Daniela Londoño, estudiante de séptimo semestre de Ingeniería Mecatrónica en la Universidad de San Buenaventura, canceló este año 5’820.000 pesos para continuar sus estudios. Para su hermana Valentina, quien cursa Ingeniería Multimedia en la Universidad Nueva Granada de Bogotá, el costo de su último semestre rondó los 4,7 millones.
El anhelo de ambas es continuar su preparación profesional mediante un posgrado, especialización o maestría. Pero también lograr un puesto de trabajo con ingresos que les permitan recuperar, en un tiempo razonable, la inversión que por más de cinco años hicieron sus padres en su preparación universitaria. Fueron unos 60 millones de pesos por cada una, sin contar gastos de transporte y materiales para sus trabajos, entre otros.
Cada una canceló por su semestre entre 6,4 y 7,8 salarios mínimos mensuales. Dicho salario es hoy de 737.171 pesos.
Lo que ellas quizás no saben es que, en promedio, una persona en Colombia, con un nivel de escolaridad como el que han alcanzado, percibe un ingreso mensual de menos de dos salarios mínimos (1’104.282 pesos).
Pero la inversión adicional que significa no solo terminar la carrera, sino empezar estudios de posgrado puede implicar saltar a un ingreso de más de cuatro salarios mínimos ($ 3,02 millones), como en efecto es el promedio para las personas con escolaridad de 16 años o más.
Así lo muestran los indicadores del mercado laboral colombiano que calcula el Departamento istrativo Nacional de Estadística (Dane), los cuales detallan cuánto gana un colombiano según los años de educación.
De esta forma, la diferencia en los ingresos gracias a la educación se empieza a sentir mucho más desde el año 16 de escolaridad, que, en general, corresponde a la obtención de un título universitario.
Incluso, para quienes tienen entre 12 y 15 años de escolaridad (en general, comenzaron una carrera pero no la han terminado), hay una diferencia apreciable frente a los bachilleres.
Según el Dane, esa diferencia, en promedio, es de 220.000 pesos: el ingreso promedio de los bachilleres es de 884.780 pesos.
En síntesis, las cifras muestran una amplia diferencia de cerca de 2 millones de pesos entre quienes tienen de 12 a 15 años de estudio y quienes tienen 16 o más.
Los que menos ganan
Esos saltos de los ingresos permiten elevar el retorno en la medida en que se amplíe la inversión en educación, con matrículas adicionales que por semestre pueden llegar, según el programa o la universidad, a más de 25 millones de pesos.
Las estadísticas del ente oficial indican que en el país las personas sin ningún año de escolaridad obtienen, en promedio, ingresos mensuales de 642.324 pesos.
Quienes cuentan con, máximo, educación básica primaria –un nivel de escolaridad de entre uno y cinco años– logran mejorar sus ingresos en 121.051 pesos hasta los 763.375 pesos.
La misma muestra laboral del Dane señala que si la persona estudió entre 6 y 10 años, lo que significa que superó la primaria pero no terminó el bachillerato, sus ingresos rondaron los 783.511 pesos, 20.136 pesos más que quienes terminaron su primaria o hicieron una parte de esta.
Ahora bien, la diferencia entre ser bachiller y haber empezado la secundaria, sin terminarla, es de 101.269 pesos en ingresos.
En su más reciente informe mensual, Fedesarrollo señala que “una de las causas por las que una porción importante de la población sigue sin a la educación superior es el elevado costo de las matrículas”.
Y advierte que la probabilidad de para los jóvenes del 20 por ciento de la población de ingresos más bajos es particularmente baja en el caso colombiano –apenas un 10,2 por ciento–, en la medida en que el costo del semestre de una carrera universitaria en una institución privada equivale al 70 por ciento de un salario mínimo semestral.
Sergio Clavijo, director de Anif, en reciente análisis señaló que en el mundo el a la educación ha mejorado, pero advirtió, a la vez, que pese a ello, “existe la paradoja de estarse generando mayores brechas salariales y sociales”, y Colombia no es la excepción.
Indicó, por ejemplo, que en el 2014, el 84 por ciento de las personas entre 25 y 64 años con títulos universitarios estaban empleadas, frente al 75 por ciento de aquellos que no alcanzaban dicho nivel académico, y dijo que “estas brechas educativas se reflejarán marcadamente en las brechas salariales y sociales”. En consecuencia, es clave mejorar las oportunidades para los estratos más bajos.
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