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Análisis
¿A quién beneficia un dólar global?
Economistas que rodean al presidente Donald Trump lo han minado la confianza en el billete verde.
Aunque no es la de más valor, el dólar es una de las monedas más fuertes a nivel mundial. Foto: Sergio Acero. EL Tiempo
El presidente Donald Trump cree que Estados Unidos es solo para los estadounidenses. El dólar estadounidense, en cambio, es para todos. Ante el escenario de que el grupo de economías emergentes conocidas como Brics cree una nueva moneda, Trump ha advertido que quienes “respalden cualquier otra moneda para reemplazar al poderoso dólar estadounidense” se enfrentarán a aranceles del 100 %.
Pero el presidente del Consejo de Asesores Económicos de Trump, Stephen Miran, no ve las cosas igual que el mandatario en este tema. El 7 de abril declaró ante el Instituto Hudson que el uso global del dólar ha “causado distorsiones monetarias persistentes y ha contribuido, junto con las barreras comerciales injustas de otros países, a déficits comerciales insostenibles”.
Miran no es el único economista MAGA (Make America Great Again) que sostiene esta opinión. Michael Pettis, que no pertenece a la istración, pero tiene influencia dentro de ella, escribió recientemente un comentario en el Financial Times titulado ‘Estados Unidos estaría mejor sin el dólar global’.
Operadores de la Bolsa de Nueva York. Foto:Getty Images via AFP
La demanda mundial de billetes verdes aumenta su valor. Trump cree que esto es bueno, porque los países fuertes deberían tener monedas fuertes. Pero se ha rodeado de asesores a los que les preocupa que un dólar fuerte haga que la industria estadounidense no sea competitiva y envíe empleos al extranjero. ¿Quién tiene razón?
‘Privilegio exorbitante’
Cuando los filipinos, los malayos, los saudíes, los nigerianos, los colombianos y prácticamente todos los demás utilizan dólares para ahorrar e invertir, sostienen lo que Valéry Giscard d’Estaing, cuando era ministro de Finanzas de Charles de Gaulle, describió con irritación como un “privilegio exorbitante” para EE. UU., no un costo exorbitante, como creen Miran y Pettis.
Casi todos los gobiernos emiten moneda para ayudar a pagar sus facturas. La población local acepta trozos de papel a cambio de bienes y servicios. Los economistas llaman a este frágil acuerdo ‘señoreaje’. Y cuando la gente pierde la fe en la moneda local e intenta deshacerse de ella –como ha ocurrido en países desde Argentina y Venezuela hasta Zimbabue– los precios al consumo se disparan.
Trump ordenó cerrar la oficina de Protección Financiera del Consumidor Foto:Archivo EL TIEMPO / Agencias (AFP y EFE)
El caso de Estados Unidos es único, porque la gente de todo el mundo desea tener dólares, por lo que recauda señoreaje en todo el mundo. La Reserva Federal estima que los extranjeros poseen más de un billón de dólares, o el 45 % del total de la moneda en circulación. Esta es una fuente de financiación barata para Estados Unidos.
Imaginemos a un estadounidense en el extranjero que paga una habitación de hotel con dólares. Un año después, el hotelero extranjero utiliza esos dólares para financiar su propia visita a Estados Unidos. Si los precios estadounidenses suben durante ese año, esto equivale a un préstamo con un tipo de interés negativo que los estadounidenses obtienen del resto del mundo.
Esta no es la única forma en que Estados Unidos obtiene fondos baratos. En todo el mundo, los bonos estadounidenses –y especialmente las letras del Tesoro emitidas por el Gobierno de EE. UU.– se utilizan como garantía en las transacciones financieras. Debido a esta conveniencia, los extranjeros están dispuestos a mantener bonos del Tesoro aunque el tipo de interés sea inferior al de otros bonos del Estado de riesgo y vencimiento equivalentes (los economistas llaman a esta diferencia rendimiento de conveniencia).
A finales de 2024, los extranjeros poseían casi 8,6 billones de dólares en deuda federal estadounidense. Si su función como garantía implica que el tipo de interés de la deuda estadounidense es un 0,5 % inferior al que habría sido en otras circunstancias, los estadounidenses se están ahorrando 43.000 millones de dólares al año. Y hay más: si el rendimiento de conveniencia hace que el tipo de interés de los bonos del Tesoro sea inferior a la tasa de crecimiento de la economía, Estados Unidos disfruta de un almuerzo gratis: puede emitir deuda pública sin tener que reembolsarla jamás.
Políticas fiables de EE. UU. han hecho del dólar una moneda fuerte. Foto:Mauricio Dueñas. EFE
Antes de hablar ante el Instituto Hudson, Miran reconoció que “la demanda de dólares ha mantenido bajos nuestros tipos de interés”, pero luego ignoró este hecho crucial en su discurso. Tampoco tuvo en cuenta otra ventaja del dólar global: cuando Estados Unidos se ve en dificultades (por ejemplo, después de la guerra de Vietnam o en las tumultuosas semanas posteriores a la declaración de guerra arancelaria por parte de Trump el 2 de abril), el valor del dólar disminuye, al igual que la carga de las deudas en dólares que tiene con el resto del mundo. Otros países que se endeudan en su propia moneda deben pagar una tasa de interés que compense este riesgo de devaluación. Estados Unidos no.
Hoy, sin reemplazo
¿Acaso la ganancia de Estados Unidos es la pérdida del mundo? No del todo. Personas de todo el mundo se benefician de tener activos seguros denominados en dólares para ahorrar e invertir. Ninguna otra economía puede ofrecer el mismo servicio hoy en día.
Europa es la alternativa obvia, pero su mercado de capitales está mucho más fragmentado que el de EE. UU., ya que solo en los últimos años la Unión Europea (a diferencia de los Estados individuales) ha comenzado a emitir instrumentos de deuda. China también tiene una gran economía, pero su sistema político autoritario y los controles de capital generalizados hacen que el mundo no haga cola para poseer activos denominados en renminbi.
El presidente Donald Trump ha defendido que el dólar sea una moneda global. Foto:Getty Images via AFP
El dólar es una moneda global porque las políticas e instituciones estadounidenses han sido históricamente más fiables que las de la mayoría de los demás países. Si los economistas del MAGA creen que esto es un problema, su jefe tiene una solución preparada. Al imponer aranceles que violan tratados internacionales, especular sobre la invasión de aliados como Canadá y Dinamarca, ignorar fallos judiciales y amenazar con buscar un tercer mandato, prohibido por la Constitución, Trump está haciendo que EE. UU. se parezca más a los países con monedas débiles y alta inflación.
La reacción del mundo a los aranceles del ‘Día de la Liberación’ de Trump fue inequívoca: el dólar perdió casi un 7 por ciento de su valor frente al euro, mientras que el rendimiento de los bonos del Tesoro a diez años subió casi medio punto porcentual. Las monedas de los países emergentes y en desarrollo también se desplomaron, porque el aumento de los aranceles y la ralentización de la economía mundial ensombrecen sus perspectivas de crecimiento.
No es fácil diseñar una política que perjudique a casi todo el mundo, pero los economistas del MAGA han logrado esta hazaña. Y si el dólar global se desploma como resultado, muchos lamentarán su pérdida.
Andrés Velasco (*)
Proyect Syndicate
(*) Exministro de Hacienda de Chile. Es Decano de la Escuela de Políticas Públicas de la London School of Economics.