punto porcentual su tasa dejándola en 6 por ciento, nivel similar al observado en julio del 2017.
Al explicar que esos ajustes que se viene dando han sido necesarios y se han hecho con mucha cautela y gradualismo, pero al mismo tiempo con contundencia para garantizar que el resultado final no genere un desequilibrio de la economía, Leonardo Villar, gerente del Emisor, explicó que las presiones inflacionarias que se reciben en Colombia, en América Latina y en buena parte del mundo, empezaron siendo de oferta y se sintieron con el inicio del conflicto en Ucrania con los productos importados, pero ahora estas se han ampliado en una economía en la que la demanda crece muy fuerte.
Es por esto que ahora se hace necesario moderar esa demanda y de esta forma evitar que ésta genere presiones mucho más generalizadas sobre los precios, más cuando cerca del 80 por ciento de los productos de la canasta familiar están creciendo por encima de la meta de inflación.
Adiós al crédito barato
Y en efecto, una de las formas de frenar esa demanda es encareciendo el costo de la financiación, elevando las tasas de interés, tal como lo vienen haciendo los bancos centrales.
“Lo que debemos esperar es que haya aumentos adicionales en las tasas de interés, seguirá el proceso de normalización de la política monetaria... Viene un encarecimiento en el costo del crédito, por eso las personas que tengan la capacidad en este momento de hacer una compra de cartera o de renegociar su tasa de interés, es el momento, porque más adelante vamos a tener tasas de interés altas para todos, los hogares y las empresas”, sostiene Luis Fernando Mejía, director del centro de estudios económicos Fedesarrollo.
Un efecto que se siente desde hace seis meses, cuando el Emisor comenzó su ajuste de tasas de mercado a finales de septiembre del 2021.
Desde entonces, los préstamos bancarios en Colombia, en los distintos segmentos, se han encarecido entre 0,05 y 3,5 puntos porcentuales, y en la medida en que estos costos continúen repuntando, las personas evitarán endeudarse, sobre todo, si los recursos conseguidos a través de esos préstamos se van a destinar a la compra de bienes suntuarios.
Las presiones al dólar
Pero también han subido los intereses que los establecimientos financieros le reconocen al público por depositar sus recursos en una cuenta de ahorro o en algunos instrumentos como los tradicionales Certificados de Depósito a Término (CDT).
Entre finales de septiembre del año pasado e inicios de abril del 2022, dichos intereses han subido entre 1,24 y 5,42 puntos porcentuales, incluso, muy por encima de lo que lo han hecho las tasas que cobran las entidades por sus créditos, lo que puede llevar a que quienes tienen algunos pesos de más para gastar se abstengan de hacerlo, prefieran ahorrar, lo cual, de alguna manera, le puede quitar algo de presión a la fuerte demanda de bienes que registra hoy la economía y que contribuye a mantener los precios por las nubes.
Las tasas elevadas no será a lo único que tendrán que acostumbrarse los colombianos, pues los ajustes en los intereses, sobre todo los de la Reserva Federal, están trayendo consigo un incremento en el costo del dólar. Solo esta semana la divisa estadounidense dio un salto de 87,6 pesos hasta situarse sobre los 4.053,9 pesos.
Sin embargo, las apuestas de los analistas apuntan a una tasa de cambio cercana a los 4.400 pesos, también ayudada por la expectativa ante los resultados de la primera vuelta en las elecciones presidenciales del 29 de mayo.
Para Mejía, de Fedesarrollo, tampoco la apreciación del dólar es un fenómeno exclusivo de Colombia, la divisa se viene fortaleciendo desde hace algún tiempo frente al euro, la libra esterlina y más reciente mente, frente a otras monedas latinoamericanas.
“Cuando Estados Unidos empieza a subir las tasas, esto hace más atractivas las inversiones en ese país, por lo que los inversionistas comienzan a liquidar sus inversiones en el país y a buscar esos mejores rendimientos en ese país, se produce una demanda de dólares y esto presiona su costo, tal como sucede ahora y eso para nosotros implica una depreciación del peso”, explica el economista.
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